Desperté por el simple grito y golpe de la enfermera diciendo que debíamos ir a buscar nuestras medicinas y el desayuno.
Me di cuenta que aún estaba apoyada en la pared, mis mejillas se encontraban pegajosas por haber llorado toda la noche anterior. Miles de recuerdos habían aparecido en mi mente, quería borrarlos con un simple "Clic". Salí de la habitación para mirara hacia todos lados en el pasillo, de sorpresa mis compañeros de piso también habían salido de ellas, las cuatro puertas estaban un poco abiertas como si se hubieran puesto de acuerdo para dejarlas así.
Con todo el miedo del mundo bajé las escaleras para no encontrarme a esos bastardos. Luego de una larga noche de lágrimas y pensamientos decidí que no debía mostrarme débil frente a ellos, yo debía ser fuerte como todos los años que he estado aquí.
Al llegar a la fila por sección me di cuenta que ahí estaban ellos, tal y como los recordaba la última vez.
Ashton, Michael, Luke y Calum.
Los cuatro bastardos más buscados de Europa terminaron dentro de un asilo mental, quién lo diría.
Me puse detrás de luke para poder recibir lo que debía, sentí mis manos sudar y una pizca de nerviosismo. El día anterior lo tuve a solo centímetros de mi y no me di cuenta de que era él.
Era mi turno de abrir la boca y sacar la lengua para que así me dieran el medicamento, luego de eso la enfermera me reviso la boca para ver si me la había tragado y pasarme el desayuno en una bandeja, sucia.
A simpleme vista la bandeja y la comida eran un asco. Había la mitad de un pan duro sobre ella y una taza de café SIN AZÚCAR.
No tenía ganas de comer algo así, dejé de malas ganas la bandeja a un lado de mi haciéndose que se cayera, ganándome la mirada de varias personas ahí.
- Veo que sigues igual que estúpida que siempre - Mi piel se erizó al escuchar aquella voz, era inconfundible en cualquier lugar.
Ashton Irwin.
No respondí ya que era lo que menos me interesaba hacer, me levanté de mi asiento soltando un bufido de cansancio. Una mano se posó en mi muñeca impidiendo mi paso.
- ¿Qué quieres ahora? - me molestaba su tacto por lo que lo miré enojada mientras trataba de soltarme.
El sólo me dio una sonrisa malvada de esas que dan escalofríos. Me tomó aún más fuerte de la muñeca casi arrastrandome por los pasillos hacia nuestro piso.
Me acorraló contra la pared poniendo cada una de sus manos a los lados de mi cabeza, sus ojos ya no eran de color hazel, eran negros. Sentí mi boca casi caer al piso, en ese momento tenía demasiado miedo.
- ¿Me recuerdas, verdad? - su voz era demasiado ronca así como cuando habla un demonio en una película de terror.
No dije nada, no admitiría algo que el ya sabía y solo me lo decía por molestar.
- Terca, me gusta - repasó su lengua por sus labios hasta acercarlos a mi cuello. Cerré mis ojos con asco al sentir su fría lengua. Quería llorar y gritar. Pero había algo que me lo impedía. - Preciosa -
De un segundo a otro escuché un fuerte portazo desde el fondo de la habitación, la ultima imagen que vi antes de caer al suelo con mi mente en negro, fue a Ashton evaporarse.