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Una noche, entraron mis abuelos a mi recámara, me dijeron que bajara porque era una sorpresa; era Alexis, a pesar de todo aún lo veía muy atractivo y una parte de mi lo odiaba pero por otra parte no lo rechacé. Al bajar, cuando vi a Alexis se veía tan guapo, traía un traje negro y una camisa azul ( me gusta mucho el azul).




Mis abuelos me dejaron quedarme con el, el tiempo que yo quisiera, pero que estuviera en casa para desayunar. Quería tratar de describir lo que pasaba por la cabeza de Alexis pero tenía un gran control sobre todo su cuerpo y nunca pude hacerlo hablar o ver si el tenía algo.




Llegando a su casa, me hizo me de cenar, vimos películas y la pasamos bien sin sus celos y reclamos. Ya pasaban de las 12 y quería irme a dormir, Alexis me detuvo y dijo con una cara muy seria: — como seguiste bien mis condiciones, te daré un premio—.  Me sentí muy rara pero como todo estaba yendo algo bien en ese momento confíe en el.




Subimos a su recámara, en toda la cama había pétalos de rosas rojas, olía a manzana y canela toda esa habitación; la luz era muy baja, todo era muy tranquilo. Sentí como sus manos me abrazaban por la espalda y tomó mi cadera, me susurró al odio: — te haré mía —.  No quería hacerlo, no estaba lista, pero tampoco fui capaz de detenerle.

Moreno Mío... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora