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Para este entonces ya todo era diferente, el era más atento y detallista, pensé en que tramaba algo pero era muy difícil tratar de entrar por sus ojos. Él tenía unos ojos como de tiburón, pero más muertos y su cara, tenía una expresión tan muerta, tan simple, tan seria. Por más que yo tratara de hacerlo reír no se dejaba y pero a pesar de eso no sé porque yo estaba feliz y de igual forma yo sentía que el también era feliz.











En una ocasión estaba con mis abuelos y sonó el teléfono de la casa, mi abuelo atendió y dijo muy serio y cortante: — si, si, está bien. Aquí está, enseguida viene—. Era muy raro que el contestara así pero bueno, me dijo que atendiera el teléfono, era Ulises.
Recuerdo que dijo que me extrañaba, que tenía mucho que no sabía de mi, ni siquiera me veía y quería saber cómo estaba y que quería verme. No le comenté nada a Alexis porque sabía que se pondría irritable pero también quería ver a Ulises, así que me las ingenié para poder verlo.

Moreno Mío... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora