Bajé las escaleras de mármol hecha un manojo de nervios.
Las manos me sudaban y mis pies temblaban con cada firme paso que daba, tratando de parecer serena y tranquila, pero era prácticamente imposible, estaba demasiado tensa, hasta puedo afirmar que todos mis músculos se contrajeron. Nunca me habían traído una serenata tan más grande y mucho menos el chico con el que estaba destinada a contraer matrimonio.
Mis padres me observaban desde la sala, precisando cada paso que daba, todos nuestros empleados nos observaban desde la cocina o la sala, mirándome con el semblante serio, lo que me ponía más nerviosa de lo que ya estaba. Alexander caminaba torpemente por las escaleras detrás mio, tomándome de la mano con fuerza. Sin duda el también estaba igual de tenso que su hermana mayor.
Desearía que Julia estuviera aquí.
Cerré los ojos con fuerza al encontrarme frente a la gran puerta de madera. Mi futuro estaba detrás de esa puerta, todas las cosas que alguna vez pensé que tendría se han borrado, mi futuro esta allí, esperándome con una guitarra y un séquito de mariachis.
Con ambas manos empujé con fuerza la puerta, dejando que el frió viento de la noche chocará contra mi rostro y la profunda oscuridad recorriera todos los rincones de mi casa. Desde arriba se veían menos personas, pero ahora parece que son más de cincuenta. Todos vestidos con sus trajes típicos de charro y sombreros muy a la mexicana
Levanté la barbilla para poder ubicar a Guillermo, ya qué, toda la masa de personas con grandes instrumentos musicales no me permitían ver su paradero.
Pero nada.
No lograba ubicar al fornido chico con traje negro.
¿Y Guillermo?
Fruncí el ceño y me pare de puntillas para poder localizarlo pero no había ni rastro de ese hombre.Unas frías y tercias manos se deslizaron suavemente por mi cintura, debajo de la tela sentí su frió tacto contra el mio, di un respingo hacia atrás, asustada.
Con un rápido movimiento me safé de su agarre y volteé la mirada para encarar al dueño de las manos.
-Hola querida- dijo Guillermo con una sonrisa serena en el rostro- soy yo, no te asustes- levantó ambas manos en signo de rendición.
Sonreí como tal tonta llevando mi mano hacia mi corazón.
-¡Qué susto me has dado!- le di un suave empujón sobre el pecho.El sonrió.
-¿Te ha gustado la serenata?¿Qué si me ha gustado? Me encantado.
Asentí con la cabeza.
-Trajiste a media ciudad- baje la mirada sonriendo- esto es mucho más de lo que he podido pedir.El se mordió el labio inferior sonriendo, mostrando sus blancos y alineados dientes.
Se veía realmente guapo.
Mi mirada se desvío un poco del modelo de Calvin Klein que tenía en frente y se deslizo hasta la entrada de la mansión, en donde se estaban aparcando unos cuantos autos lujosos en la acera, algunos familiares para mi vista.
Fruncí el ceño y entrecerré los ojos para poder ver mejor a los propietarios de los autos.
De un Ferrari rojo, se bajo un hombre como de veinticuatro años, vestido con camisa blanca y pantalones de vestir, su cabello negro y su barba perfectamente cuidada me era familiar. Caminó serenamente por la acera y abrió la puerta del copiloto con suavidad. Una mujer, que podía jurar que era Kendall Jenner se bajó del auto, tomando la mano de su pareja. Llevaba puesto un vestido largo azul marino, que se abría desde el muslo derecho y bajaba hasta su talón, su escote era demasiado pronunciado que hasta llamó la atención de varios de los mariachis.
Cabello negro, ojos azules, altos y delgados.
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Carniva
RomanceMire mi pálido cuerpo reflejado sobre el espejo ovalado que tenia frente a mi, el maquillaje le daba algo de color a mi blanquecino rostro, cubriendo por completo las azuladas ojeras. -Luces hermosa, Emilia-dijo mi madre mientras colocaba sus manos...