Carta número 1

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“Querida Lizi:

                  Seguro que esto te resultará raro, no todos los días te llega un paquete con 17 cartas en su interior y menos de tu mejor amigo del que seguro crees que sabes todo, y eso puede ser cierto, pero hay una cosa, un gran y enorme secreto que no sabes sobre mí.

Ese secreto lo vengo guardando desde hace 17 años, desde el primer día que atravesaste la puerta de mi salón con tu hermosa sonrisa, si es así, desde el primer día que te vi quede completamente enamorado de ti y con cada año que pasaba te amaba más y más. Nunca te lo dije por temor a perderte, porque para mí siempre fue mejor tenerte como amiga que no tenerte.

No te das una idea de lo que me costó tomar la decisión de decirte todo lo que siento, busqué miles de formas de hacerlo y esta me resultó la más factible, ya que al no mirarte evitaría que me arrepintiera de decirte todo esto, y también resulta mejor escribirte esto para lograr contarte todos los detalles de este intenso amor. Espero que aceptes esta caja y que leas lo que hay en su interior.

¿Recuerdas la primera vez que nos vimos? Por mi parte yo lo recuerdo con lujos de detalles, cuando cierro los ojos las imágenes aparecen en mi cabeza como si se tratara de una película que quedó grabada a fuego en mi cerebro.

Ese día estabas absolutamente preciosa, cuando apareciste por aquella puerta fue como si el mundo se silenciara a mi alrededor, eras como un pequeño ángel, uno hermoso, más de lo que alguien se podría imaginar.

Por si no recuerdas ese día permíteme, por favor, refrescarte un poco la memoria, quiero que a partir de estas cartas tu recuerdes cada momento significativo en nuestra amistad, pero principalmente quiero que vuelvas a vivir estos momentos desde mi mirada así logres comprender por qué se me hizo tan fácil amarte desde el primer día.

Esa vez, hace ya diecisiete años fue el día en el que mi vida cambió por completo. Yo me encontraba sentado solo en un banco compartido ya que, como bien sabes, nunca se me dio muy bien todo esto de la socialización, estaba sumergido en un pequeño cuento, no prestaba atención a los murmullos ni a la lección de la maestra, hasta que un tímido golpe en la puerta me saco de mi ensoñación.

Mi mirada se dirigió al lugar de donde provenía dicho sonido, no daba crédito a lo que estaba observando. Eras como un ángel con tus cabellos dorados que llegaban hasta la cintura recogidos en una media cola, tus ojos azules como el mar demostraban el terror que sentías y con la timidez con la que parecía te dejabas llevar; tus manos presionaban fuertemente sobre el corazón todos tus cuadernos como si fueran un escudo que te protegerían de cualquier cosa que quisiera hacerte daño. Tus mangas se resbalaron de tus brazos  mostrando pequeñas marcas que asomaban en tu perfecta piel blanca, marcas que a diferencia de hacerte menos hermosa realzaban esa perfección que mis ojos siempre vieron en ti.

Quizás era muy joven como para comprender porque mi corazón se paralizó cuando te vi, porque todo el mundo desapareció dejándonos solo a nosotros dos y porque dejé olvidado ese cuento que tanto me estaba atormentado últimamente.

Ya desde ese día tenías el poder de hacerme olvidar todo lo que me rodeaba, tu presencia volvía insignificante las cosas.

Recuerdo que al no haber asientos disponibles la maestra dispuso que te sentaras a mi lado, parecías flotar cuando te acercabas hacia mi lugar y mi corazón palpitaba a mil por hora, parecía a punto de salirme del pecho. Yo había procurado no mirarte, fijando mi vista en aquella hoja donde intentaba escribir mi cuento, te sentaste a mi lado y yo te ignoré de manera evidente.

Así pasó la primera hora, recuerdo que siempre me reclamaste el no haberte prestado atención ese día, pero siempre estuviste equivocada, mis cinco sentidos estuvieron puestos en ti.

17 cartas de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora