Elizabeth se encontraba derribada sobre la tumba de Ángel llorando sin parar, ahora que había descubierto sus sentimientos no sabía qué hacer con aquel dolor que sentía, si su corazón ya estaba roto ante el pensamiento de haber perdido a su mejor amigo, ahora se encontraba destrozado al darse cuenta que había perdido al hombre de su vida. ¿Qué iba a hacer ahora?, sentía como que el mundo se desplomaba bajo sus pies.
Ángel le había dicho que terminara de leer las cartas, y así lo hizo, le dijo que al descubrir la respuesta algo iba a ocurrir, ¿pero qué? No sabía que sucedería a continuación si es que algo sucedía. Seguía sollozando en el césped cuando sintió que su teléfono vibraba en su bolsillo, no tenía ganas de hablar con nadie, pero aun así se secó las lágrimas y sacó su celular. En la pantalla se veía que quien la llamaba era Micaela, <<Justo cuando más la necesito>> pensó Elizabeth, inspiró todo el aire que pudo y contestó
-Hola Micaela- dijo con la voz quebrada
-Elizabeth, ¿estás bien? No supe de ti desde que te fuiste de improviso en el desayuno y ya pasan de las 8 de la noche
-No estoy para nada bien Micaela-contestó sollozando Elizabeth
-¿Qué sucedió?
-Que por fin me di cuenta que amo a Ángel con toda mi alma, que la verdad es que siempre lo hice,-tragó saliva-, y que no puedo hacer nada para recuperarlo.
Micaela no se encontraba sorprendida, supo desde el momento del ataque de celos de Elizabeth que solo le faltaría leer la última carta para descubrir el sentimiento que tenía guardado desde hace 17 años, cuando entro en aquel salón de clases temerosa por lo que se iba a enfrentar, pero tranquilizándose en el momento que sus ojos encontraron los de Ángel, los de su alma gemela. Sonrió para sus adentros, porque ahora si podría terminar su parte del trabajo.
-¿Dónde estás?- preguntó Micaela
-En… en el cementerio, frente a la tumba de Ángel- contestó sin detener el llanto
-¡Perfecto!
-¿Cómo perfecto?-dijo Elizabeth secándose las lágrimas- ¿No escuchaste? Estoy frente a la tumba de Ángel, mi Ángel
-Mira Elizabeth, quiero que me prestes atención-dijo Micaela
-Bueno-contestó Elizabeth sin entender nada
-Quiero que te arrodilles frente a la lápida, digas en voz alta todo lo que sientes por Ángel, cuando termines cierra un momento los ojos
-¿Para qué?
-Tú solo haz lo que te digo, saca de tu corazón todos tus sentimientos y cierra los ojos, es lo único que puedo decirte. Solo confía en mí
-Está bien, confiaré en ti
-Gracias, adiós Elizabeth, te quiero mucho amiga y me encantó ayudarte
Micaela colgó sin darle la oportunidad a Elizabeth de contestarle. ¿Por qué se había despedido de aquella manera? La verdad es que no entendía nada, pero no quería analizarlo en ese momento, solo quería hacer lo que su amiga la dijo.
Se arrodillo frente a la lápida, alzó una mano y comenzó a trazar con sus dedos las letras impresas en aquella lápida <<ÁNGEL ABBATUCCI… AMADO HIJO Y AMIGO>>, cerró los ojos un momento visualizando a su amado Ángel frente suyo, con aquella sonrisa que tanto amaba y extrañaba, de pronto las palabras vinieron solas. Miró aquella fría lápida y comenzó a hablar.
-Ángel, tu siempre fuiste mi mejor amigo, la persona que siempre estuvo allí para salvarme, del mundo, de mi misma. Tú te convertiste en mi única familia, en la única persona que necesitaba para ser feliz. Me ayudaste muchísimo sin pedir nada a cambio, tus abrazos eran lo único que me reconfortaban y tu sonrisa lo único que me alegraba el día-un sollozo se escapó de su garganta-. Siempre te dije que eras mi mejor amigo, sin darme cuenta que en realidad eras mi alma gemela, el ángel guardián que Dios me había enviado para salvarme del tormento que era mi vida. Antes de ti mi vida era un desastre, era un tormento que se reflejaba en los cortes de mis brazos, pero cuando apareciste todo se volvió perfecto, contigo sentía que todo iba a estar bien, a pesar de que el mundo se desmoronaba a mi alrededor, solo necesitaba de tus palabras o tu sonrisa para ser feliz, y nunca me había dado cuenta que eso era amor… de que te amaba más que a nadie en el mundo.

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17 cartas de amor
RomanceEstuvo enamorado de ella por 17 años, fue su mejor amigo y confidente. Pero un día decide confesarle todos sus sentimientos. ¿Como lo hace? Le envía 17 cartas para que ella descubra, por fin, su gran secreto. ¿Sera correspondido? o ¿Se verá obligado...