Carta número 7

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Luego de haber leído esa última carta Elizabeth se dispuso a ir hacia la ducha, necesitaba un baño relajante para así poder aclarar un poco sus ideas.

Mientras el agua descendía por su cuerpo la cabeza de Elizabeth no paraba de pensar, tenía muchas preguntas que se iban incrementando a medida que avanzaba con las cartas.

 La pregunta que mas rondaba por su mente era: << ¿Por qué decidió decirme todo esto cuando tuvo 17 años para hacerlo?>> y a esa la seguía otra << ¿Por qué quiso decírmelo por medio de cartas?>>.

Si bien en aquellas cartas Ángel le decía que lo hacía porque no se iba a animar a hacerlo de frente, Elizabeth sospechaba que había otro motivo oculto.

-¿Pero cuál?- se preguntó a ella misma.

 De repente una idea asomó por su cabeza, o mejor dicho una frase, <<Durante este año nos hicimos muy unidos>>, las palabras de su amiga Micaela le dieron una posibilidad. Si era verdad lo que ella decía.

-¡Seguro algo debe saber!

 Rápidamente salió de la ducha, se tapó con una toalla y fue a buscar su celular, buscó entre sus contactos el nombre de Micaela y sin demorar ni un segundó marcó su número, al tercer tono su amiga contestó.

-¡Hola Elizabeth!

-Hey, ¿Cómo estas Mica?- Preguntó Elizabeth.

-Bien, en un descanso del trabajo ¿y tú?

-Estuve mejor.-Hizo una breve pausa y continuó-¿Sigue en pie lo del café?

-Por supuesto que sí, ¿Cuándo puedes?

-¿Te parece bien esta tarde?

-¡Perfecto!-Contestó una entusiasmada Micaela

<< ¿Está tan contenta siendo que Ángel murió hace muy poco?>> pensó Elizabeth

-Bueno, nos encontramos en mi hotel y de aquí vamos ¿Quieres?

-¡Claro! Mándame por mensaje el hotel en el que te alojas. A las 5 en punto estaré allí. Besos amiga

-Chau.-Contestó secamente Elizabeth, no se encontraba de ningún humor para soportar tanto entusiasmo, y menos para fingirlo.

 Desde que Ángel había muerto Elizabeth solamente sonreía de verdad cuando leía sus cartas y recordaba viejos tiempos. Fuera de eso el mundo se había vuelto opaco, los colores solo volvían cuando abría un nuevo sobre, solo así sentía que la felicidad volvía a hacer su aparición, pero cuando terminaba de leer la oscuridad se apoderaba de todo.

 Se vistió y se maquilló, ya había hecho un plan acerca de cómo ocuparía su tiempo antes de la hora en la que se encontraría con Micaela.

 Como un homenaje para su mejor amigo se fue de compras, iba a recorrer todas las librerías de la ciudad para abastecerse de libros. Eso era lo que ellos siempre hacían para divertirse. Comprar libros era una hermosa forma de recordar a Ángel.

 A medida que caminaba por la ciudad se topó con la librería favorita de su mejor amigo, miró por el vidrio y una escena se le vino a la cabeza.

 Era un día de verano en el que los dos se encontraban muy aburridos en casa de Ángel, estaban recostados en el césped mirando el cielo, sin decir ni una sola palabra.

-¿Si damos un paseo?-Preguntó Ángel rompiendo el silencio

-Claro.-Contesto ella con una gran sonrisa en los labios.

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