En su iris encontré mi abismo, y sin alas me aventuré a explorar. Fui a parar con miles de montañas, una cordillera eterna.
Tuve de frente a Muerte. Seductora ella, como siempre. Recostada sobre un piano, con curvas como autopistas; destinadas ellas al deseo de saber qué hay más allá de su iris.
Toqué el piano. Toqué el piano como si la hubiese tocado a ella. Irascible, insaciable, seductora, elegante, peculiar, desconocida, mortífera.
De fondo alguien le hacía el amor al violín, siendo ésa la escena perfecta para dejarme ir, danzando, con ella.
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Cebada. (3/3)
PoetryPongo a la cerveza como excusa de que digo las cosas sin filtro alguno. Esto es ventana, no espejo.