-No, no, no, no.- repetía el rizado.
-Por favor... Por favor.- seguia insistiendo.- Sólo un par de cervezas.-
-Eres... No enano.-
-Juro que sé comportarme.- levantó su mano en forma de promesa.- Necesitó unas cuantas, por favor.-
En las calles de Londres caminaban la pareja de amigos, el castaño rogaba por unas cuantas cervezas. Pero el rizado se negaba.
-¿Qué haré contigo si terminas perdido?-
-Me llevas a tu casa para terminar en tus brazos recostado.- el ojiverde lo miró confuso.- Sólo unas cuantas y nos vamos.-
-Está bien.- accedió.
El castaño dió brincos de alegría y volvió a jalar de su brazo, él sabía de un lugar perfecto para beber.
Esa alegría de verlo sonreír, de ver sus zafiros arrugarse por la sonrisa. Pagaría miles de dólares por verla siempre.
[...]
-Siempre creí... Ser el hijo perfecto... Soy un fiasco.- bebió de su vaso.- Ella nunca dejo de controlarme, incluso para tener sexo me contralaba. "Harry, usa protección" "No quiero a esa chica para madre de mis nietos" " Debes salir con Jaqueline" odio a Jaqueline, es fastidiosa y engreída.-
El ojiazul mantenía su rostro sobre su puño, llevaba una hora escuchado los quejidos de su amigo.
-Por suerte sabes controlarte.- se burló Louis.- Ok, basta.- quitó el vaso de los labios del rizado.
-Espera... Todavía no termino.-
-Yo creo que ya.- sacó dinero de su billetera para pagar la cuenta.- Las personas no desean beber contigo ¿Cierto?-
-Quiero hacer pipí.- aviso.
-Los baños están por allá.-
-Llevame enano.- extendió sus brazos al castaño.
-Ugh no, puedes ir tú solito.-
-¡Quiero hacer pipí!- gritó.- ¡Quiero que me lleves hacer pipí!- los gritos del rizado atraían las miradas de los presentes.
El rostro del ojiazul estaba rojo por la vergüenza. Tomó del brazo a su amigo y lo llevo directo al baño.
-Recuerdame jamás beber contigo.- metió al rizado a un cubículo.
-Canto para ti.. ésta canción... Ésta canción.-
-Oh por Dios, no puedo creer que estés cantando eso mientras orinas.-
-Cállate, te estoy deleitando con mi voz.- el sonido del líquido cayendo y la voz del ojiverde hacían que riera internamente.- Cantando... En el baño... Me acuerdo mucho de ti...-
-Sé nota que no viste televisión.- rió.
El rizado no respondió y salió del baño. Lavo sus manos y tomó a su amigo de la cintura.
-Mamá me matará por llegar ebrio.- sus labios estaban cerca de los del castaño.- Será mejor que me escondas en tu casa.-
-O podría dejarte botado y arriesgar tu vida.- rió nervioso.- Pesas mucho hoyuelos.-
-Imagina cuando esté encima de tí.- comentó de forma coqueta.
-Eres un asco, alejate de mi.- trato de quitárselo.
-A que te gusta.- hundió su rostro en el cuello del ojiazul.- Llévame está noche a tu casa.-
-Ay que forma tan elegante de querer acostarte conmigo.-
-Siempre he tenido clase para pedir un revolcón.- rió el rizado, haciendo cosquillas en su cuello.- Puedo hacerlo más elegante.-
-Muestamelo.- el rizado se separó y comenzó a desabrochar su pantalón.- Eso no Idiota. Cómo puedes ser más elegante.-
El rizado tomó al chico, apoyándolo con su pierna.- Voulez-vous avoir des relations sexuelles avec moi?- Ambos sintieron como sus partes íntimas crecían, como ambos tenían el deseo de hacerlo.
-Oui. Je suis d'accord pour avoir des relations sexuelles avec vous.- después de mucho tiempo unieron sus labios.
[...]
El castaño estaba agradecido con Dios porque sus padres no estaban en casa, se habían ido de viaje.
-Si me ayudarás un poco sería más sencillo subirte.-
El pequeño castaño trataba de subir al pesado chico, éste miraba su casa, lanzando comentarios al aire.
-Si tu tienes muchas ganas de aplaudir.... Si tú tienes la razón y no hay oposición.-
-Ya cállate.- exigió.- Parece que no tuviste infancia.-
-No la tuve odioso.-
El castaño metió al rizado a su habitación, cerrando la puerta.
-¿Soy un odioso?- preguntó.
-Si... Eres un odioso elfo.-
-Y tu un irritante mastodonte.- se miraron fijamente, y como en las películas, se lanzaron a la cama con un beso.
-Este mastodonte te partirá en dos.-
-Deja de alardear y hazlo.-
Eso lo esperaban ambos, terminar así, en la cama.
Los besos se iban intensificando hasta que pasó lo menos esperado.
-Hoyuelos... Hoyuelos.- repetía su nombre incontables veces.
El rizado se había hundido en su cuello y cuando dejo de sentir sus movimientos, levanto su cabeza.
-Idiota.- el rizado se había quedado dormido.