Lo esencial.

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Salí de la casa de Xavier luego de que hubiésemos platicado otra tiempo más, me dirigí al sitio donde había encadenado mi transporte de dos ruedas y por alguna razón decidí tomar el camino largo de regreso a la pastelería. Mientras cruzaba las distintas calles de la zona por fin logré decantarme por una opción.

Iría a esa fiesta. Intenté suavizar mi sufrimiento generado debido a Serena convenciéndome de que a ella la vería el día de mañana y le hablaría con la verdad. Todavía no tenía una idea precisa para afrontar un tema tan complicado, pero confiaba lo necesario en Clemont como para creer que esa era la mejor opción.

Entré en el azucarado establecimiento siendo recibido por un olor puramente exquisito, y no era de ningún pastel o golosina, sino un embriagador aroma de chocolate caliente recién hecho. Corrí con suma velocidad hasta la parte posterior donde se hacia la preparación guiado por mi nariz, saludé a Clemont y a su padre, quien me dijo que hace poco acababa de llegar también.

Este momento del día, cuando los rayos del sol se van yendo poco a poco, yo ya no acostumbraba a estar en la tienda. Debido a que ya me encontraba en casa de Serena practicando música o leyendo la vasta cantidad de libros que poseía en braille.

Me llegó a sorprender la enorme paciencia que me tenía en ciertas ocasiones, cuando fallaba en cosas que habíamos repetido y repetido en varias veces, me sentía mal por pensar que la llegaría a desesperar o a desilusionar debido a mi no tan buen aprendizaje, pero sencillamente no, ella solo me regalaba una cálida sonrisa cada vez que confundía una letra con otra o me perdía entre los renglones al no saber guiar de manera correcta mis dedos.

Sin darme cuenta comencé a imaginar que estaría haciendo ella ahora mientras yo sostenía la taza de chocolate caliente entre mis manos estando recargado sobre una de las paredes, ¿se estaría preguntando por mí también?, ¿seguiría molesta?, ¿triste?, ¿confundida?

¿Y qué tal si ella estuviera sentada afuera de su casa esperándome? Un nudo se me formó en el pecho al momento que ese pensamiento me cruzó la mente. Traté de serenarme tomando un trago de chocolate, logrando como único resultado una gran quemadura en la boca. El chocolate estaba casi hirviendo.

•🐐•

—Ahora ya sabes la razón de porque se llama chocolate caliente, ¿no, Ash? —Comentó Clemont dándome una servilleta para secarme la cara, pues tenía la cabeza metida en el grifo.

—No es gracioso. —Balbuceé sin que se me entendiera mucho por tener la lengua de fuera. —Además estaba distraído. —

— ¿Qué tan distraído estabas como para darle un sorbo a algo que estaba humeando frente a tu cara? —

No respondí, me terminé de secar el agua que escurría por toda por mi barbilla y arrojé la servilleta al bote de basura.

—Tal vez debería ir a ver a Serena justo ahora. —Solté mirando hacia el suelo.

—Oh ya veo. —Suspiró él. —Me alegra que tengas la decisión más firme sobre hablar con ella, pero creo que es muy tarde ahora, Ash, pronto anochecerá. Lo mejor será ir mañana como habíamos dicho antes, tendrás el tiempo de tu lado esta vez. —

Maldije para mis adentros que mi fortalecimiento interno para encarar las cosas haya surgido hasta este momento, acepté las palabras del rubio y volví la vista hacia el reloj de manecillas que se encontraba en la pared frente a mí. Eso me hizo recordar la despedida de Xavier, que por un momento había abandonado mi mente, todavía no le decía nada a Clemont.

— ¿Quieres otra taza de chocolate?, solo ten más cuidado y sóplale primero. —

—Si por favor. —Sonreí aun estando algo adolorido.

La Esencia Del Sonido (Amourshipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora