IV

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JongIn retiró los lentes del más bajó, poniéndolos en una banca cercana, después llevó sus dedos hasta los botones de la camisa a cuadros de KyungSoo y comenzó a desabotonarlos, dejando expuesto su cuello. Volvió a sus labios, para saborearlos una vez más, se le estaban haciendo adictivos.


Las manos de KyungSoo pararon en la corbata del profesor, retirándola de su camino para después volver a envolver el cuello de JongIn con sus brazos, acercándolo aún más. Los labios y lengua del docente le estaban torturando el cuello con mordidas y succiones que cada vez más lo hacían perder la cordura.


KyungSoo sentía que sus sueños se hacían realidad y no quería pararlo, no aunque la conciencia le gritara lo mucho que odiaba a aquel hombre que lo estaba volviendo loco de deseo.


El moreno bajó aún más sus labios, llegando a las clavículas ajenas. Con sus agiles dedos siguió desabrochando los botones restantes, dejando expuesto el pecho blanco de KyungSoo. Lo recostó sobre el escritorio y atacó sus pezones, mordisqueándolos con sus dientes, haciendo a Kyungsoo retorcerse de placer, le gustaba, le gustaba la sensación, el calor, lo bien que JongIn movía su lengua y quería sentirlo más.


— ¡Ah! —gimió KyungSoo cuando JongIn mordió con fuerza su pezón izquierdo.


El moreno bajó aún más por su pecho, se detuvo en su ombligo metiendo la lengua en el y dejando rastros de saliva hasta llegar al borde de sus pantalones.


Se separó momentáneamente para deshacerse de ellos con sus hábiles manos. KyungSoo estaba desnudo, caliente y con el cabello húmedo pegado a su frente, era una hermosa imagen, tan placentera, tan pecadora.


Arrastró sus labios por los huesos de su cadera, bajando hasta su pelvis pero sin tocar su miembro. KyungSoo enredó sus dedos en los mechones marrones y tiró con fuerza de ellos cuando sintió la respiración contraria sobre su pene ya erecto.


JongIn bajó aún más, acariciando con su lengua sus muslos internos, eran tan pálidos, tan suaves, que necesitaba marcarlos con su saliva y manchas rojas producidas por sus labios.


Alzó las piernas de KyungSoo, empujándolas hasta su pecho e hizo que KyungSoo las mantuviera ahí. JongIn volvió a bajar, pero esa vez, hasta la entrada del más bajo, delineo con su lengua desde la base del miembro del pelinegro hasta su agujero, dónde de una, la metió con fuerza.


— ¡Aaah! Jo-jongIn... —balbuceaba el menor.


KyungSoo sentía que estaba al borde del colapso, su entrada estaba siendo abusada por la lengua del profesor, dejándola húmeda, sensible, llenándolo de placer y moviendo las caderas tratando de obtener más. La lengua del profesor hacia círculos dentro de él para después meterla y sacarla.


— ¡Más! Así... por favor... —suplicaba, sentía que podía correrse en ese mismo instante.


JongIn separó su rostro de entre los glúteos de su alumno, limpiándose la boca con un gesto obsceno.

Aun así, ¡Te odio! [KaiSoo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora