Hoy sólo trabajaba medio turno y eso me subía un poco el humor. Ya se que mi vida se basa sólo en el bar y que es algo aburrida pero… no hay un pero, supongo que tendría que haberlo pensado mejor antes de querer vivir sola, un departamento no es fácil de mantener, sólo me quedaba tiempo para hacer dinero y tuve que olvidarme de mis estudios.
Era casi medio día cuando me deje caer en el banco de la parada. No tenía idea exactamente cuando el bus pasaba por aquí, todos los días era un horario diferente, seguramente hoy no sería la excepción.
-Hey, sweetie.
Me sobresalte un poco cuando un chico -un chico llamado Liam- se sentó a mi lado en el banco casi gritando un saludo.
-Me asustaste.- Golpee su hombro no tan fuerte como me hubiese gustado.
-Lo siento.- Rio.- Pareces de buen humor hoy.
-Lo estoy. Salí antes del trabajo.- No se porque le doy explicaciones.
-Ya veo…- Asintió.- ¿Así que ahora responderás mi pregunta de ayer?- Su voz sonó esperanzada y quise reír.
-Primero respóndeme algo tu.- Me acomode mejor para mirarlo.- ¿Cómo es que siempre irrumpes en mi vida? Siempre sabes donde estoy, ¿Eres un stalker o algo así?- Interrogue.
-No, soy un producto de tu imaginación.- Fruncí el seño y el comenzó a reír.- Es broma, sweetie. Es que trabajo allí.- Señaló una tienda de música a unos metros de donde nos encontrábamos. Entre la parada y el bar.
-¿Y no tienes problemas con tu jefe por salir siempre?- En realidad no me interesaba, bueno tal vez si un poco, pero mi propósito era atrasar la respuesta a su pregunta.
No quería decir que si pero tampoco quería darle un no.
-Yo soy mi propio jefe, es mi tienda.- Sonrió orgulloso mirando el pequeño local a mis espaldas.
-Parece lindo.- Me volteó para mirar también.
-Podrías ir a saludarme algún día…- Propuso.
-Podría…- No me negué.
Me dije a mi misma que no estaba coqueteando con el, aunque no me lo creí del todo.
-Incluso tal vez seas una de las privilegiadas que me escuché tocar.- Estaba alardeando.
-¿Hay otras privilegiadas?- Fingí ofenderme.
-¿Te importa?- Levanto una ceja divertido.
-Claro que no.- Me negué al instante mientras una mueca se extendía por mi rostro.
-Claro, sweetie…- Negó con la cabeza aún con una sonrisa.
-¿Qué instrumentos tocas?
-Piano, guitarra y algo de batería y bajo.
-Interesante…- Asentí.
-¿Impresionada, sweetie?
-Lo estaría si dejaras de llamarme así.- Solté un suspiro, era frustrante.
-¿Por qué te molesta tanto?
-Porque apenas nos conocemos, genio. ¿Acaso vas por ahí diciéndole apodos cariñosos a desconocidas?
-No, sólo a ti.- Me sonrió y aparte la mirada.
-Eso no lo hace especial.- Contraataque.
-Entonces tu problema es que es muy pronto para ponerte apodos cariñosos porque recién nos conocemos, ¿No es así?- Asentí.- ¿Entonces puedo decirte sweetie cuando te vuelvas mi novia?
-¿Qué te hace pensar que tu y yo podríamos llegar a ser algo?- Pregunte algo divertida.
-Es cuestión de tiempo.- Guiño un ojo.
Que. No. Haga. Eso.
-Lo que sea.- Rodee los ojos.
Justo en ese momento llegó el autobús y por primera vez desee que se hubiera retrasado un poco más. Mire a Liam que tenía su vista perdida en el vehículo luciendo un poco decepcionado, probablemente yo tendría la misma expresión.
-Bueno, adiós.- Me paré de un salto y subí directo sin esperar una respuesta.
El autobús iba casi vacío así que me senté al lado de la ventana lo más cerca posible de la puerta para salir más fácil.
-¡No respondiste a mi pregunta!- Vi como Liam me miraba con los brazos extendidos queriendo parecer enojado aunque mantenía una sonrisa en su rostro.
-¡Tendrás que esperar un poco más!- Respondí cuando el bus comenzó a moverse alejándose de la parada.
Lo último que vi fue como la sonrisa en el rostro de Liam se agrandaba y esa imagen se quedó en mi cabeza por el resto del día. En serio tenía que hacer algo con eso, no podía sólo caer por un par de sonrisas y guiños de ojos.
O tal vez si.
