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No tengo idea de porque pero los jueves son unos días especialmente buenos en el bar, incluso mejores que los viernes o fines de semanas. Por “buenos” me refiero a que vienen muchas personas, o sea bueno económicamente, no bueno para mi y Phoebe que tenemos que lidiar con todo esto.

Por suerte estábamos en una de las pocas horas en las que el lugar no estaba tan lleno, sólo había un par de personas y ya estaban atendidas así que me entretuve detrás de la barra haciendo cosas súper divertidas como cambiar los servilleteros, llenar los saleros, limpiar una y otra vez la misma mancha imposible de borrar y esas cosas.

-Buenos días, sweetie.

Apenas pude ver como Liam se sentó a toda velocidad en la banqueta de la barra que quedaba justo en frente de donde yo me encontraba.

-¿Puedes dejar de aparecer así?- Casi suplique.

-¿Puedes dejar de huir sin dejarme una respuesta?- Contraatacó.

-No.- Respondí simple.

-Entonces yo tampoco.

-Bien.- Me encogí de hombros.

-Bien.- Repitió.

-¿Vas a pedir algo o viniste sólo a acosarme?- Pregunte después de un corto silencio.

-No te acoso.- Frunció el seño.

-Claro que si lo haces, “sweetie”.- Me burle de el.

-Muy graciosa.- Me miró entrecerrando los ojos mientras tomaba un menú.

Me concentre en limpiar la manchas imposible de borrar pero no me entretuvo mucho. En algún momento mi vista se posó en Liam y ya no pude dejar de mirarlo, no tengo la culpa de que sea tan lindo.

Nunca le había prestado realmente atención, tenía unas pestañas muy bonitas y sus cejas se juntaban cuando esta concentrado, como ahora. Su cabello lucía tan suave que tuve el impulso de tocarlo, por supuesto no lo hice. Una fina barba se extendía por todo su mentón cuello y boca, al igual que algunos tiernos lunares. Y sus labios, madre mía, no debería pensar en besarlos.

-Creo que sólo será un café.- Levanto su vista justo a tiempo para atraparme babeándome por el.- ¿Todo bien?- Me miró divertido.

-Eh, si.- Aparte la vista sacando el menú para volver a ponerlo en su lugar.- ¿Algo más?

-Si tienes una respuesta sería fantástico.- Sonrió.

-No, no tenemos de esas.- Respondí sería para después voltearme y encargarme del café.

Lo vi intentando aguantar la risa mientras negaba.

Una vez que el café estuvo listo se lo tendí en frente y el murmuró un “gracias”. No hablamos mucho después de eso ya que el lugar comenzó a llenarse cada vez más, ya estaba acostumbrada a atender a tantas personas pero esta vez estaba siendo mas complicado debido a la constante mirada de Liam sobre mi poniéndome nerviosa. No se fue hasta que volví agotada detrás de la barra cuando ya no tuve que hacer.

-¿Día duro, sweetie?- Pregunto suave.

-¿Tú que crees?- Descanse apoyando mis brazos en la barra.

-Creo que te ves especialmente linda cuando estas cansada.- Sonrió sosteniendo su cabeza sobre sus manos arriba de la barra.

-No ligues conmigo, estoy trabajando.- Bajé la vista tratando de que no vea mis mejillas completamente rojas.

-Lo siento. No puedo evitarlo, sweetie.

-¿Vas a venir todos los días a molestarme?- Lo mire, sólo intentaba cambiar de tema.

-Apuesto a que te gustaría.-  Sonrió.

-Claro.- Rodee los ojos.

-No me iré sin una respuesta.- Se cruzó de brazos sobre la madera.

-¿Es eso una amenaza?- Levante una ceja.

-Es sólo un aviso, sweetie.

Pensé un momento mientras estábamos en silencio, sólo un momento o me arrepentiría de lo que iba a decir a continuación.

-Si.

-¿Si que?- Su expresión cambio a una confundida.

-Si, voy a salir contigo, tonto.- Rodee los ojos.

-¿Qué? ¿De verdad?- Se enderezo en la banqueta, ahora lucía sorprendido. Asentí.- Genial, no vas a arrepentirte.- Sonrió ampliamente y luego se estiró sobre la barra para darme un beso en la mejilla sorprendiéndome por completo.

Después de eso salió casi corriendo por la puerta.

sweetieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora