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Viernes por la noche. Muy bien, me di cuenta de que no pensé muy bien esto, ¿Qué se supone que debo ponerme? Mierda, ¿Por qué estoy tan nerviosa? ¡Es sólo una cita!

Después de prácticamente dar vuelta mi guardarropa tres veces me decidí por un jean ajustado con un top negro debajo de una abrigo fino de lana que me llegaba hasta los muslos. La elección de los zapatos fue difícil, termine con unos negros cerrados con algo de tacón.

Estaba casi terminando con el maquillaje cuando el timbre sonó asustándome un poco, tenía los nervios de punto, casi termino con el delineador metido en el ojo.

-¡Ya bajo!- Atendí el teléfono y no le di tiempo a responder cuando ya había cortado de nuevo.

Salí del ascensor y divisé su figura detrás de la puerta de vidrio del edificio. Genial, mis nervios aumentaron. Estaba literalmente rezando para no caerme de camino a la salida.

-Dios, sweetie. Estas hermosa.- Liam me regaló una sonrisa al verme.

Probablemente ahora este tan roja como un tomate o peor, si, seguramente peor.

-Gracias.- Le devolví la sonrisa.- Tu también.

Y diablos que si lo estaba. Tenía unos jeans ajustados que estaba evitando ver demasiado la parte trasera, una camisa a cuadros azul que le quedaba más que bien y arriba una campera de cuero.

-Vamos.- Me extendió su mano para que la tomará y así lo hice.

Me guío hasta su auto e incluso me abrió la puerta, quien diría que ese chico engreído del bar sería un total caballero.

-¿Aún no me dirás a donde vamos?- Pregunte una vez que puso el vehículo en marcha.

-No.- Vi de reojo como sus labios se levantaban en una sonrisa.

Un bufido salió de mis labios, odiaba las sorpresas.

-Pareces una niña.- Soltó una carcajada desviando un segundo su vista de la carretera para mirarme.

-Perdón señor maduro, es que no me gustan las sorpresas.- Lo mire mal. Claro que sólo era una broma.

-¿A quién no le gustan las sorpresas?- Frunció. el seño.

-A mi. Es lo que estoy tratando de decirte, Liam.- Me gire para verlo mejor y demostrar toda mi indignación.

-Vas a tener que acostumbrarte a ellas si vas a ser mi futura novia, sweetie.- Me miró de reojo.

Negué con la cabeza sin decir nada.

Después de unos minutos de viaje no fue difícil adivinar que nos dirigimos a la playa, aunque no estoy segura de a que parte, nunca había estado por aquí.

Aparco el auto en una linda casa de playa  con una amplia entrada decorada con luces, una mesas y dos sillas.

-Aquí es.- Bajo del auto.

-¿Es tuya?- Pregunte sorprendida mientras bajaba también. Era realmente hermosa.

-Así es.- Sonrió y me tendió la mano nuevamente.

Subimos hasta llegar a la entrada y de cerca era muchísimo más bonito el lugar, lo mejor era que se podía ver todo el mar desde aquí.

-Tu hiciste esto por mi.- Me voltee par a verlo mientras señalaba la mesa.

-Bueno… con ayuda.- Se encogió de hombros tímido. Quise saltar a abrazarlo y llenarlo de besos.

-Es hermoso Liam, me encanta.- Sonreí.

El se movió hasta una de las sillas y la movió para que me sentara. La cena fue muy entretenida, Liam es muy divertido cuando no esta alardeando ni tratando de invitarme a salir.

-¿Estudias?

Negué.- Vivir sola me demandaba mucho tiempo y dinero, pero estoy pensando  en retomarlo el siguiente trimestre.

-¿Y de qué carrera estamos hablando?- Me miró a través de su copa.

-Derecho.

-¡Así que además de guapa eres inteligente!- Levanto ambas cejas.

-No pienso igual.- Negué.

-Vamos, sweetie. Permítete ser engreída algunas veces.

(...)

Al terminar de cenar caminamos por la playa y si, es tan romántico como suena, y más con alguien como Liam.

Nuestros dedos se rozaban en cada paso hasta que el simplemente tomo mi mano creando un lindo contacto.

-¿Quién diría que la chica que me odiaba terminaría caminando conmigo de la mano?- Comento Liam rompiendo el silencio.

-¿Quién dijo que ya no te odio?- Conteste sólo para molestarlo.

-Si me odiaras no me seguirías el beso.

-¿Qué bes…

Los labios de Liam sobre los míos me impidieron terminar esa pregunta. Tampoco es como si me hubiese importado mucho porque, diablos, se sentían tan malditamente bien.

Si empezaba a darme sorpresas como esas comenzaría a amarlas.

sweetieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora