Donde cada vez es mas común que los hombres puedan concebir. Yuri Plisetzky termina un amorio; Con el corazón destrozado y lleno de dolor promete no volver a enamorarse.
Una confesión de la persona menos esperada pondrá su vida de cabeza. Había pr...
-Usted Jean Jackes Leroy, ¿acepta a este hombre como su legítimo esposo, para amarlo y respetarlo por el resto de sus vidas?
-Acepto- Contesto con una hermosa sonrisa que mostraba sus aperlados dientes. Su smoking gris perla resaltaba sus ojos y lo hacía lucir aún más apuesto de lo que jamás se había visto.
-Y usted Yuri Plisetzky ¡Acepta a este hombre para amarlo y respetarlo....?
-Acepto-Interrumpió al juez, no necesitaba escuchar la pregunta completa y menos pensar la respuesta, si tenía que ver con Jean y para siempre, aceptaría cualquier cosa...
-Por el poder que se me confiere, yo los declaro Marido y mujer- ¿Mujer?- Puede besar a la novia- ¿Novia? Un momento, ¿Que estaba sucediendo? ¿Acaso ese maldito anciano lo estaba confundiendo con...?
Cierto.
Parpadeo varias veces, la imagen frente a el pareció desvanecerse y como si de una fotografía instantánea se tratara revelo lo que pasaba en realidad. JJ no lo estaba besando a él, podía verlo besando dulcemente los labios de Isabella.
Su esposa.
Su corazón dio un vuelco, lo único que quería era tirarse al suelo y hacerse un ovillo, pero no podía hacerlo, por más que quería abandonar el lugar no pudo hacer otra cosa además de aplaudir en felicitación a los recién casados. Otabek estaba a su lado, su traje negro lo hacía lucir especialmente sexy, por un momento se preguntó como sería la boda de su a migo y quien sería la afortunada que estaría con él, el resto de sus vidas. El cabello de su amigo se veía levemente alborotado dándole esa imagen de chico malo que parecía agradarle tanto; Cualquiera que fuera esa persona especial en la vida Beka, sería sin duda la chica más afortunada del mundo, muchos querrían estar con alguien como Otabek, sin importar que tan frio pareciese él sabía que no lo era, sabía que podía ser muy dulce si se lo proponía.
Mierda, esa fiesta le estaba afectando.
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-¿Qué piensas Yura? Te noto distraído- Le dijo el Kazajo mientras le daba una copa de sidra.
- En el señor y señora brillantina mágica
-¿Viktor y el Yuri japonés?
-Sip- Contesto mientras se ponía la copa en los labios, dejando pasar el líquido dulzón a su boca.
