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De tan solo haber hecho caso a esa extraña sensación en su pecho, no se encontraría en esa situación. Al principio solo le había parecido raro que Yura no le contestara los mensajes, no quiso darle importancia, más cuando al llamar el teléfono indicaba estar apagado supo que algo no andaba bien. A su mente llegaron muchas posibilidades, pero jamás pensó que el rubio estuviese camino al aeropuerto...

Entendía que no podía quedarse en Canadá para siempre, pero, ¿Por qué no le había avisado? Llamo a Viktor preguntándole por el paradero de Yuri, cuando el ruso le dijo que su vuelo de vuelta a Rusia salía en unos veinte minutos colgó de inmediato la llamada, se negaba a creerlo, así que llamo a Mila, la chica le dijo exactamente lo mismo; Parecía ser el único que no estaba enterado de ello. El corazón le palpitaba desbocado, no tenía idea de cuánto tiempo llevaba corriendo, pero sabía que estaba cerca del dichoso aeropuerto, la sensación de hogo era apaciguada por ese dolor que sentía en el pecho; Era un dolor pequeño, como el de una aguja siendo incrustada. Choco con una mujer, apenas y se disculpó siguió su camino, claro la mujer le grito algunas groserías en ingles que no se detuvo a entender.

Entro al aeropuerto, corrió por los pasillos, sus tenis rechinaban contra el piso, buscando desesperado una melena rubia en alguna parte del enorme edificio. Por su puesto, cualquiera sabría que eso era más que imposible, pero en ese momento él no estaba escuchando a su lado razonable, estaba escuchando y siendo guiado por su corazón. Pasaba a lado de las personas, empujándolas en ocasiones, chocando una y otra vez, pisando decenas y decenas de zapatos. ¿Por qué lo hacía? ¿Por que no solo se iba a su hotel? ¿Cuándo se había hecho tan impulsivo? Resbalo y apenas su cuerpo choco contra el piso, quiso llorar, sintió ese molesto nudo en la garganta, sus emociones estaban revueltas, apenas y podía pensar claramente, la frustración lo hizo sentir vulnerable, tan vulnerable que solo quería abrazarse así mismo en el piso y llorar.

Llorar por que no entendía.

Maldición, era un hombre, un hombre de 18 años, un gran patinador y héroe de Kazajistán y el solo pensar en querer llorar lo hacía sentirse aún peor.

No entendía que había hecho.

Las personas pasaban a su alrededor, algunos se detenían a mirarlo unos cuantos instantes antes de volver a sus vidas. No quería ni pensar en cómo se veía, no quería pensar en lo patético que era, siendo controlado por un niño de tan solo 15 años. No es que se llevaran muchos años, pero... Bueno él era legal ¿No?

O que no había hecho.

Alzo un poco la mirada, podía ver a la gente pasar a su lado, frente a él, ignorándolo por completo. Se sentía tan... Pequeño. Quiso ponerse de pie y apenas se levantó un poco lo vio: La melena rubia que tanto estaba buscando, apenas y sintió cuando cuando ya estaba corriendo en dirección a ese muchacho. Quiso gritar, pero se contuvo, apenas llego, toco el hombro del muchacho de espaldas.

-Yuri...- Jadeo.

El chico se dio vuelta, encarando a Otabek. El rostro de confusión del chico no era comparable con el del kazajo.

- ¿Disculpa?

Ese no era su Yuri.

Si, era rubio y tenía el cabello con un corte similar, tenía la piel blanca y una estatura semejante. Pero... Los ojos eran azules y no verdes. Creyó escuchar el sonido de su propio corazón rompiéndose en mil pedazos.

-Perdona, te confundí con otra persona- No sonrió ni mucho menos, solo se dio la vuelta.

-Claro... No hay problema- No volvió la vista al chico, no podía hacer eso, sentía su vista nublarse, no quería que el chico viera sus ojos cristalizados.

Omisiones ⁕M-Preg⁕ ⁕Otayuri⁕Where stories live. Discover now