A penas me despedí de Luciana, o Sofía, pensaba en irme a dormir para reponer un poco las horas de descanso, pero de a poco me fue ganando la curiosidad y pensé ir a visitar a mi madre, y obviamente a Dani.
Camino más largo, pero me meto a través de un viejo bosque, quiero revivir aquellos momentos de chico cuando hacía mountain bike en la bajada de la montaña, y de los cerros de la ciudad. Es una sensación indescriptible, el viento soplando en el pelo, el temor de caerse en una bajada muy peligrosa rápidamente disipado por la adrenalina que hace latir el corazón como si se fuera a salir del pecho, eso de, por un poco de tiempo, sentirse vivo por dentro.
No demoro mucho en cruzarlo y ahorrarme cuatro kilómetros de calles para volver a la ciudad, a diez minutos de la casa de mi madre, luego de una microaventura y con el corazón agitado, demoro muy poco en llegar. A penas abro la puerta mi madre me saluda con un abrazo,
-¡Hijo! ¡Que bueno que vienes! ¡Ya te estaba extrañando!
-Si ma, hacía como dos días que no venía- Le respondo en tono de broma pero también un poco irónico, pero bueno, así son las madres.
-¡Tres! ¡Hacía tres días!
-Oh bueno ma, perdón, prometo venir más seguido.
-Si, pasa, pero, ¿Por qué no me avisaste que venías? Te habríamos esperado para almorzar.
-Tranquila ma, ya almorcé y comí algo en la casa de una amiga.
-Oh, ¿Una amiga? ¿Cómo no sabía nada de eso???
-Madres...- Murmuré haciendo entender mi pensamiento.
-Bueno, bueno, ya entendí, ven, ve a saludar a Dani que ha estado hablando de ti toda la mañana, mientras te preparo un café.
-¡Gracias ma!
Me dirijo a el cuarto de Dani para saludarla mientras escucho...
-¡Paboooooo!!!!!- Creo que nadie ha sentido tanta emoción al verme, grita mientras deja caer un libro al suelo.
-¡Te estaba esperando!- me dice -¡por fin llegas!- ¿Me estaba esperando? ¿Cómo sabía que vendría?
-¡Estabas leyendo!- Digo tratando de ignorar lo extraño que me siento -¡Que niña tan culta!
-Si Pabo, estoy conociendo a Dios.- ¿Conociendo a Dios? ¿Esto puede volverse más extraño? Aunque a esta altura es muy difícil sorprenderme, cuando me acerco al libro caído era una Biblia.
-¿No eres muy chica para leer estos libros?- Nunca leí una Biblia, más allá de lo que nos han enseñado en clase de Literatura, pero no como catequesis, sino solo un libro, pero ¿Qué hay atrás de todo esto?
-Sabes- me dice Dani con mucha seriedad, -He estado hablando con Dios, él me dijo que te diga que no te preocupes, que tus sombras tratan de hacerte mal, pero en ti está el poder para vencerlas, no tienes que entenderlas, solo aceptarlas, cuando aceptes tus diferencias, cuando aceptes que no eres como los demás, cuando aceptes que eres único, esas sombras se irán y no te molestarán.- Mi corazón se agitó aún más que cuando iba bajando por los caminos entre los cerros, ¿cómo se supone que debo entender esto?
-¿Eso te dijo Dios para mi? Que considerado de su parte, agradecele por mi, niña linda.- Mis reacciones intentan ignorar todo aunque mi corazón late como si fuera a tener taquicardia.
-Tú también puedes hablar con él- me dice, ¿Yo hablar con Dios? ¿Cómo? Pero más allá de todo eso, ¿Qué o quién es Dios? Un alma, un ser, un espíritu, ¿Es el de la Biblia o el del Qoran? O quizás no sea ninguno de ellos y sea otro que nadie conoce o escribió sobre él, ¿Qué dios se revelaría en un libro? Y si lo hace, ¿No deberíamos tener otras pruebas? Hay mucha gente que no sabe leer, otra tanta no tiene acceso a libros, pero ¿Hay un dios? No podría la Analogía de la Tetera de Russell ser suficiente para explicar por qué la gente cree en Dios. No el dios de la Biblia ni el del Qoran, o el Popol Vuh, sino un dios, bueno, Dani me dice que habla con Dios y le conoce, eso debería servir como prueba... ¿O no?
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Charlas de cafeteria: y si mañana te vas?
Roman pour AdolescentsPrimera parte de la serie de charlas de la cafetería de una escuela preparatoria, un chico que busca respuestas a sus preguntas existenciales, mientras que a la vez se entristece al sentirse raro, por preocuparse por cosas a las que nadie parece pre...