4-Un regreso a casa tranquilo con nuestro nuevo amigo Peter

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Estaba casi sonámbula siguiendo a Julia que me llevaba por el brazo. El escándalo mezclado con la confusión y el miedo por mi amiga no me dejaban pensar. No estaba segura de sí yo me movía o si era el resto del mundo y yo estaba congelada en el lugar.

La vista se me comenzó a nublar, ya solo podía distinguir manchas de colores que no tenían forma alguna rodeados de una completa oscuridad. El ruido que antes inundaba mis oídos y me taladraba la cabeza ahora se encontraba lejos y cada vez era más indefinida, como si de un simple recuerdo se tratase. Y ya no se veía ni rastro de luz. El zumbido que quedaba en mis oídos resulto opaca do por uno de una placa liviana que asedia. Dejo entrar la luz del exterior, cerré los ojos casi por instinto. Tarde unos segundo en entender que estaba en el exterior, luego de unos minutos mi vista se acostumbro nuevamente y la consunción que antes nublaba mi mente se dispersa y empiezo a caer en lo que sucede.

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Estábamos afuera del edificio, se veían las luces rojas de las patrullas de vigías que llegan ante el escándalo, no estoy segura de que tan grande fue la explosión pero minino debió de ser llamativa para algún vecino para que los convocara. Estamos en una salida lateral, desde allí escuchamos como rompen las puerta de la entrada y las calles se inundan de venecianos aterrados y confundidos que piden ayuda a gritos para encontrar a sus grupos e interrogan a los demás en busca de información. Analicé a cada uno con la mirada buscando a mi amiga, pero no tendré éxito. Julia y yo estamos sentadas en el escalón junto a la puerta, Natalia es la que se encuentra en peor estado, mareada y confundido solo en pie gracias a la ayuda de nuestro gigantesco nuevo amigo " Peter", que la sostenía por los hombros. Me llamo que no tuviera más que un nombre, uno que no era acompañado por un apellido "Que clase de veneciano es él".

Pude distinguir que era de Venus por su mandíbula, de color verde claro. Es lo único que se le ve, su cara esta cubierta de la nariz hacia arriba por su visor, un artefacto en forma de casco que utilizan quienes se encargan de la seguridad. Lleva puesto un traje, camisa, corbata, zapatos y guantes de cuero, todo completamente negro. Era difícil distinguirlo en la oscuridad de la noche. Natalia comenzó a recuperarse y yo le di mi lugar, me apoyé en la pared y él se aclaro la garganta.

—Tienen que volver a casa de la veneciana.

—¿¡Qué?! ¡¡Pero no podemos!! Aún no la encontramos.—Me queje en un grito que pareció romperle los tímpanos a mis hermanas.

—Ella ya no se encuentra en esta instalación—La frialdad en la formalidad de sus expresiones me llena de ira.—Deben irse, allá encontraran respuestas.

—¿¡Cómo lo sabes!? Podría seguir adentro, ¡Tal vez incluso inconsciente!—Julia estalla, parece haber estado trabajando mucho en esas teorías, y no es la única, por la mirada de Natalia me dí cuenta de que las tres coincidimos en la idea de quedarnos a buscarla.

—Créanme, ya no esta ahí, un compañero me lo confirmo.

—¿¡Y cuando pasó eso que yo no lo vi!?—Replico Julia irritada mientras se incorporaba.

—Estaban en un estado de inercia como resultado de la confusión y el pánico. No me sorprendería que no recuerden nada de nuestro escape de este... bar fiestero.—Dijo mirando las paredes del lugar detrás nuestro. Su desprecio hacia él me resulta sospechoso, ¿Si tanto lo odia porque estaba allí?—Su amiga deja una llave auxiliar debajo de un adorno en la puerta.

—¿¡Cómo sabes eso!?—Natalia se nos adelantó, pero tuvo que volver a sentarse luego haberse puesto de pie tan deprisa a la conversación.

Perdidas en el sistemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora