Me gusta recordar el tiempo en el que soñaba con una vida mejor. Una como las que nos mostraban los documentales educativos de los otros planetas. Que pasaban las tardes libres en la vieja televisión de la guardería. Las pocas televisiones que hay en Marte están en su mayoría en guarderías, tampoco es que haya muchos canales. Pagar por los satélites es muy costoso, las televisiones ya son un lujo. Por eso las raras veces que las prendían solo pasaban ese canal. Tal vez de haber sido más cuidadosa, de haber mantenido mis ambiciones ocultas, ellas habrían sobrevivido más tiempo. Pero las ilusiones de una pequeña niña que desconoce el riesgo de que alguien descubra su existencia. Y tarde o temprano serán descubiertas y apagadas.
Una tarde de invera (estación del año resultado de su cercanía del planeta y el sol) la tarde libre se adelanto debido a que no había suficientes tutoraes. Una estaba comprando, la otra nos cuidaba y la tercera tenía la mano rota por un incidente en la clase de ingeniería de motores avanzada que habíamos tenido hacía unos días. Yo estaba recostada en el suelo y miraba un programa sobre los nuevos senadores de Sistema (todos de Júpiter, claro), mientras veía pasar por la pantalla la casa más lujosa y hermosa que hubiera podido imaginar, intercalándose con las imágenes de una entrevista improvisada a la hija de uno de los nuevos tres presidentes, porque a los periodistas les parecía muy tierna. Tan hipnotizada como estaba no note la llegada de la señora Marívez. Con ciento veinticinco años de edad era la cuidadora más vieja que teníamos. Y debido a que estaba encobrada, sumado a su baja estatura natura, con tan solo seis años podía alcanzar su barbilla.
— ¿Qué estas haciendo?— Su seca voz, cargada de un tono mezcla de pena y regaño me hizo incorporarme rápidamente para tapar el televisor.
— Ay querida, tu ya sabes que eso jamás pasara. Eres marciana, nosotros no aspiramos a la grandeza. Estamos aquí para una vida de trabajo duro y sacrificio. Hacemos que vidas mejores sean posibles, que un sistema mejor pueda existir.
— ¡Sí, uno que no podemos alcanzar! ¿¡Porqué trabajaría si se que yo jamas podre gozarlo, si alguien más lo hará?!— La simple idea me resultaba absurda.
— ¿¡Es que acaso te hemos criado para ser una niña tan egoísta?!— A pesar de que no gritamos, para ese momento habíamos levantado la voz lo suficiente para llamar la atención de los otros niños en la sala. — ¿Es que acaso prefieres que nadie sea feliz? ¿Un sistema lleno de desesperanza es lo que quieres?
— ¿Pero Porque debo hacerlo yo solo porque nací aquí?— Comenzaba a perder fuerza para discutir después de su ultima respuesta. Tampoco quería que nadie fuera feliz pero... yo también quería esperanza.
— ¿Y quien va a hacerlo sino? ¿Ella?— Dijo con un tono de incredulidad e incluso burla mientras señalaba a la niña de la pantalla que hablaba de lo bueno y justo que era su papa- que gran ironía-. Viendo mi falta de respuesta relajo sus hombros y se dio la vuelta para irse. Yo me eche en el suelo resignada.
— Ojala hubiera nacido en Júpiter.— Exclame pateando una piedra cercana.
— Sera que algún día entenderás lo que siempre te decimos.— Dijo ella sin dejar de darme la espalda pero levantando su dedo como cuando remarcaba las lecciones.— Todos nacemos...
— Donde debemos nacer— Dije con algo de hartazgo terminando la frase que ya había oído miles de veces.
— Muy bien, para recompensas esta la otra vida. Quien sabe, si trabajas duro tal vez renazcas allá, aunque para ello hay que esforzarse mucho, por algo hay tantos de nosotros y tan pocos de ellos.
Después de esa charla pase algunos días frustrada por lo que había denominado "estupidez marciana". Hasta que una tarde a Julia y a mi nos toco acompañar a la tutora al almacén para ayudarla a traer las bolsas con la comida para toda nuestra estancia. En Marte cada grupo se reparte en generaciones que viven juntos desde el nacimiento con tres tutores mayores. De esta forma se genera una colaboración de grupo perfectamente sincronizado. Hasta que somos capaces de trabajar se nos da un bono para los gastos básicos, al que se le puede restar dinero si un niño rompe una regla o causa problemas o daños públicos. En el futuro cuando trabajamos nuestro sueldo es colaborativo, todo va para la cuenta de gastos de la pequeña comunidad generacional. Una multa de parte de algún miembro por mal comportamiento podría, por más pequeña que fuera, dejarnos sin cena varios días.
La tutora estaba dentro comprando mientras nosotras esperábamos afuera su llamado, para que no se nos ocurriera pedirle alguna golosina o almuerzo en particular por verlo por ahí. Yo estaba tonteando con las sombras de mis dedos, muerta de aburrimiento, cuando ella se me acerco con su típica sonrisa picara que ponía cuando iba a contarme un nuevo rumor. Yo sonreí y frote mis manos ansiosa por escucharla. Las palabras no hacen falta cuando te conoces desde recién nacida (en nuestro caso es literal).
— ¿Sabes? Agu dice que la vez pasada cuando le toco acompañar a Cecilia— La tutora— Se asomo por la puerta y la vio con el vendedorer.
— Osea que la vio comprando. ¡Oh por Júpiter! Jamás lo hubiera pensado. — Exclamé con sarcasmo perdiendo el interés en lo que para mi era una obviedad.
— ¡No, tonta! ¡Besándose! — Julia pasaba mucho tiempo con Agu, otra niña de la guardería y una amante del chisme. Resulta que una tarea extra de Cecilia era limpiar una casa de una familia de Júpiter dueña de hectáreas de la zona. Para nuestra tragedia ella fue la tutora a la que el accidente del micro-generador hidroeléctrico mal construido por un grupo de niños en una clase le había roto la muñeca. El accidente también nos recortaba parte del presupuesto y aquella tarea podía pagar los gastos. Para no perder el ingreso ella le ofreció que eligiera a uno de nosotros para ir en su lugar,Perder a una tutora y tener a la otra lisiada contra veintinueve niños no era una opción. La mujer eligió a Agu quien estuvo muy feliz con la idea de visitar el mundo de los ricos. Como para los miembros de la familia Agu era lo mismo que una escoba ella fue presente de muchos insultos y coqueteos que luego esparciría de regreso en la guardería. Esto y el hecho de que su trabajo de tres semanas hasta que la profesora recupero sus cinco dedos no solo no nos dejo sin cena, sino que incluso nos dio una tarde de postre.
— ¿¡Qué!?— Me puse de pie de un salto y Julia me tapo la boca para evitar que gritara más de lo que ya lo había hecho.
— ¿Todo bien ahí afuera? — Nos pregunto la tutora desde adentro.
— ¡Sí, señorita!— Respondimos al unisono antes de seguir nuestra conversación en susurros.
— ¿Pero que ella no tenía de compañero reproductorio a otro? Y si mal recuerdo ya tuvieron hijos.
— Sí, pero creo que no le importo.
— Ay debe ser un estúpido invento de Agu.— Contesté incrédula.
— ¿Quieres averiguarlo?
Procurando no hacer ruido nos asomamos por el marco de entrada y vimos con decepción que, en efecto, Agu lo había inventado. Para la desgracia de nuestras jóvenes e impresionables mentes escuchamos parte de la conversación.
— ¿Ciento Ochenta solares por cinco tromatos? Pero si se cosechan aquí y por muchísimo menos.
— Lo siento señora, es por la falta de impuestos. Si no tiene una tarjeta de inmigrante deberá pagar al precio marciano.
Después de eso dejamos de espiarlos pero el mensaje quedo bien impreso en nuestras pequeñas cabezas. Ese fue el día en el que me dí cuenta de lo que valíamos a los ojos del sistema, nada. El Sistema no se moriría por mí, pero yo si por él. Siempre me iban a decir que era basura o que por mi cuenta no tenía valor para que al final me lo creyera y no me separa del grupo. Pero no era verdad.
Cuando niña estaba muy convencida de ello, en mi pequeña mente revolucionaria esa idea estaba bien plantada. Y quieren saber algo. Para el momento en que dormía plácidamente en aquellos cómodos sillones de primera clase viajando, por primera vez en mi vida, a Júpiter. Yo casi había perdido esa convicción. Yo me creía el cuento de Júpiter. Pero todo lo que sube tiene que bajar, o eso dicen.
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Perdidas en el sistema
AdventureMarte es el hábitat natural de la clase mas pobre de todo el Sistema. Los explotados trabajadores marcianos están desinformados. Son tan buenos ingenieros e humildes que son, en cierta forma, un chiste para el resto del sistema. A tal volumen que so...