6-De visita por Júpiter.

30 5 26
                                    

El tiempo pasa rápido en aquel planeta, por lo que cuando los seis, nosotras tres, Julieta y dos vigías (uno de ellos era el marciano), llegamos había algo más de jupiterinos andando por las calles, siempre en grupos y con despampanantes trajes algo más corto de lo esperaba que alguien usara para ir por la calle. Un predominante uso del blanco y el dorado, sin mencionar las plumas. Para mi gusto el lugar era muy frió, a pesar de eso a ellos no parecía molestarles, algunos incluso llevaban micro sopladores que volaban frente a ellos.  A pesar del incremento seguían sin superar el numero de estatuas negras que estaban fijas en las calles. Sus modernos visores como gafas permitían ver sus rostros dándoles algo de vida.  Los jupiterinos que notaban nuestra presencia soltaban murmullos entre ellos seguidos de expresiones de asco y horror sin disimulo alguno. Cuando veía sus ojos clavarse en mi bajaba la vista. Nadie había ordenado el desayuno, según ella era el mejor de la ciudad. Y ahora esperábamos a que nos lo trajeran en silencio. Yo estaba sentada junto a la ventana.

Las calles estaban llenas de grandes establecimientos, de un blanco pulcro ya que por su valor histórico era mantenidas en perfecto estado con constantes restauraciones. De fondo a la luz del sol se veían las sombras de múltiples lunas y cada tanto las piedras de los anillos pasaban y yo los seguía con la vista. De pronto vi surgir desde el marco tres figuras que a pesar de su contraste con el entorno pasaban como fantasmas, evitando a los grupos transeúntes sin que nadie mas que nosotras se fijara en ellos. Dos de ellos eran altos y el tercero bastante más bajos, estaban cubiertos de pies a cabeza con largos velos de tela negros que les cubría la cara, los tres tenían jorobas bajo las ropas. Era como si no quisieran que se viera quienes eran. Los seguí con la vista esperando que se voltearan pero no lo hicieron, siguieron siempre cabizbajos.

— Son marcianos— Explico Julieta, me di la vuelta de un sobresalto al hacerlo Julia y Natalia también lo hicieron.

— ¿Que pasa?— Me pregunto Natalia. la plutónica sonreía burlona.

— Nada— Dije, confundida, algo me decía que esa chica ocultaba algo. Recordé a los fantasmas de hace un rato. Los hombres de Marte son de los más altos, por otro lado las mujeres son mas bajas pero más corpulentas, y sus jorobas eran sus mochilas, los marcianos tendemos a llevarlas a todos lados. Nunca creí que vería a uno ser un vigía, y menos uno tan importante como para escoltar a la líder de toda la seguridad del sistema. Aunque su titulo fuera nada, literalmente. Junto a ella el marciano pareció sonreír, aunque solo por un segundo. "Los marcianos no ascienden" .

Volví la vista a la ventana, a aquellas calles tan pulcras, y entendí. Se espantaban por nuestra presencia, por nuestro atrevimiento, porque nos sentábamos junto a ellos, porque los veíamos a las caras, porque no nos tapábamos, no ocultábamos lo que eramos. En ese momento me avergoncé, sentí asco de mi misma, me repugnaba el haber bajado la cabeza cuando mi mirada se cruzó con las suyas. Sentí un familiar sabor amargo en la boca, uno que hace tanto no sentía, que casi lo había olvidado. Odio, desprecio por aquellos que alguna vez había deseado ser. Pero no era como en Venus, era genuino, propio y conocido.

La mecerá llegó con nuestros desayunos para nosotras y bebidas calientes para las cuatro. Ella nos indicó que comamos algo antes de seguir. Según ella pidió que no nos enviaran comida de la nave para traernos a desayunar a aquel sitió. Todo estaba delicioso, aunque tomo mucho voluntad terminar los enormes platillos. Estábamos terminando cuando ella tosió para llamarnos la atención.

—Muy bien, ahora podemos ir a lo que nos importa. El vídeo que les mandé era de una de nuestras cámaras, por desgracia no pudimos captar nada más. Pero creemos que su amiga es la clave para encontrar a los demás desaparecidos. Pero necesitare su ayuda. El plan es que vayan a investigar por nosotros, son más desapercibidas, ver a alguien de cualquier planeta en alguien que oculta algo provocaría su silencio inmediato, pero nadie se cuida de los marcianos. Nosotros los cuidaríamos y les pasaríamos información, claro. Además nadie dudara de que tengan un móvil para estar en donde estén, todos necesitan mecánicos ¿Oh no? ¡Es un plan a prueba de fallas! Pero claro pueden negarse.— Su voz me resulto vagamente familiar, pero estaba muy segura de que era la primera vez que me encontraba con ella, o casi.

Perdidas en el sistemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora