En Marte existe un lugar llamado "El Hueco", y ya de por sí no suena como el mejor lugar para vivir, pero allí crecí yo. El Hueco son un grupo de comunas ubicadas en la falda y ladera del volcán más grande de nuestro sistema solar entero (incluyendo a la Tierra), el cual por cierto esta activo. En los últimos años llamo en cierta forma la atención por lo popularmente llamado "la explosión barata de Marte". Pero antes empezare a contarles un poco sobre mi, porque sino tal vez aquella tragedia les resulte indiferente, dirán que pena por costumbre y no entenderán las verdaderas penurias de quienes quedamos. Quienes no querrían haberlo hecho pero no rinden con la vida.
Yo comencé a trabajar antes de los trece años, la edad predeterminada por ser el momento en el que dejas de ser un niño, y cuando te vuelves capaz de tener empleo. En mi comuna era el más débil en la mayoría de las actividades de ingeniería o fuerza física, pero yo quería ser útil y ayudar, así que a una muy corta edad comencé en tareas extras. Los grandes trabajos no aceptarían a un niño, por lo que tuve que buscar empleo en una casa de terratenientus jupiterinos. Yo y mi hermano Sebas trabajamos allí por algún tiempo para conseguir algo de apoyo. Las comunas del hueco no reciben bonos más grandes porque eso impulsaría la desigualdad pero deben pagar un impuesto para el mantenimiento de la fosa, el cual es un gasto considerable. La Fosa es una muro de tres metros que rodea el volcán para detener la lava en caso de erupción. Una sanción al integrante de alguna comuna puede conllevar que no puedan pagarlo y eso nos pondría a todos en peligro. Con lo que ganábamos a veces pagábamos lo que le faltaba a otros. El riesgo de vida a muerte puede volverte más que solidario cuando siempre esta presente. Esto siempre genero que el Hueco sea la zona más pobre de Marte.
En la sala de lo que para mi en ese entonces era la casa más grande que había visto en mi vida. Había una enorme pantalla utilizada como televisión, mil veces más moderna que la caja de metal que había en la guardería, la cual nunca utilizábamos. A veces fingía limpiar los adornos de se encontraban en las repisas detrás de las butacas de sade (material muy suave para tapizar), cuando algún miembro de la familia miraba sus programas para poder verlos yo también. Cientos de series de entretenimiento con personas de casi todo el Sistema en las tramas más diversas. Y podía enterarme de todo lo que sucedía con el noticiario que pasaban por la tarde cuando el padrer de la casa se sentaba y lo encendía cada día. Aunque no entendía la mayoría termine siguiendo algunas. Luego la tramas se volvían grandes historias que contar en la guardería junto a Sebas quien me ayudaba cuando yo olvidaba alguna parte o el nombre de un personaje. A los cuidadores le gustaba enterarse de algo fuera del Hueco para variar. Aunque también me fascinaba el suave piso de midra bajo los pies, lustroso y delicado, no como el áspero suelo de piedra al que estaba acostumbrado. Y cuando nadie miraba me quitaba el calzado de trabajo y disfrutaba la sensación por algunos segundos.
En la casa también vivía una pequeña niña que casi nunca salía de su cuarto. Pero cuando lo hacía parecía un fantasma, a nadie en la casa parecía importarle, aunque cada cosa que pedía se le concedía. Ella era bastante agradable aunque a veces sus comentarios fueran pre juiciosos, solo eran ecos de las que el resto de los habitantes de la enorme casa habían exclamado alguna vez frente a ella. Era algo más chica que yo y solíamos charlar mientras limpiábamos, los tres eramos muy amigos de chicos. Como los personajes de los libros que leíamos en la guardería o películas de los que ella solía hablar.
Un día me pregunté porque no podíamos tener grandes cosas como esas nosotros, así que le pregunte a Sebas sobre mis inquietudes pero no me dejo muy satisfecho. Él compartía mis ideas, pero los denominaba un sueño muy lejano. Un día decidí preguntarle a un cuidador cuando llego mi sueldo.
—Ey, muchacho se ve que has trabajado mucho, sigue así y renacerás en un hermoso hogar.
—¿Porqué no podemos tener uno ahora?— Su expresión parecía divertida, como si estuviera diciendo algo extremadamente absurdo, como que quería vivir en la Tierra.
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Perdidas en el sistema
AvontuurMarte es el hábitat natural de la clase mas pobre de todo el Sistema. Los explotados trabajadores marcianos están desinformados. Son tan buenos ingenieros e humildes que son, en cierta forma, un chiste para el resto del sistema. A tal volumen que so...