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Capítulo uno.

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Capítulo 1

Caballero en pantalones

Sam pensaba que su mala suerte había terminado, pero pronto cambió de parecer. Su mala suerte todavía corría, fuerte y rápida. Después de ir a coger su horario y libros, encontró su dormitorio. Se quedó frente a la puerta de roble andino mientras se alisaba con rapidez el pelo que había recortado torpemente con unas tijeras y extendió la mano hacia el pomo de la puerta.

Luego miró hacia abajo otra vez y presionó las manos por su ropa, abrochando la vieja camisa de su padre para asegurarse de que su escote quedaba completamente tapado, el cual había tratado de ocultar con viejos vendajes que había robado del botiquín de su tío. Realmente esperaba que su compañero de cuarto fuera agradable y no demasiado atento a los detalles. Tomando una respiración profunda, giró el pomo de la puerta y ésta se desbloqueó. Con una sonrisa vacilante, entró y se detuvo en seco.

Un chico alto y de su edad levantó la vista, sorprendido. Su cabello oscuro todavía estaba húmedo por la ducha y sus claros ojos azules penetraron los de ella. Sam desvió la mirada hacia su pecho desnudo y bronceado y sintió sus mejillas ardiendo. Evidentemente estaba en proceso de vestirse. Gracias a Dios que ya tenía puestos unos pantalones.

—L—lo siento —susurró y dio un portazo.

Se apoyó en la puerta y se cubrió la cara con vergüenza. ¡Estúpida, estúpida, estúpida! ¿Por qué no llamaste antes de entrar? Estúpida, estúpida, estúpida.

—¡Ay! —De repente, cayó hacia atrás cuando la puerta se abrió bruscamente. Tropezando, se estrelló contra algo sólidamente cálido y escuchó un suave gruñido. Su compañero de cuarto la tomó en sus brazos para sostenerla y alzó la vista hacia un par de ojos irritados.

Con la boca abierta, se giró y se disculpó de nuevo.

Soy una idiota.

Vincent levantó una ceja mientras se apoyaba en el marco de la puerta. El pequeño chico continuó susurrándole disculpas, casi inclinado cuando terminó. Los labios de Vincent se curvaron divertidos antes de enviarle una mirada fría y aburrida.

—Supongo que eres Sam Curtis... ¿el chico nuevo? —dijo, arrastrando las palabras.

El chico asintió, retorciendo sus manos y manteniendo los ojos bajos. Vincent frunció el ceño mientras estudiaba a su nuevo compañero de cuarto. Este tipo es un manojo de nervios. Será bastante fácil deshacerse de él. No es como el sabelotodo que estuvo aquí la última vez. Este saldrá de aquí antes de que acabe la semana. Entonces, suspiró dramáticamente. Y tenía esperanzas de un desafío.

Era bien sabido en todo el campus que el cuerpo estudiantil estaba dividido en dos secciones principales: o estabas del lado de Vincent Grenford o estabas en contra de él, es decir, del lado de su rival, del lado de Tristán Harland. Entre ellos, era su juego favorito el reclutar a los novatos en sus lados o echarlos. Hoy, Vincent estaba de humor para elegir lo último.

Él asintió con la cabeza enérgicamente.

—Te diría que te pongas cómodo... pero una vez más, no habrá necesidad. No estarás aquí por mucho tiempo.

Sam miró desconcertado mientras la puerta se cerraba detrás del chico alto y guapo. ¿Qué quiere decir con eso? Ya sabía yo que era mucho pedir tener un buen compañero de cuarto. Se quitó un mechón del flequillo de los ojos en señal de derrota y se giró. La habitación estaba ordenada, al menos. Su compañero de habitación tenía todo sorprendentemente bien organizado para ser un chico. Por otra parte, no tengo mucho para comparar. Papá, Terry, tío Frank... Sus dientes se tensaron y una vez más, volvió su atención a la habitación. Apretando los labios, se dirigió hacia su lado de la habitación y comenzó a guardar sus pocas pertenencias.

☘ ☘ ☘ ☘

Vincent caminó por el césped, metiendo las manos en los bolsillos. Por el rabillo del ojo, captó un ligero movimiento y rápidamente se volvió para atrapar el balón que su mejor amigo, Jack, le arrojó.

Jack se rio.

—Maldición, y aquí estaba yo, esperando darte una pequeña conmoción cerebral.

—Vete al infierno, bastardo —replicó Vincent con un movimiento de sus ojos.

—¿Qué pasa?

Él supo de inmediato lo que su amigo estaba preguntando. Se encogió de hombros.

—Está perdido. Demasiado pequeño y débil como para unirse a nosotros. Se llama Sam. Pelo marrón, ojos azules, a una pulgada de distancia de un ataque de nervios.

Jack frunció el ceño.

—¿Tan molesto es?

—En realidad no —reflexionó Vincent—. Creo que en realidad podría ser un tipo muy agradable. Lástima que sea tan nervioso y silencioso. Entró mientras me estaba cambiando y huyó de la habitación con la cara roja como un volcán. —Vincent sonrió divertido. Continuaron su camino a través del campo verde meticulosamente cuidado, con el olor de la hierba recién cortada en el aire. Otros estudiantes que se acercaban dieron media vuelta, huyendo de los dos chicos.

Jack se rio, ajeno a los otros chicos que huían en la distancia.

—Tal vez es gay. Echó un vistazo a tu pequeño ser sexy y se desmayó. Ten cuidado esta noche.

—Ja, ja, eres muy gracioso. —Vincent le devolvió la pelota a Jack—. La verdad, no creo que sea tan malo. —Se encogió de hombros—. Esta vez no deberíamos ser tan duros. Solo bromas menores. Ya me siento mal por él, no es como ese cuatro ojos que estuvo aquí la última vez. —Arrugó la nariz—. Señor, qué molesto era. No dejaba de ladrar todo el rato.

—Quizás también le gustabas...

—Estoy tan cerca de conectar mi puño con tu cara.

—Me callo.

El secreto de Sam (FA#1) | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora