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Capítulo cinco.

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Capítulo 5

Pensamientos Confusos

—Oh, pobrecito, debes sentir mucho dolor —dijo la enfermera Clairol, una señora maternal con el pelo castaño y una cálida sonrisa.

De repente, parecía amenazadora cuando se volvió hacia Tristán.

—Qué vergüenza, chicos. Jugáis demasiado rudo.

Tristán retrocedió con una sonrisa incómoda, pasando una mano a través de sus mechones rubios de forma tímida.

—Lo siento, señorita Clairol.

Ella asintió, aplacada por el momento. Su voz se suavizó cuando sonrió a Sam.

—Déjame ver lo malo que es. —Sus manos alcanzaron la camisa de Sam y ella sacudió la cabeza, apartando las manos del dobladillo.

—Está bien. Solo es un dolorcito. Me encuentro bien.

La enfermera Clairol frunció el ceño.

—Aun así, creo que es mejor si...

—No hace falta.

—Creo que deberíamos comprobar...

—No, de verdad que estoy bien.

—Sabes que esto es estrictamente profesional y no hay nada que temer...

Sam esquivó sus manos y casi corrió hacia la puerta.

—Es bueno saberlo, pero no hace falta, gracias. —La puerta se cerró de golpe.

Sam suspiró al mismo y se apoyó contra la puerta al mismo tiempo que la campana sonó, señalando el final del día. Caminó con dificultad por las escaleras hasta su dormitorio. Se quitó un mechón de pelo castaño de la cara y cerró la puerta con una patada. Bueno, su primer día había sido sin duda... memorable. Hasta ahora, se había encontrado con un chico medio desnudo, se había estrellado con un chico guapo, fue secuestrada por un chico bisexual, se encerró en un vestuario lleno de chicos guapos medio desnudos y, para rematar, consiguió volar por los aires gracias a la ayuda de dos chicos no tan guapos. Sí, lleno de acontecimientos.

Miró alrededor de la habitación. El amplio dormitorio era más como un hotel con paredes encaladas, una hermosa vista de un denso bosque fuera de la ventana y brillantes escritorios de caoba. Había dos armarios separados y dos cómodas camas. No solo había un espacioso baño, sino también una pequeña cocinita, aunque dudaba que alguno de estos chicos la utilizara. Ella miró hacia el lado de su compañero de cuarto. Probablemente Vincent también compró ese enorme televisor. Dios, esto es probablemente la mitad del tamaño de mi antigua casa. Se dejó caer sobre la cama y se estiró perezosamente. Creo que hoy me voy a saltar la cena. Tengo mucho que hacer: tarea, estudiar, ponerme al día después de mi atraso por llegar tarde, desempacar la ropa y organizarme... Cinco minutos después, estaba profundamente dormida.

—Hola, Sammy.

Sus ojos se abrieron y se sentó para ver a su hermano sonriéndole.

—¡Terry! ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Él rio y agitó sus brazos alrededor en un movimiento fluido.

—¿De qué estás hablando? Siempre he estado aquí.

Ella parpadeó confundida. Suspiró y se pasó la mano por el desordenado cabello marrón. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. A pesar de que ahora se alzaba sobre ella y sus pecas ya no eran tan prominentes, para ella, siempre seguiría siendo su hermanito con las mejillas redondas y rojizas.

El secreto de Sam (FA#1) | ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora