El secreto de Sam (FA#1) | ✓

Capítulo dos.

Capítulo 2

Una travesura

Tristán Harland entrecerró los ojos al sol, su mano se deslizó por su cabello y soltó un suspiro de cansancio. Marvin parloteó a su lado y trató de ignorarlo, acelerando sus pasos. Marvin, un individuo pequeño y delgado con el pelo grasiento, era demasiado rico para su propio bien. Por alguna razón, estaba demasiado emocionado por seguir a Tristán, convirtiendo en su hobby halagar a su ídolo obsequiosamente. La mitad del tiempo, Tristán solo quería dejarlo sin sentido.

—¡La forma en que le dijiste eso a Grenford el otro día fue increíble! ¿Viste su cara? —Marvin se rio, recordándole a Tristán el balido de una cabra—. ¡No tenía precio!

Con otro suspiro, Tristán dobló la esquina, pero se tambaleó hacia atrás cuando alguien se estrelló contra él. Un chico de pelo castaño lo miró desconcertado y Tristán se vio momentáneamente sorprendido por los extraordinarios ojos azules. El pánico retorció las facciones del otro chico mientras se disculpaba en voz baja.

Marvin empujó al chico por el pecho con una mano y este último emitió un sonido extraño y chirriante cuando sus manos volaron hacia arriba para cubrir su parte superior del cuerpo, los dedos se posaron en la clavícula.

—Mira por dónde vas, idiota. Tristán, ¿estás bien? —espetó Marvin.

Tristán puso los ojos en blanco y se volvió hacia el chico, solo para encontrar el aire. Girando, miró con asombro la espalda del chico que huía. Señor, sí que puede correr rápido.

—¿Sabes quién era ese?

Marvin frunció el ceño y negó con la cabeza.

—Debe ser nuevo.

Tristán asintió distraído mientras miraba como el chico tenía la cabeza agachada y corría tan rápido que sus brazos se agitaban en el aire. Qué tipo tan raro.

—Me pregunto qué piensa Grenford de él.

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Sam solamente quería gimotear en derrota y esconderse. Solo dos horas y ella ya se había estrellado con dos chicos guapos. ¿Sería este su destino? Una horda de tipos pasó a su lado, riéndose y empujándose unos a otros, agachó la cabeza mientras consultaba el horario, tratando de mezclarse con la pared. ¿Dónde diablos estaba la clase de historia?

—¿Perdido?

Alzó la vista y vio a un chico de cabello castaño que le sonreía. Iba vestido con el uniforme escolar, un conjunto básico de color gris carbón con los dos botones superiores de su camisa blanca desabrochados.

Ella asintió con timidez.

—¿Sabes dónde está la clase del señor Friedman?

Él sonrió y señaló con el pulgar a su derecha. Ella sonrió agradecida y comenzó a correr en la dirección que le indicó, tropezando un poco cuando recordó que no le había agradecido. Mirando por encima del hombro levantó una mano al chico.

—¡Gracias!

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Jack entró en la clase de Friedman y se dejó caer en un asiento al lado de Vincent. La travesura le iluminó la cara.

—Lo conocí.

Vincent levantó una ceja.

—¿Y? —dijo fríamente.

—Ahora mismo estará corriendo por el campus.

Vincent se sentó recto en su asiento y se rio entre dientes.