El secreto de Sam (FA#1) | ✓

Capítulo seis.

Capítulo 6

Bahamas

Sam salió del baño con el vapor girando a su alrededor. Vincent levantó la vista de su portátil y sonrió. Su compañero de cuarto se veía fresco, rosado, bonito. ¿Bonito? Dios...

—Te tomaste tu tiempo —bromeó. Colocó su portátil en la mesa y se recostó en la cama, cruzando los brazos debajo de la cabeza—. Nunca vi a un chico ducharse durante una hora.

Ella se rio con nerviosismo.

—Oh, eh, sí. Me gusta ducharme.

Sus ojos la escrudiñaron hacia arriba y abajo y levantó una ceja. Llevaba un pijama de franela que le quedaba grande con los botones abrochados hasta el cuello.

—Hoy no hace tanto frío —dijo, mirando su propia camiseta.

Ella se mordió el labio.

—Oh... me enfrío con mucha facilidad. Jeje...

Sus ojos se perdieron y casi se echó a reír. El chico llevaba unas zapatillas de conejo rosa, por el amor de Dios. Ella siguió sus ojos y se sonrojó.

—Mi madre me las dio. Siempre las uso. —Se acercó a su cama y se dejó caer, quitándose las zapatillas.

Sonrió y dijo con burla:

—Tienes los pies pequeños, ya sabes lo que dicen...

Ella lo miró.

—No, ¿qué?

Vincent vaciló.

—¿No lo sabes?

—No.

—Oh, no importa entonces. —Se movió incómodo, golpeando su almohada para esponjarla.

—¿Qué significa eso?

—No importa.

—Pero quiero saberlo.

—Uh, dicen, em... Los pies pequeños significan... Mira, no te ofendas, seguramente no sea cierto... Eh, el tamaño de tus pies significa... uh...

—¿Qué? —preguntó con curiosidad. Ella les echó un vistazo a sus pies—. Oye, tienes los pies bastante grandes. ¿Qué significa eso entonces?

Vincent se puso rojo.

—Dicen que el tamaño de tus pies significa la proporción de tu... dotación.

—¿Dotación?

Parecía exasperado y terriblemente avergonzado.

—¿Tengo que explicártelo? ¿Para un hombre cuál es la parte más importante de su cuerpo?

—Um... —Ella atormentó su cerebro por los recuerdos de su hermano—. ¿Su cabello?

Vincent se dio la vuelta de espaldas a ella.

—Estoy cansado buenas noches.

Ella frunció el ceño y se levantó para apagar la luz. Mientras se arrastraba de vuelta a su cama y se acurrucaba en sus sábanas, considerando el problema como si fuera una ecuación de cálculo, la respuesta la golpeó. Oh Dios, que inteligente, Sammy. Él debe haber pensado que ella era una idiota. Su rostro ardía de vergüenza por su ignorancia y sus estúpidas respuestas. Entonces comenzó a reírse. De repente, lo absurdo de su situación le resultaba hilarante. Ella estaba hablando con su compañero de habitación sobre sus pies y cómo se corresponden con sus órganos corporales inexistentes. A estas alturas, ella estaba resquebrajándose y se dio la vuelta contra la almohada para tratar de silenciar el sonido.