Man of The Past

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Para Otabek Altin ser el primero nunca había sido importante. Ya que siempre había sido el único a los ojos de su madre y en su vida. La primera parte de su infancia la había vivido en su natal Kazajstán, era una vida bonita y sin complicaciones, no había grandes lujos, pero no era como si los necesitara, pues su madre era lo más importante, era su todo.

Pero si algo aprendió bien Otabek es que los buenos tiempos son cortos.

Tenía solo siete años cuando varios hombres entraron a casa, su madre lo escondió en un pequeño compartimiento en el closet y le dijo que no saliera hasta que ella le indicara. Pasó cerca de 24 horas escondido y cuando su vejiga no pudo mas salía de aquel lugar encontrándose con la dantesco había sangre por todos lados y no pudo controlar sus esfínteres cuando se topó con el cuerpo de su madre clavado en la pared, desnudo y cubierto de puñaladas. Pasó cerca de un día contemplando el inerte cuerpo de la mujer que le había dado la vida, antes de que un hombre les encontrara.

Voy a llevarte con tu padre, Otabek

Recordaba haber fruncido el ceño ante aquel comentario, porque él no tenía un padre o al menos su madre nunca lo había mencionado.

Celestino. Como se llamaba el hombre que había ido por él le contó que su padre era un importante hombre de negocios, que vivía en Canadá, que había conocido a su madre en Kazajstán y le habían concebido, pero que él no había podido llevarlos consigo. En ese momento no había podido entender cómo es que un hombre deja a su mujer e hijo lejos, más tarde entendió que su madre solo había sido la amante y los había dejado a la buena de dios hasta que, según palabras de aquel hombre la mafia de ese país se había cobrado con la vida de su madre. Celestino tardó cerca de un mes en poder arreglar los papeles para sacar a Otabek de ahí. Durante el mes que aún les restaba, el hombre se encargó de que el tuviera asistencia psicología, le parecía cruel que un niño tan pequeño tuviera que haber presenciado tal escena.

Fue en ese mes, que Celestino Cialdini se convirtió en su figura paterna. Incluso en esos días podía decir que Celestino había sido más su padre que el propio jefe Leroy.

Solo eres el bastardo de mi marido

Aquella fue la frase con la cual Nathalie Leroy le recibió su primer día en Canadá. Era una mujer bastante hermosa, pelirroja y de ojos verde olivo, pero su bonita apariencia contrastaba con su forma de ser, o al menos con él. Era duro, pero Otabek ahora podía entender el porqué del odio de aquella mujer hacia él. Y es que no había que ser un genio para darse cuenta que era el claro reflejo de su madre. Por su parte su padre le miró analizándole, le mostró una pequeña sonrisa y le revolvió los cabellos antes de decir un

No hay duda que eres mi hijo, serás todo como tu madre... pero no hay duda que llevas la sangre de los Leroy en las venas.

Si bien podía recordar Otabek, aquella fue la única ocasión que ser un Leroy le causó orgullo.

Si bien podía recordar Otabek, aquella fue la única ocasión que ser un Leroy le causó orgullo

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Matar al ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora