The Liquor Fortress

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-No podrás huir de mi para siempre gatito - La voz del Rey le susurró al oído, justo como en los viejos tiempos, Yuri dio un brusco salto de la silla de donde se encontraba provocando que la misma se cayera estrepitosamente - Pirozhki, Sacher, Tulski pranik, Alionka - recitó echo un ovillo en uno de los rincones de la habitación, pronto su inesperado cliente entró a la habitación que le servía de despacho y sala de estar.

-Yurio ¿estás bien? -cuestionó el mayor al escuchar el ruido, topándose con el joven rubio escondido en una esquina mientras recitaba una especie de mantra.

- Pirozhki, Sacher, Tulski pranik, Alionka - se acercó a él y posó una mano en su hombro, Yurio; como había comenzado a llamarle desde aquel día en la oficina del abogado, levantó la cabeza y le miró, lucían aguados como si estuviera a punto de llorar, inmediatamente se levantó y se giró para secarse los ojos - ¡¿qué quieres cerdo?! - gruño el rubio aun sin mirarle.

Yurio había comenzado a llamarle cerdo desde que encontró viejas fotografías suyas en sus tiempos en la universidad, Yuri sonrío con algo de alivio al ver que el joven detective estaba mejor.

-escuché un golpe, pensé que algo malo había pasado - respondió

-pues no pienses cerdo - dijo girándose hacia el

-bueno - Yuri se sintió algo incomodo - y también venía a decirte que esta lista la comida - el rubio asintió, lo único bueno de tener a aquel doctor como su huésped/cliente/protegido era que al fin comía de manera decente y es que si bien Yuri no tenía tiempo para cocinarse debido a su trabajo tampoco es que tuviera talento para la cocina y mucho menos que le gustara hacerlo, sin embargo, ahí estaba el perfecto doctor Katsuki cocinándole tres deliciosas comidas al día. Pero no es como si fuera a admitir que le gustaba eso.

-bien - respondía mientras se dirigía a la cocina -espero esté bueno - tomó un vaso y abrió la alacena que ahora lucia más llena debido a los víveres y no solo repleta de alcohol. escogió una de las botellas y se sirvió tequila en el vaso.

-por un momento pensé que abrirías una cantina con tanto alcohol que tienes guardado - bromeó el mayor mientras servía lo que había cocinado.

- Nada - dijo mientras vertía más tequila en su vaso - esos bebés son de uso personal - y señaló la enorme colección de licores, había varias clases de vodka, al menos siete botellas de tequila, ron, whisky y otros que no llegaba a reconocer e incluso tenía una botella de absenta.

-vaya - exclamó mientras ponía ambos bowls sobre la mesa - ¿el terapeuta no fue suficiente? - preguntó una vez que el rubio estuvo frente a él, los ojos verdes le miraron fijamente, antes de soltar un bufido burlón

-lo dejé antes de que pudiera gastar más en tonterías como recitar mis dulces favoritos de la infancia -

-entonces... ¿aquel mantra no te ayuda? -

-ayuda... pero no es suficiente -

- siempre escuché que los Leroy hacían cosas horribles... pero no a ese nivel- Yuri Ruso sonrió sardónico.

-obligarte a quitar vidas ya es bastante horrible... deberías esperar cosas peores de ellos - el azabache se encogió de hombros

-uno nunca espera que terminará trabajando para un loco aficionado a los experimentos humanos - el rubio asintío antes de responder

-Nadie lo pensaría con esa cara que tiene - se llevó el vaso a los labios y bebiendo un gran trago del fuerte contenido - parece un ángel... pero es el verdadero diablo - Katsuki asintío mientras observaba al detective tomar un poco de comida y llevársela a la boca haciendo una mueca que bien podría indicar que su Katsudon le había gustado - esto está realmente bueno - alabó en tono bajo, aun así, el azabache escuchó el elogio.

Matar al ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora