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Golpeé la mesa, con mucha fuerza, y sintiendo las miradas de todos, salí del aula.

Caminé hacia el bosque, el cual era propiedad del colegio, no estaba lejos.

Sentí la mirada del chico en mí.

Me detuve en mi lugar—¿Qué? ¿Te quedarás ahí o vendrás?—le pregunté rápidamente.

Él me miró con asombro y asintió por fin.

Empecé a correr y el chico no se quedaba atrás, seguía mis pasos a la perfección.

Sentí cuando se estrelló contra un árbol. Me detuve en mi lugar y exaltada, fui hacia él. Le encontré después de unos segundos, tirado en el piso, con su mano sangrando.

Él me miró nervioso cuando la herida de su mano empezó a cerrarse, yo sonreí de lado sin mostrar mis dientes.

—Déjame explicarte...—me detuvo ya que, había empezado a caminar.

—Oye...no debes darme explicaciones, soy solo una persona que vio lo que quería ver y que es lo mismo que tú.—

Él me miró con confusión pero con felicidad a la vez.

—¿Eres un sangre de lobo?—preguntó en un susurro.

Me detuve y me arrodillé en la grama del bosque. Bajé mi mirada y me concentré en el ambiente. Subí mi mirada y él dió unos pasos hacia atrás, y supuse que mis ojos ya se habían tornado amarillos. Él sonrió abiertamente. Hice lo mismo al ver sus ojos cambiar de color.

Me levanté y sacudí mis manos él se apegó a mí y empezamos a caminar.

—Sabía que eras especial...—dijo él de repente—, tu olor es totalmente diferente al de las demás.

Asentí con una sonrisa torcida.

—¿Ya tuviste tu primera transformación? —pregunté después de un silencio incómodo.

Él asintió.

—Se siente genial—respondió para luego sonreírme. Asentí.

—Yo aún no. Y desearía responder esa pregunta personalmente—respondí y él asintió.

Escuché muy a lo lejos, delicadamente, como si del gemido de un bebé se tratara, el timbre que indicaba comer. Jimin me miró y yo asentí, y empezamos a correr.

-

—Eres una tramposa—me dijo agitadamente cuando llegamos a los corredores de la cafetería.

—Tú eres el distraído, te tropezaste y yo aproveché la oportunidad.

Él negó riendo, pero su risa cesó cuando vió a sus seis amigos mirándolo mal, en especial Yoongi, el cual estaba gruñendo en voz baja.

Retrocedí unos pasos al notar que sus venas se empezaban a tornar azules.

—Tus venas...—susurré, pues, seguíamos estando en público.

El sacudió la cabeza en negación y miró sus manos, en las cuales ya se habían formado pequeños pelos.

Abrí los ojos con interrogación y él me miró de vuelta.

—¿Cómo puede ser posible? ¡Somos lo mismo!—susurró más para él que para mí.

Coloqué mi mano en su hombro y le sonreí, dándole confianza.

—Sí, Yoongi. Somos lo mismo, llevamos la misma sangre en las venas—.

Él susurró un "muéstrame".

Le indiqué con la cabeza que me siguiera e hizo lo que le pedí.

Él me dió una sonrisa de confianza, por primera vez lo veía sonreír, y no sabía si era sinceramente. Yoongi era el chico más desconfiado del grupo, y de eso no tenía duda.

Al adentrarme en el bosque, él me miró expectante.

—Te espero, hazlo—susurró con arrogancia o algo que no reconocí.

Asentí lentamente y me senté en la grama, respiré lentamente y lo miré de nuevo. Él sonrió y se agachó a mi lado, me dió una mirada de confianza y sus ojos empezaron a oscurecerse y luego tornarse amarillos, pequeños pelos empezaban a salir de sus patillas, mejillas, manos y por su cuello. Agarré sus manos y sus venas estaban oscuras ya, y sus colmillos empezaban a salir.

Él me miró, pidiendo ayuda con su mirada.

—No sé controlarme...—me dijo en un susurro.

Asentí lentamente.

—Concéntrate en mi voz, en cada palabra que digo, de como pronuncio cada una de estas. Tus miedos cesarán al volverte licántropo, pero eso mismo te hace humano, tus sentimientos desaparecen cuando te vuelves lobo, pero eso no pasará. Debes quedarte con tus sentimientos hasta el final...—improvisé, susurrando con cuidado y lentamente. No importaba qué dijera, había que hablar con mucha serenidad, así la bestia se iría lentamente.

Acerqué mi mano a su mejilla y empecé a mover mi pulgar contra su mejilla, él cerró sus ojos ante mi tacto y pude sentir como se relajó. Para cuando abrió los ojos, éstos estaban normales, sus pelos habían desaparecido y sus colmillos ya estaban humanamente normales.

Sonreí sin mostrar los dientes.

—Demonios, gracias—dijo cuando caminábamos de nuevo al salón. Me detuve en mi lugar al recordar que el timbre había sonado hace unos segundos atrás, mi hora con Park había comenzado, y no había comido nada. Empiezo a correr con todas mi fuerzas con Yoongi atrás de mí, por suerte, Norris siempre llegaba tarde a la clase de matemáticas, ya que se encontraba comiendo, o simplemente no quería encontrarse con adolescentes revoltosos, además debía vigilarnos a Jimin y a mí en la sala de detención. No sé cómo carajos lo hacía, pero lo hacía.

—Jimin y yo debemos ir a detención en ésta y las horas restantes, tú debes ir a matemáticas—él asintió, y me monté en una de las aperturas, cerca de la ventana del salón de detención. 

—¡Oye!—me llamó antes de que yo entrara por la ventana. Lo miré esperando a que dijera algo—. Gracias—guiñó su ojo derecho y entró.

Éste chico sabe coquetear, pero, no sabe controlarse.

¿Yoongi me había coqueteado?

Full moon ➡ BTS. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora