En la oscuridad

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Había dos hermanas, iguales como gotas de agua. Un día de verano cogidas de la mano paseaban por el bosque. Una de ellas, Ariadna vio algo entre las sombras y curiosa decidió acercarse. Noelia tenía miedo pero seguía a su hermana. Poco a poco se adentraron más y más hasta que todo era negrura.

Agarradas de la mano intentaban palpar de entre la nada algo que indicara una salida. Entonces un ruido, un chasquido, las rodeaba. Una garra de uñas afiladas rasgó el vestido de Noelia.

Corrieron y corrieron rumbo a no sabían dónde. De pronto una luz, pero cuanto más se acercaban a ella más lejos estaba, lograron adivinar por la silueta que dibujaba que era una puerta.

- "La salvación", pensaron.

De nuevo el sonido, el chasquido y una respiración propia de los peores infiernos. Sus pies empezaron torpemente a reunirse con la soñada salida. Ariadna estaba a unos centímetros de ella cuando la garra asió esta vez la pierna de Noelia.

Tiró de su hermana con todas sus fuerzas. La garra era más fuerte y las arrastraba. Ariadna intentó ver a Noelia, pero no pudo. Y entre la densa oscuridad Ariadna pidió perdón. Soltó a Noelia y salió por la puerta. Tras de sí sólo dejo alaridos de terror y dolor.

Ariadna fue corriendo en busca de ayuda de su madre o su padre, de su tata o de una criada misma. No había nadie.

Buscó por toda la casa y acabó encontrándolos a todos merendando en el jardín delantero de la casa. A todos les extrañó verla sola, a ella que siempre iba de la mano de su hermana que eran capaces de hacerlo todo al unísono, nadie las distinguía.

Un grito de la niña les hizo temer lo peor. Ariadna ahora caminaba sola por el bosque llevando a los adultos a las sombras.

Allí ya no había nada, ni oscuridad, ni ruidos, ni chasquidos, ni uñas afiladas, ahora sólo un reguero de sangre tras un arbusto. Ariadna se miró el vestido rojo, empapado de sangre, todos la miraban con recelo. Había matado a Noelia que ahora yacía inerte tras el arbusto. Entonces llegaron los médicos, la policía y Ariadna lo veía todo desde otro color.

Ahora estaba sola en la oscuridad donde oía el ruido, el chasquido que la rodeaba, sentía un aliento húmedo sediento de carne cerca de ella, ya no había nadie a quién sacrificar. Ariadna se quedó en la oscuridad intentando domar a la bestia que la rodeaba. Los demás intentaban entender aquella tormenta que tenía Ariadna por cabeza.

Terror expressWhere stories live. Discover now