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Un sonoro suspiro resonó en el pasillo mientras intentaba abrir la puerta de su apartamento, haciendo malabares con su equipaje, Eran cerca de las tres de la mañana, el vuelo había llegado con retraso. Sumándole ese hecho a que apenas había dormido un par de horas en cuatro días sus facciones mostraban cansancio e incluso desesperación por meterse de una vez en su cama y dormir hasta recuperarse del todo, a pesar de que sabía que eso era un hecho imposible. Pronto tendría nuevas convenciones, nuevas entrevistas y el rodaje de la nueva temporada se le echaba encima a pasos agigantados.

Por fin logró entrar en el apartamento, intentando no hacer ruido cerró la puerta y dejó las maletas en el recibidor, no había tiempo para desempacar en ese momento, ya lo haría al día siguiente con al menos un par de horas de sueño.

De forma mecánica posó sus ojos chocolate sobre la mesita que adornaba esa pequeña estancia, se dirigió a ella y cogió su pequeña alianza. Se la colocó en su dedo suspirando ¿Cuánto tiempo aguantaría esa situación? ¿Cuánto más podría soportar ser dos personas distintas?

Cada día se hacía más difícil regresar pues sabía que pronto tendría que volver a marcharse, cada vez era más duro deshacerse de ese símbolo de amor para fingir vivir una vida que no era la suya y, lo más difícil de todo era recordar por qué empezó todo y por qué lo había aceptado sin hacer preguntas.

Esa noche no estaba preparada para dudas, estaba demasiado cansada para enfrentarse a los demonios de su vida, de su matrimonio que se caía a pedazos sin poder evitarlo. Solo quería dormir pero primero necesitaba un vaso de agua ya que tenía la garganta reseca tras tantas horas de vuelo. Con paso seguro y en silencio se fue hacia la cocina más con el rabillo del ojo vislumbró una escena que le encogió el corazón y le provocó su primera sonrisa en días.

Jennifer se había dormido en el sofá, seguramente esperándola. Conociéndola tendría alguna cosa preparada para ella, alguna sorpresa, cualquier cosa que le hiciera olvidar que había estado lejos y que pronto tendrían que volver a separarse, cada una a sus propios eventos, moviéndose en diferentes círculos sin tener una respuesta clara al por qué.

Se acercó a ella, no quería despertarla, no aun. Su rostro reflejaba paz y serenidad, a pesar de que debía estar terriblemente incómoda durmiendo en ese sillón. Estudió sus facciones, recordando como hacía ya tantos años se había enamorado perdidamente de su cara de niña, de sus cabellos dorado y sus ojos de color claro e indefinido.

El amor no era el problema, se querían con rabia, locura, con miedo, deseo y desesperación. Incluso se atrevía a aventurar que se habían amado desde la primera vez que se vieron, mucho antes de que la fama se interpusiera, de que se les subiera a la cabeza y se les fuese de las manos. Sin duda no era cuestión de amor, era cuestión de que no sabía cuánto más soportaría los celos y la rabia al ver a Jen con Colin en el rodaje, al ver el tonteo que este se traía con su rubia, no sabía cuánto más soportaría no poder gritar que era suya y que nadie más podía tocarla.

Besó suavemente sus labios, sus demonios no la dejaban tranquila mas eso no significaba que no la hubiese echado terriblemente de menos. Ella despertó lentamente, intentando averiguar dónde se encontraba, qué la había despertado y por qué le dolía tanto la espalda. Quejándose y frotando sus ojos somnolientos vio que Lana había vuelto a casa y sonrió con ternura.

La morena le devolvió la sonrisa mientras recogía un mechón de cabello rebelde tras su oído y volvía a darle un beso en la comisura de los labios. Deseando que el mundo entero desapareciera, que desapareciera la fama, el miedo y los celos. Que solo quedasen Jen y ella y ese momento de reencuentro.

-¿Se retrasó el vuelo? Tienes mala cara, estás muy cansada.

-"¿Y tú? ¿Qué haces durmiendo en el sofá teniendo la cama para ti solita?"

-Te esperaba, además es demasiado grande sin ti.

-"Lo sé, siento lo mismo cuando eres tú la que no estás"

-¿Cómo fue?

-"Pues como siempre, muchos fans, muchas firmas, muchas fotos, divertido y agotador"

-Todos te adoran.

-"También a ti"

-No creas, yo soy la mala de la película y lo sabes

-"Estoy cansada, por favor Jen ahora mismo no tengo ganas de discutir contigo"

-Tienes razón, no es el momento ¿Vamos a dormir?

Vio como la rubia se levantaba pesadamente del sofá. Sabía que sufría el acoso de los fans y que solo deseaba estar tranquila, ella sentía lo mismo pero de una forma más diplomática que su Jen, tan testaruda y siempre metiendo la pata. Cogió su mano con cariño y se fue con ella a su habitación sin decir una sola palabra. EL silencio entre ellas se había vuelto habitual mas no era incómodo, simplemente les pesaba el cansancio y no tenían ganas de hablar.

Se acurrucó entre sus brazos sintiéndose bien, a pesar de los demonios sabía que siempre regresaría, que cuando le dio el sí quiero hacía ya tanto tiempo lo dijo de corazón y sabiendo que lucharía con todas sus fuerzas para mantener fuerte esa unión.

Sabía que por mucho que doliese esconderlo, por mucho que quitarse su alianza la mataba poco a poco por dentro, sabía que por mucho que le pesase no poder actuar ante sus celos por miedo, sabía que siempre volvería, siempre regresaría porque Jennifer era su hogar.

Cayó dormida nada más tocar la almohada y en su mente se repetía la misma idea, encontraría la manera de salvar ese matrimonio. Debía encontrar el modo de que la fama no destruyera lo mejor que le había pasado en la vida.

El precio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora