Enamorada

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Ahí estaba ante ella en aquella recepción donde todo había empezado, sus ojos chocolate mirándola con adoración y su sonrisa brillando dulcemente en su rostro. Supo que había hecho lo correcto, supo que ver mundo jamás habría llenado su vida como el hecho de ser capaz de provocar esa hermosa sonrisa. Con rubor en sus mejillas simplemente le regalaba tiernas miradas a escondidas de los tardíos clientes que llegaban a registrarse, no queriendo interferir en su trabajo pues bastante habían tenido con el numerito del beso.

No sabía a qué hora salía mas no le importaba, la esperaría eternamente sentada en ese sillón frente a ella, deleitándose con su sonreír y con sus miradas. Poco a poco dejó de llegar gente y el vestíbulo del hotel quedó desértico ya que pasaban las dos de la mañana, Lana salió de detrás de esa recepción y se dirigió a paso seguro aunque tímido hacia Jennifer, sin saber muy bien cómo actúa ya que desde el beso no habían intercambiado palabra alguna. La vio llegar y sus ojos aguamarina brillaron, su sonrisa se ensanchó y su corazón empezó a golpear fuerte su pecho. Había perdido su billete, no tenía alojamiento en la isla y tampoco le importaba, como si no dormía, estaba convencida de que volver a los brazos de Lana había sido lo mejor que podía haber hecho en la vida. En cuanto estuvo a su altura la agarró por la cintura y atrapó sus labios con ansia, su beso fue rápidamente correspondido para gran deleite de su alma y con una sonrisa sin dejar de besarla, la estrechó entre sus brazos, dejándose embriagar por ese momento y dándose cuenta de que había deseado perderse en los labios de Lana desde la primera vez que la vio. Finalmente cortaron el beso sin separarse, mirándose a los ojos y sonriendo.

-"Estás loca, has cambiado Mallorca por volver a mí"

-Puede ser, pero no me arrepiento, si me hubiese marchado habría cometido el mayor error de mi vida

-"¿Cuál?"

-Perderme la oportunidad de conocerte. ¿A qué hora sales?

-"En una hora"

-¿Y a qué hora entras a trabajar en el bar?

-"A las ocho de la mañana"

-¿Tienes tiempo para mí?

-"Puede... consultaré mi agenda"

Con una sonrisa depositó un dulce beso sobre los labios de Jennifer, completamente emocionada. Nadie jamás había cometido locuras de ese calibre por ella, se sentía feliz y a la vez responsable ya que Jennifer lo había dejado todo por alguien que ni siquiera existía, alguien normal. Tenía miedo de que la rubia se diese cuenta de que ella no valía la pena y se marchara puesto que cada vez estaba más segura de que se estaba enamorando y el golpe de perderla sería catastrófico. Aun así miraba esos ojos tan cautivadores y no podía hacer más que sonreír, Jennifer estaba con ella, se había cumplido su deseo.

-"Espérame y nos vamos juntas"

-No me muevo de aquí, anda vuelve no vaya a ser que tengas problemas por mi culpa.

Un nuevo beso, fugaz y tierno, un beso que anticipaba que esa noche iba a ser larga y llena de descubrimiento, iba a ser una noche en la que sus sentimientos saldrían a flor de piel. Una hora que le pareció un siglo, en la que se perdió observando los movimientos de Lana tras la recepción, sus disimuladas muestras de cansancio... Una hora en la que ordenó sus pensamientos ya que realmente estaba en un aprieto, perdida en un rincón recóndito del mundo, sin alojamiento y esperando en la recepción de un hotel a que una mujer hermosa que le había robado la razón terminara su turno de trabajo para irse con ella a saber dónde, tampoco le importaba. En toda su vida jamás se había sentido tan dichosa como en ese momento, tomando las riendas y forjando su propio camino, sin planes ni nada que la atase, sintiéndose libre.

El precio de la famaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora