MEMORIAS DE UN CRIMINÓLOGO

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Faltaban exactamente 16 días para que el caso Botticelli cumpliese 9 años.

En estos 9 largos e interminables años, apenas he descubierto algo de información que pudiese ayudarme a resolver este extraño y peculiar caso.

Siendo honesto, estaba mas que desesperado. No sé como no entré en un estado de locura permanente. Llevaba casi 9 años comiéndome la cabeza con este caso y sin obtener respuesta alguna, o cualquier pista que propiciase algo de luz a este asunto.

1 de mayo de 1519

A primera hora de la mañana me ha llegado una carta con una noticia, la cual ha hecho que partiese hacia Francia. Mas concretamente hacia el Castillo de Clos-Lucé.

Se trataba de un extraño caso del cual el rey Francisco I necesitaba de mi ayuda. Mucha confianza debía de tener en una persona que no es capaz de conseguir pista alguna sobre un caso en 9 años transcurridos. O eso, o muy desesperado debía de encontrarse -pensé.

En cuanto llegué a mi destino, lo cual me llevó unas cuantas horas y no días. Esto es debido a que en el momento en el que recibí la carta con la noticia estaba más cerca de lo que era Francia que de la propia Italia.

Me recibieron todos muy cordialmente e inmediatamente me llevaron a donde se hallaba la víctima.

No podía creer lo que mis ojos estaban presenciando en ese momento.

Justo en medio de un gigantesco salón de lujosas paredes y columnas para los tiempos que corrían en esta época, se hallaba el cuerpo inerte del gran maestro que ha habido en todos los tiempos, el grandioso Leonardo Da Vinci.

Este estaba circunscrito en una circunferencia a la vez que lo estaba en un cuadrado, situado en el suelo.

Su cuerpo tumbado tenía los brazos abiertos y extendidos al igual que sus piernas. Sus manos y sus pies rozaban perfectamente la línea de la circunferencia sin sobrepasarla.

Lo más sorprendente de todo es que unas lanzas de hierro atravesaban la zona que une el cuello con los hombros. Una lanza a cada lado, pero estas no atrevesaban los costados, solo las partes mencionadas.

Lo mismo ocurría con su parte inferior. Otras dos lanzas atravesaban su cadera, tanto su lado derecho como su lado izquierdo, pero no atravesaban cualquier otra zona.

Y al igual que ocurría con sus extremidades, las lanzas no traspasaban los límites de la circunferencia en la que estaban circunscritas.

Toda la corte del rey, servicio incluído lloraba ante mis ojos con la esperanza de poder descubrir quien ha hecho semejante atrocidad. No me gustaría decepcionar a la nobleza, y mas habiendo puesto sus esperanzas en mi. Así que decidí tomar el caso. ¿Quién sabe? Igual guardaba relación con el caso Botticelli.

Me dispuse a investigar inmediatamente una vez le hice saber al rey que este caso iba a ser investigado por mi persona. Observando la habitación en la que se encontraba la víctima pude descubrir que uno de los grandes ventanales estaba roto, pero únicamente la parte superior más alta.

Que extraño - pensé. ¿Cómo es posible que solo la parte de arriba esté rota y el resto no? Es la parte más alta y casi inaccesible de todo el ventanal; ni siquiera con una escalera se puede alcanzar.

Continué con mi investigación e inmediatamente le pedí a su majestad que de ser posible me mostrase la zona de trabajo de Leonardo. Y así fue, me condujo hasta la parte más baja de todo el palacio. Resulta que Leonardo trabajaba en un sótano, en lo más profundo del castillo.

También descubrí que Leonardo llevaba 3 años habitando el palacio junto a los reyes, y que este cogió gran confianza con sus majestades.

Entramos en la zona de trabajo, usando la única llave existente capaz de abrir la cerradura, y que solo Leonardo poseía, llevándola colgando al cuello como si de un colgante se tratara. Se trataba de un sótano el cual estaba lleno de dibujos, apuntes, esbozos... que el gran Leonardo realizó y nunca fueron revelados ante cualquier otro ser; al menos eso dijo Francisco, ya que Leonardo nunca dejaba pasar a nadie. Estos documentos solo eran conocidos por el propio Leonardo, y el propio Leonardo sus secretos a la tumba se ha llevado.

Entre un montón de apuntes encontré uno que al igual que ocurrió con Botticelli y sus gigantes, hizo estremecerme. "El hombre de Vitruvio"