Grabadora 10: Jason Miller
Galileo se paseaba por la carretera dando vueltas a las calles y girando de izquierda a derecha sin quitar la vista de encima del retrovisor y los espejos laterales memorizándose incontables veces el número de rayas amarillas que poseía la calle en el medio de esta. Hacer esto se había vuelto un ritual en un tiempo realmente mínimo al que él había contemplado en sus noches de insomnio y planeación de planes que guardaba en un archivo dentro de su cerebro al cual le gustaba ponerle el nombre de ''Planes para escapar si todo se va al carajo''. Solo había usado este tipo de planes dos veces en su vida y ambas fueron durante el tiempo que estuvo en el colegio. La primera fue cuando quiso acercarse a la tal Melanie Rodríguez, la chica rubia con una sonrisa peculiar que te podía hacer sonreír sin darte cuenta, la típica chica inteligente que muy rara vez logras encontrar y que posee un carisma amable que llama la atención por encima de las apariencias físicas. Galileo nunca fue un chico con dotes de un ''Macho Alfa'', como lo llamaba su padre, el simplemente era un chico con un par de kilos de más y lentes rotos que habían sido unidos torpemente por la mitad usando cinta adhesiva. Había sentido algo por Melanie desde que la vio por primera vez el primer día de clases del tercer año, ese sentimiento que nos da a todos en algún momento de nuestra vida al que llamamos ''Amor a primera vista'', para Galileo, esto era algo nuevo y difícil de comprender pero que lentamente logro llegar a la conclusión de estar atraído a la chica.
Y fue entonces cuando ideo la estrategia para acercarse a ella y hacerse notar. No es sorpresa que en esta vida nada, nunca, sale como planeas originalmente. Siempre surgen contra tiempos y obstáculos...
Y ese obstáculo era Jason Miller.
Era el término de la tercera hora de la mañana, significaba que las clases tendrían una ligera pauta para que los jóvenes fueran a consumir alimento o simplemente relajarse, si mal no recordaba, el profesor de algebra había faltado y tendrían una hora libre antes de volver a clases normales y Galileo sabía muy bien que era hora de aprovechar ese tiempo. Todo estaba calculado. El llevaba en su mochila un pequeño regalo que había logrado hacer tras varios intentos y fracasos incontables la noche anterior; Una rosa de origami.
Al sonar la campana el tomaría con rapidez la rosa de origami e iría a hablar con Melanie pidiéndole un momento a solas, le entregaría la rosa y después de eso venia la parte en que tendría que forzarse a sí mismo para poder recordar a hablar su propio idioma enfrente de una chica y pronunciar las palabras que guardaba dentro de su interior de manera que fueran entendibles.
9:30. A.m.
Los nervios se acumularon en su espalda y un escalofrió recorrió su cuerpo como insectos diminutos dentro de él que lo preparaban para lo que se avecina. La campana fue audible en todo el salón de clases. El profesor se levantó y salió calmadamente por la puerta y los chicos comenzaron a levantarse de sus asientos preparándose para salir. Sus manos comenzaron a temblar. Era hora.
Tomo torpemente la rosa en la palma de su mano y llenándose de valor fue con Melanie quien acepto a hablar con él a solas con una sonrisa dulce y tierna. Caminaron de lado a lado hasta llegar al área verde del colegio y tomaron refugio del sol bajo un árbol largo y ancho de frutos de limón. El aire soplaba con suavidad moviendo el pasto bajo sus calzados y sus cabelleras se revolvían como banderas. El corazón le palpitaba con fuerza, podía sentir la sangre en su rostro haciéndolo ver sonrojado sin duda. Galileo trago saliva y poco a poco fue extendiendo su mano hacia ella abriéndola lentamente.
Fue entonces cuando ocurrió.
‘‘¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea! ¡Pelea!''
Los gritos de varios chicos y chicas del campus comenzaron a escucharse cada vez más y más fuertes y poco a poco Galileo comenzó a notar como se formaba una multitud formando un círculo alrededor a lado de la cancha de deportes. Galileo decidió no tomarle importancia, su mente estaba llena de nervios y volteo a verla.
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Demencia.
HorrorUna cabaña. Un bosque. Un lago. Un chico aburrido y sus padres en vacaciones. ¿Qué puede salir mal? O al menos eso es lo que pensó. Sebastian Elerick es culpado de haber cometido homicidio múltiple después de unos sucesos que nadie logra comprender...