—Debería saber lo que ocurrió.
—Su cerebro se encuentra en estados delicados, no seria algo fácil de digerir—una voz gruesa opacó el comentario de Isa, quien lo observaba un poco desconcertada.
—Creo que tiene el derecho, ella debe saber—esta vez interfirió Marco mientras meditaba sus propias palabras.
—¿Qué tengo o no que saber?— todos voltearon hacia dónde provenía aquella débil voz.
—Creo que está demás aquí, lo llamaremos cuando lo necesitemos doctor, gracias— la molestia e incomodidad de Isa era palpable, no era nada de su agrado aquel tipo alto y canoso.
Por dios, la muy rebelde acababa de echar al Doctor de la habitación.
—Creo que ya pueden decirme ¿No?— Isa y Marco asintieron a la misma vez.
—Sufriste un coma Sia...
Silencio..
Silencio...
Incontables veces me pregunté algo, ¿qué hacía aquí? ¿Cuál había sido exactamente el propósito de mi existencia? ¿Por qué las desgracias estaban empeñadas en seguirme a donde el arcoíris terminaba? ¿A qué venía todo el dolor? ¿A qué venía mi historia? ¿A qué venía mi pensamiento de destino, si yo no me consideraba parte del él? pues no encontraba exactamente la respuesta que buscaba siempre, no me sentía perteneciente de nada, mi concepto de pertenencia era vacío y muy escaso. Solo andaba por allá y por aquí buscando algún tipo de sentimiento particular a la tranquilidad de sentir que algo era mio, pero en realidad nada me pertenecía, ni mis propios sentimientos, ni mi cuerpo.
todo era superficial y flotante, las personas pasaban toda una vida buscando algo que los llenase, alguien que se dictara dueño de sus cuerpos. Pero no hacen el esfuerzo de considerarse propiamente y netamente dueños de sí mismos. ¿tenían sentido mis palabras?,
En realidad ni siquiera tenía sentido vivir una vida como la que llevaba. ¿Hacerme más fuerte? simples patrañas.
—¿Cuánto tiempo?
—Un año.
Me miré por décima vez en el espejo del auto de mi abuela, pensando si debía o no bajarme de él. Mirando las marcas notorias de la soledad y sufrimiento que no solo aborrecía mi piel, sino las noches constantes que debían ser plenas como las de una adolescente normal ¿no?. Observaba con dolor los rasguños que Ana dejaba día a día junto aquel hombre que desconocía. Me observé, y quise entender por primera vez qué ganaba aquella mujer con eso, quería comprender en qué momento pasé de ser una niña fuera de conocimiento, a ser una adolescente llena de experiencias desgarradoras. Habían muchas cosas que quería entender, como aquel brillo de cansancio en mi mirada verdosa. Quería saber qué tenía yo, qué tenía que hacer y a dónde tenía que ir.
—Anastasia, abre la maldita puerta ahora mismo— Ana no paraba de gritar, de amenazarme con barbaridades ya vividas, las cuales ella aseguraba que me aterraban, pero en cambio, me asqueaban.
Aún no pretendía salir de aquel frío espacio, el tormento se apoderaba de cada entraña de mi cuerpo, quería sentir que la paz llegaba. Pero mientras los segundos, luego minutos, y después horas, pasaban, yo aún continuaba allí, explorando los enigmas de mi dolor, de aquel que tanto me acostumbré a vivir.
Traté de parecer fuerte ante aquella información, por lo menos más de lo que mi estado físico parecía demostrar. Traté de que aquellas palabras entrarán en mi sistema sin ningún tipo de problema, y que salieran como si no importara en absoluto. Traté de sonreír para tranquilizar a Isa y Marco que parecían que el cielo les caía encima.
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°ADICCIÓN A MI DESTRUCCIÓN.°
Teen FictionEn eso se basaba mi vida, en un sueño destructible. Una vida ahogada en un mar de perdición. Constantemente soñaba, absorta de la realidad, aun estando en ella. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. NO ADMITO PLAGIO NI ADAPTACIONES.