Capitulo 2

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Capitulo 2

No, no recuerdo mucho del viaje; estuve todo el viaje mirando el mar, no tardamos mucho, pero aún así odio viajar en barco, había sido un día de viaje aproximadamente.

Bajamos en una ciudad costera de Inglaterra, Norwich, en un pequeño pueblo costero llamado Mundesley. Bajamos y el viaje lo hicimos una buena parte a dedo, pasando por muchas zonas rurales.

Llegamos a Londres un 7 de septiembre, Aixa tenía algo de dinero que podíamos usar en Inglaterra y nos pagó una habitación en una zona pobre de Whitechapel; el día 8 de septiembre nos enlistamos en una pequeña base militar al sur de Londres, en algún punto del campo.

Tuvimos que registrarnos y al momento de decir nuestro lugar de procedencia tuve que decirlo, "Alemania...", el hombre del registro me miró algo asombrado, y me pregunto "¿Que paso contigo?", "fui traicionado por mi patria señor", respondí. Obviamente no iba a tener un buen trato por ser alemán, pero no lo se, me quería sentir aceptado sacando el tema de mi venganza personal.

Nos dieron ropa, una remera blanca y un pantalón color gris y nos asignaron el pelotón 606, el pelotón que se usaba para las misiones mas difíciles, eramos todos forasteros, gente de otros países...

Nosotros eramos los que limpiábamos los baños, y hacíamos los ejercicios y prácticas de noche; estábamos separados de la gente.

Nuestra sargento, Diana Wolff, una mujer francesa de unos 32 años, pelo castaño claro, pecas que cubrían una gran parte de su rostro y ojos de color marrón con bordes color azul demasiado oscuro. aparecía a ver nuestro entrenamiento durante las noches, y se fijaba en los que destacaban.

En el pelotón eramos , Karla Ivanov (una joven sovietica de pelo rubio y ojos color gris verdoso ), Frank Read (un joven australiano bastante alto, que usaba lentes y tenía el pelo castaño casi negro), Aixa, los hermanos George y Matt Pine (eran de Noruega, gemelos rubios y de ojos de un color negro profundo), Mei Hou (una chica de origen chino de pelo negro rojizo), Diana y yo. Formabamos el pelotón, esos chicos se convertirían mas tarde en buenos amigos, buenos aliados.

Una noche del 21 de septiembre, estaba practicando en el campo de tiro un arma que no había usado antes, el subfusil beretta M38, creo era un arma italiana, bastante buena. Cuando la había usado un poco, la sargento me llamó desde la lejanía; fui hacia ella, hice el típico saludo militar y me invitó a su cabaña, que compartía con otros sargentos que no se encontraban en ese lugar; me invitó un vaso de agua el cual acepté con desconfianza.

-Así que... Alemán ¿Cierto?- dijo ella mientras se sentaba

-Si- asentí mientras me miraba a los ojos.

-Pues, ¿que te trajo a Inglaterra?-dijo mientras bebía un sorbo de algo que olía a té con limón.

-Odio a los nazis.

-Interesante...- dijo mientras bebía otro sorbo.

-Por lo que veo, resaltas como soldado de infantería.- dijo mientras me miraba con una sonrisa que resaltaba mucho por la luz de la vela.

-Gracias, señora- dije bebiendo un sorbo largo.

-Podría incluso llegar a parecer que tuviste entrenamiento previo.- dijo y entonces su semblante se tornó sombrío.- Dime, ¿tuviste entrenamiento previo, Johnson?.

-Si, en Alemania.- dije mirándola con detenimiento.

-Interesante.- entonces se paró y se acercó y en un movimiento rápido rodeó mi cuello con su brazo y puso una navaja militar que brillaba por el fuego de la vela.-Ahora escúchame, si en algún momento llego a tener problemas contigo no voy a dudar en cortarte la garganta, ¿Entendiste soldado?.

-Si...- dije algo entre cortado. Me soltó y tome lo último que quedaba de agua y me retire.

¿Que había sido todo eso? ¿Porqué la necesidad de la amenaza? ¿Habrá descubierto quien soy? Fueron preguntas que rondaron en mi cabeza, pero, era difícil que fuese así; no tenía sentido, nunca había aparecido en un diario o en la televisión como mi padre, solo mi nombre un par de veces pero nunca mi cara, ¿acaso estaba loca o solo eran problemas de confianza severos? Yo estaba de su lado, quería ver caer a los nazis como ellos; esa noche volví al campo de tiro y seguí probando aquel rifle hasta que fue la hora de dormir.

El 30 de septiembre estaba hablando con Karla en un rato que teníamos libre al despertarnos; y ella me contó que había escuchado rumores, de que al Pelotón 606 lo iban a transferir, yo le dije que sería raro que transfieran a un pelotón entero; le agradecí la información de todas formas, Karla era por alguna razón, mi mejor amiga en ese lugar, por alguna razón me sentía identificado, aun que nuestra historia no tuviese muchas cosas en común, pero se sentía incómoda e inaceptada en ese lugar.

Durante octubre hicimos algunas prácticas, de paracaidismo o el pilotear aviones; el manejo de aviones de guerra se me dió horrible; en el paracaidismo lo hice bastante bien. Era genial la sensación de caer a tanta velocidad desde tan alto; aun que debo decir que la primera vez me dio mucho miedo.

Una noche, creo fué el 12 de octubre, Diana nos dejó esa noche libre de entrenamiento; por lo que nos reunimos en el pequeño establecimiento donde estábamos nosotros a jugar cartas o hablar, cualquier cosa que nos pudiese distraer de lo que pasaba a nuestro al rededor, yo estaba sentado en el piso en una esquina, Aixa sentada enfrente mío, Frank a mi izquierda, a Karla a mi derecha y Mei estaba al lado de Aixa, estábamos hablando sobre cualquier cosa y riendo, me sentí un chico adolescente en casa con amigos, a esas personas les costaba aún confiar en mí y en Karla, pero me aceptaron tanto a mi como a ella, esos no solo eran mis compañeros de pelotón, esas personas que estaban conmigo, eran mi familia. Inglaterra me trató bien durante ese corto período, pero todo lo bueno suele terminar, y ese periodo "feliz" para mi terminó a mediados de noviembre.

En lo que segun recuerdo sería el 15 de noviembre, el rumor que Karla nos había dicho fue cierto; transfirieron al pelotón temporalmente, recuerdo la cara de sorpresa de Diana cuando recibió la noticia, a ella no le sorprendía el hecho de que nos estuviesen cambiando de locación, si no que le sorprendió la locación, ¿a dónde nos transferían? A la gran, imponente y fría Unión Soviética, donde iba a pasar uno de los tantos recuerdos tristes que me dejaría la segunda guerra mundial.

Los nazis parecían nunca llegar; pero Adolf Hitler era inteligente, iba a mover sus piezas tranquilamente, de seguro tenía una jugada bajo la manga.

El soldadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora