Capítulo 3 - Atrapados

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No podían ver nada, estaba todo a oscuras, se podían escuchar sonidos viscosos y repugnantes por todas partes acompañados del incesante sonido de pasos y gruñidos, de forma esporádica alguna mano se deslizaba entre el grupo y voces sin sentido se esparcian por la distancia. Con una chispa se iluminó la sala de forma tenue, con una luz que parpadeaba de forma incesante, con un zumbido constante. Pudieron observar que las "personas" que les capturaron estaban ahí, mirándolos con sus rostros girados y doblados en posiciones extrañas, dispuestos a cuatro patas, con su espalda deformada. Entre estos habían añadido ahora a una nueva alimaña a su grupo, una persona blanca como el resto de las criaturas, su piel pálida por la ausencia de luz y agrietada por la falta de agua. Miraba al grupo uno a uno, desde su cabeza sin pelo y con cicatrices, uno de sus ojos estaba vacío y el otro tenía incrustado una extraña lente que bailaba dentro de la cuenca de sus ojos, que aparentaba que iba a caerse en cualquier momento. El hombre tenía distribuido por su cuerpo cientos de artilugios arrancados de distintos lugares y perforados en su cuerpo, los cuales a juzgar por cómo los fluidos y la carne cicatrizada que los rodeaban, no fueron introducidos con conocimiento. Destacaba en su pecho una especie de brazo robótico, que se movía de forma errática, con espasmos constantes y palpitantes, el brazo estaba casi destruido, era un verdadero milagro que fuese funcional. El brazo tenía partes aún conservadas, del color blanco puro que rodea todo en estos lugares, pero la mayoría era una amalgama de cables expuestos y chispeantes, organizados en nudos caóticos.

- ¡Bienvenidos al cielo! - Exclamó el hombre, al ver que ya todos habían despertado. Levantó sus brazos y gritó desde lo más profundo de sus pulmones, la locura de esta persona era locura desde su primera frase.

El grupo se miró entre ellos confundidos y preocupados, intentaron decir algo pero fueron interrumpidos.

-Todos los aquí presentes, malditos por el dolor, el sufrimiento, el hambre y la enfermedad, es solo la forma en la que el dios mecánico nos ha bendecido, el vela por nosotros, nos observa y vigila con su omnipresencia, la realidad no es más que una de sus muchas creaciones, y está, el lugar en el que nos encontramos, el cielo, es la realidad a la que alcanzamos sus benditos. El dios máquina es perfecto, él no nos haría sufrir con el dolor, el hambre o cualquier cosa, somos nosotros los que hemos interpretado mal sus símbolos y sus bendiciones.

El grupo intentaba forcejear fuera de sus grilletes extraños, eran una aleación desconocida, de color gris y flexible, que no parecía ceder ante los movimientos de nadie. El brazo comenzó a chispear fuertemente, moviéndose en frenesía durante segundos. El hombre, estiró su cuerpo, inclinando ligeramente hacia atrás su torso, con su cabeza apuntando hacia el oscuro cielo.

-¡Oh dios! ¡Ilumíname en tu nombre!

La mano continuó con sus movimientos erráticos durante eternos segundos. hasta que finalmente este brazo colapso, levantando un solo dedo, apuntando a Lucas que tenía los ojos abiertos de par en par, incapaz de decir nada simplemente se quedó en silencio con la boca abierta, temiendo que significaba esto. El hombre sacó una pieza de su cuerpo, de la cavidad nueva abierta salió un afluente de pus y sangre . Sujeto la pieza con su mano, era una cosa cristalina, de las que colgaban un gran número de cables desconectados y atados a la gema mancillada. Se acercó al atado lucas y lo clavó en su torso, perforando a la fuerza sus tripas con los filos gastados del cristal. Lucas gritaba de dolor y todos los presentes estaban atónitos,no podían hacer nada para ayudarlo excepto de alguna forma salir de sus grilletes, los cuales parecían ser imposibles de quitar. Lucas por el dolor quedó inconsciente, con la pieza extraña incrustada en su cuerpo causando que sangre brotase sobre los bordes de la herida, pero con el tapón de la gema impidiendo desangrarse. El hombre se levantó, moviendo sus manos sin dirección, como un muñeco en las manos de un niño.


-Mi hijo, no te preocupes, el camino hacia la iluminación no es fácil, pero no te preocupes, el ritual terminará muy pronto, pronto comprenderás cómo el dolor no es lo que creías que era. El resto de vosotros, no tengáis prisa, todos tenemos un hueco en el corazón de nuestro amo, pronto será vuestro turno.

Los sectarios cargaron con el cuerpo de Lucas y dejaron al grupo solo, no conseguían romperla de ninguna forma, Nerón se tiró al suelo y empezó a revolverse, de su traje salió un frasco verde, lo intento agarrar con sus manos atadas pero en frasco se precipitó hacia el suelo, rompiéndose al caer. Nerón maldecía en un susurro y comenzó a tantear el suelo, chocando sus muñecas contra el suelo, buscando el líquido que había desparramado por el suelo, finalmente entró en contacto con él y al instante su piel y las cadenas comenzaron a fundirse, aguantando el dolor del ácido contactando con su piel consiguió resquebrajar la atadura y liberarse de ella. Miró sus muñecas que ahora tenían grandes quemaduras, en la forma de agujeros mostrando músculo y hueso, estos se cerraban rápidamente, pero el dolor era intenso y le forzó a apretar sus manos y dientes para no llamar la atención. Nara y Abigail que vieron el proceso se encogieron por dolor y asco. Nerón sacó un cuchillo de su traje y cortó las cadenas que ataban sus piernas entre sí. Poco después liberó a Nara con rapidez y después a Abigail.

Pasos entre verdades.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora