Aioria de Leo contemplaba a Saori con cierta admiración.
Los caballeros estaban junto a ella todo el tiempo y se habían acostumbrado tanto a su compañía que era fácil olvidar que esa chica, tan joven y frágil como parecía, tan sabia pero al mismo tiempo tan inocente y de corazón puro fuera en realidad una diosa con poderes semejantes.
En ese momento, Saori Kido no era la adolescente cuya vida tenían que proteger: era la encarnación de la diosa de la guerra y la sabiduría, Atena. Su cosmos envolvía a los seis caballeros de oro y los mantenía a salvo mientras viajaban a través de las dimensiones por un pasaje en el que el tiempo y el espacio se retraían y se contraían sin control; los átomos se separaban y las partículas subatómicas volaban libres por el hiperespacio formando desordenadas constelaciones que explotaban y se reagrupaban. Milo de Escorpión tenía los ojos cerrados.
Aldebarán de Tauro lo notó y soltó una sonora carcajada:
—¡Nunca pensé ver a un caballero de oro temblando como un gatito asustado!
Las orejas de Milo se pusieron rojas.
—¿Quién dices que está nervioso? —gruñó mientras abría los ojos y sacudía el puño.
—¿Seguro que no? —preguntó Aldebarán y lo empujó con el dedo.
Milo gritó horrorizado mientras perdía el equilibrio, se tambaleaba en el espacio vacío y se veía obligado a colgarse del brazo de Aldebarán. Dohko de libra reventó de risa.
Mientras tanto, Mu y Shaka conversaban:
—¿Recuerdas lo que dijo Seiya sobre Poseidón? —preguntó Mu.
—Poseidón pensaba que los seres humanos nunca habían sido capaces de entenderse unos a otros y por eso las guerras, la violencia y los crimenes eran una constante; él dijo que la única forma de limpiar el planeta era erradicando a la raza humana usando el poder de los mares para empezar de nuevo, desde cero. He estado pensando en eso últimamente. Es el pensamiento de un dios al fin y al cabo. Sería una señal de gran ignorancia no tomarlo en consideración.
Mu suspiró.
—Yo también me he sentido inquieto. Él intentaba arrasar con el mundo entero para terminar con las guerras y el sufrimiento... mientras nosotros estabamos preparandonos para una guerra más, y ahora nos dirigimos a invadir un mundo que no es el nuestro.
Shaka sonrió.
—Dioses y seres que están más allá de los dioses, ¿cierto? Si ellos no pueden convivir en paz y respetar el espacio de los otros, ¿cómo pueden esperar que los humanos lo hagan? Incluso seres pacíficos que detestan la violencia como tú, como yo o como Shun de Andromeda nos vemos obligados a participar porque, de no hacerlo, significaría nuestra extinción y la de millones de personas.
—Es otra de las mayores ironías en todo esto. Somos los elegidos para participar a favor o en contra de los dioses. Shun tuvo problemas para enfrentar a un General Marino llamado Leumnades porque no se atrevería a golpear el rostro de su hermano ni siquiera si sabía que no era él y que podría costarle la vida. ¿Qué piensas de eso?
Shaka movió la cabeza como si mirara a Mu, aunque permanecía con los ojos cerrados.
—Pienso que quizás no soy el hombre más cercano a Dios. El corazón de Shun de Andromeda es el corazón más puro sobre la faz de la tierra. Si yo muriera, él es sin duda alguna quien debería portar la armadura de Virgo.
Mu sonrió.
—Lo sé. Aún así él también está inmerso en este combate entre dioses. Me entristece pensar en lo que el destino pueda tener preparado para él... y también para Seiya, Shiryu, Hyoga e Ikki. Julian Solo también era un hombre de corazón puro. Esta clase de hombres son los elegidos por los dioses.
—Es tal y como dices. Una vez mientras meditaba pude verme cara a cara con mi encarnación pasada de mi vida de hace más de doscientos años. Entonces también era el caballero de Virgo. Me llamaba Ashmita. Él me dijo que el Emperador del Inframundo, Hades había encarnado en un joven pintor llamado Alone, un muchacho inocente y de corazón puro. Me recordó un poco a Shun.
Mu contempló el espacio a su alrededor, aún en constante movimiento.
Shaka volvió a hablar:
—Ser un caballero puede ser algo triste, Mu. Desde nuestra posición contemplamos las guerras de los humanos y también las guerras de los dioses. Aún así no entristezcas, el mundo no es sólo guerra. Nosotros estamos aquí para mantener la paz y tranquilidad de las personas normales, las que habitan en las ciudades y los campos y no sabrán jamás que sus vidas estuvieron cerca de terminar. Luchamos por ellos y por Atena.
Mu asintió con la cabeza.
—Lucharemos por ellos. Y por Atena.
Aioria se acercó tímidamente a Saori. La chica movía las manos hábilmente y dirigía el pequeño espacio de cosmos que los mantenía a salvo y los llevaba hacia su destino.
—Atena-sama... escuché de Shaka que en la Sociedad de Almas hay trece guerreros con el nivel de los caballeros de oro. Si tuvieramos que enfrentarlos, ¿cómo podremos protegerla siendo tan sólo la mitad que ellos? Si ellos tomaran esto como una invasión a su mundo... ¿no sería una misión suicida?
Saori se volvió hacia él.
—En realidad no sabemos si ellos están aliados con el enemigo. Puede que nos ataquen, puede que sepan que iremos a buscar a aquella joven. Es muy probable que tengamos que pelear.
El caballero de Leo apretó los puños.
—¿Entonces? ¿Cómo sobreviviremos a esta contienda?
Saori acarició con suavidad el rostro de Aioria.
—No te preocupes. Nuestros aliados nos esperan en el Dangai, la entrada a aquel mundo.
—¿Aliados?
Saori guiñó un ojo. Aioria se sonrojó, apenado. Por primera vez Atena dejó de lucir como una diosa magna e imponente, y volvió a lucir como tal sólo una chica de dieciséis años.
—La Sociedad de Almas es un mundo de espíritu. Todos nuestros aliados podrán acompañarnos incluso si ya no poseen un cuerpo. ¿Entiendes lo que quiero decir?
Pero Aioria no llegó a responder. Todo a su alrededor se convirtió en luz blanca mientras el largo trayecto a través del hiperespacio finalmente terminaba y los seis caballeros dorados llegaban a un lugar oscuro, como un túnel de piedra donde yacía un gusano colosal, muerto en el piso, dividido en dos partes como sólo podría haber sucedido si fuera atacado por la legendaria espada Excalibur, el arma de un caballero dorado que ya había fallecido y ahora estaba en el brazo izquierdo de Shiryu, el caballero del dragón.
Junto al gusano, mirando en su dirección se encontraban seis hombres, enfundados en armaduras doradas que brillaban como el sol. Saga de Géminis, Mascara de la Muerte de Cancer, Shura de Capricornio, Kamus de Acuario, Afrodita de Piscis y finalmente, ante la incredulidad del caballero de Leo, allí estaba Aioros de Sagitario, el hermano mayor que había perdido cuando era tan sólo un muchacho.
Aioria rompió a llorar.
Próximo capítulo: 7. Invasión
¡Muchas gracias por leer! ¡Espero que hayas amado este capítulo como yo lo amé! ='D Siempre pensé que un reencuentro entre Aoiria de Leo y su hermano Aioros debería ser algo muy emotivo... Y Shun... bueno, ya sabemos lo que sucederá en la Saga de Hades TwT
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Reiatsu + Cosmos (Saint Seiya / Bleach)
FanficTras la batalla contra Poseidon, los caballeros dorados se preparan para la guerra contra el Emperador Hades. Ichigo Kurosaki recuperó sus poderes gracias a la ayuda de Kuchiki Rukia y los capitanes y tenientes de la Sociedad de Almas. Orihime tiene...