Dos hombres conversaban en la cima de la montaña rocosa mientras contemplaban la ciudad y vislumbraban desde lo lejos las magníficas batallas que se desarrollaban en ella.
El más joven de los dos suspiró.
—Yama-ji puede ser un poco cabezadura, lo sé. Lo respeto como a un padre, pero sí que es un viejo necio. Creo que se obsesionó con ese tal Saga porque creyó que era el más fuerte —comentó Shunsui Kyoraku mientras se servía la tercera taza de sake y bebía un largo sorbo.
Dohko lo miró beber, extrañado. Incluso había llegado a agradarle aquel hombre tan excentrico; por momentos olvidaba que eran soldados de ejércitos enemigos.
—¿Qué hay de ti? ¿Por qué querrías ofrecer unas copas a un enemigo? ¿Me escogiste como tu oponente?
El rostro de Shunsui Kyoraku se ensombreció.
—Quizás soy menos ingenuo. Vi a ese tal Saga y sentí su enorme poder, también al tipo de la armadura de cabra con sus extraños trucos de magia... y estaba aquel hombre rubio, el que siempre tiene los ojos cerrados y es sin duda algo más que un ser humano... pero todos ellos te miran con sumo respeto. ¿Por qué lo harían si no fueras el más fuerte?
El caballero de Libra soltó una carcajada.
—¡Por favor! ¡Sólo me respetan porque soy viejo!
—¡Eres un mentiroso! —respondió Kyoraku y tomó un largo sorbo—. Yo no soy tonto. Me di cuenta de lo que pasa: tú escondes tu verdadero poder.
¿Cómo lo sabía? El anciano se preguntó a quién le recordaba este hombre... su actitud tan tranquila, incluso irresponsable, al mismo tiempo sabia e impertinente... ese sombrero de paja que le resultaba tan familiar...
—Me descubriste —confesó el anciano, guiñando un ojo—. ¡Pero vamos! ¿Vas a arruinar la oportunidad de beber sake y contemplar la vida por algo tan trivial como una batalla?
Shunsui ladeó la cabeza.
—Oye, oye... no es trivial, recuerda que estoy protegiendo mi mundo de ustedes, los malvados invasores.
Dohko suspiró.
—Si hay algo que un viejo como yo puede decir con certeza después de contemplar el paso de los años es que no habría hombres buenos ni malos si las personas tuvieran la capacidad de entenderse. El ser entidades separadas es una ilusión... en realidad todos formamos parte de este mundo, del universo o de la existencia. Si comprendieramos eso podríamos ser capaces no solo de entender sino de experimentar interiormente los motivos de otros, y así no seríamos oponentes.
Kyoraku bebió el resto de su taza de sake y la dejó cuidadosamente en el suelo.
—Quiero comprenderte, Dohko, caballero de Libra —dijo y se secó los labios con el antebrazo.
El anciano miró al Shinigami con cierto asombro, después dejó escapar una curiosa sonrisa.
—Ya sé a quién me recuerdas, sí... qué tonto soy por no haberlo notado... y ese hombre de cabello blanco que andaba contigo, él también se parece un poco a Shion de Aries, seguramente sea tu mejor amigo, ¿o no? —el anciano se bebió lo que le quedaba de su Sake y colocó la taza con cuidado, encima de la de Kyoraku—. Las personas somos iguales incluso en un mundo diferente. Muy bien, pelearé contigo, si eso es lo que quieres. Así podrás comprenderme.
—...a través de la espada —completó el otro antes de desaparecer.
Los dos hombres desaparecieron de repente.
Sus dos sombreros de paja descendieron suavemente, balaceados por el viento hasta caer uno sobre otro, cubriendo las tazas de sake.
...
—¡Kan! —exclamó el caballero de Virgo al levantar la palma de su mano hacia adelante.
Una barrera de luz protectora apareció a su alrededor, protegiendolo de la ráfaga de viento, energía y escombros que avanzaban hacia él. El ataque se deslizó sobre la barrera como como el mar al golpear a las rocas.
—Hmm... Esto no será sencillo —murmuró el capitán del treceavo escuadrón y saltó hacia el caballero de oro, dispuesto a desatar un ataque devastador.
Con los ojos cerrados, Shaka dirigió su rostro en dirección a Ukitake, pero este se desvaneció al instante. Su energía se manifestó en varios sitios a la vez, como si en lugar de un hombre ahora se tratase de una docena, todos con el mismo poder, todos corriendo en dirección al caballero dorado desde todas partes, apuntando con las palmas de sus manos y exclamando una docena de comandos para liberar encantamientos.
Shaka sonrió desde la comisura de sus labios. Le alegraba que ninguno de sus compañeros tuviera que enfrentar a alguien tan poderoso. Los Ukitakes liberaron al mismo tiempo un huracán de hados, kidos y bakudos; gruesas columnas de piedra descendiendo desde el cielo, olas de fuego azul y relámpago, enormes esferas de energía oscura, cadenas de luz capaces de privar del movimiento hasta al más poderoso...
Shaka giró sobre sus pies, gracíl, como si levitara y exclamó:
—¡OHM!
Su cuerpo resplandeció mientras su cosmos se liberaba con el sonido de una estrella fugaz. Los ataques de los Ukitakes estaban a punto de alcanzarlo cuando levantó la mano derecha, sobre la que sostenía una esfera de luz. Se escuchó el sonido de un gong y después...
Los ataques llegaron a su destino con todo su poder destructivo, pero nada sucedió, fueron consumidos por un silencio impenetrable que perduró por varios segundos... tras los cuales el viento rugió.
Los Ukitakes ahogaron un grito mientras, desde lo lejos se podía contemplar una magnifica explosión de energía circular que se expandía a través del undécimo escuadrón arransando con todo a su paso. Las construcciones se elevaban hacia el cielo y se deshacían hasta convertirse en polvo; las calles levantaban ráfagas de tierra y escombro y los Ukitakes se cubrían con sus zanpakutos, pero al ser alcanzados por la corriente desaparecían en llamas furiosas de reiatsu azul.
El último de ellos, el verdadero, sostenía un poderoso escudo de luz con ambas manos, protegiendose del intenso poder y preguntándose cómo estarían los habitantes de los vecindarios y cuarteles aledaños. Ese pensamiento lo atormentaba: ¡esto era su culpa! ¡esta energía explosiva que destruía todo no le pertenecía a su oponente sino a él, que había atacado con todo su poder al reconocer que se encontraba ante un enemigo formidable! ¿cuántas personas habrían salido heridas? ¿la vida de cuántas personas estaría...?
Pero incluso un pensamiento tan terrible como ese se borró de su mente al contemplar la imagen que estaba frente a él...
—¿Qué...? ¿Qué es eso? —exclamó, contemplando la escena que parecía salida de uno de sus más coloridos sueños: Shaka estaba meditando, sentado sobre una gran flor de loto de color rosa que cerraba sus pétalos en torno a él, ocultándolo en su interior.
Detrás de su espalda se vislumbraba la silueta de una hermosa mujer que cabalgaba sobre un caballo blanco. En sus delicadas manos sostenía una guadaña afilada que reflejaba la imagen de Ukitake. A su lado levitaban cientos de ángeles diminutos, querubines sonrientes e inocentes y también demonios de piel roja y lenguas verdes cuyas sonrisas enseñaban colmillos afilados.
Shaka apuntó con ambas manos hacia adelante y exclamó:
—¡Rendición Demoniaca! ¡TENMA KOFUKU!
Nota del autor: Damn... Things got real...
¡La batalla entre Ukitake y Shaka ha dado inicio! ¿Qué piensas de ella?
Mientras tanto, los dos guerreros más carismáticos terminan sus bebidas. ¿Qué esperas de este duelo?
Pregunta: ¿A quién crees que le recordó Kyoraku a Dohko? =)
¡Te invito a leer "El navegante de las pesadillas", como siempre, y no olvides dejarme tu like y compartir este fic!
¡Un abrazo gigante repleto de reiatsu! ¡Nos vemos a la próxima!
Próximo capítulo: 23. El secreto del anciano
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Reiatsu + Cosmos (Saint Seiya / Bleach)
Fiksi PenggemarTras la batalla contra Poseidon, los caballeros dorados se preparan para la guerra contra el Emperador Hades. Ichigo Kurosaki recuperó sus poderes gracias a la ayuda de Kuchiki Rukia y los capitanes y tenientes de la Sociedad de Almas. Orihime tiene...