— No soy humano, soy del planeta Namek, allí no existen las mujeres.
— ¿Y cómo se reproducen? — le consultó luego que asimilo esa respuesta.
— Nuestro líder es el Gran Patriarca, es el padre de todos, nacemos de un huevo que expulsa de la boca, aunque yo nací en la tierra.
La mujer quedó en silencio y quieta, sin comer ni moverse para nada.
— Verdaderamente me dejaste sin saber que decir... y eso es difícil. Te molesta si hablamos un poco mientras como, me ayuda a digerir rápido la comida... que tal es Gohan, Videl me contó que habías sido su maestro — él le contó resumidamente su historia, y como conoció a su alumno — así que eres el hijo del Rey de los Demonios. Interesante. Ya pasó la hora tierna, recogeré todo y me prepararé para entrenar.
Cuando empezó a ordenar la mesa, uno de los hombros de la camiseta se le soltó y dejó parte de su seno al aire, Piccolo no supo si decirle o arreglarle la ropa, acercó con mucho cuidado dos dedos para subirla, pero luego se arrepintió, hizo dos o tres nuevos intentos de acomodarla, al final se levantó de la mesa, sintió vergüenza que si ella se daba cuenta que le arreglaba la ropa lo trataría como si fuera un pervertido, ya cuando estaba transpirado de nervios, decidió que lo mejor era avisarle.
— Cof... cof... es mejor que te arregles la ropa, se te soltó del hombro y se te ve... algo que no deberías mostrar — dijo todo avergonzado mirando al piso.
— Jajaja vaya hombre... tal como sentí eres todo un caballero, pocas veces me equivoco en eso. Acostúmbrate, si vas a combatir con mujeres debes dejar de complicarte por cosas así... o que pasará si por casualidad al atrapar a alguna de las rebeldes por la espalda, tu mano le roza un seno, la soltarás y le dará la oportunidad de destruirte. Se frío.
La mujer se le acercó hasta que él tragó saliva con su cara totalmente morada, solo en ese momento ella se acomodó la ropa, contenta de haberse cobrado el tener que haberle rogado que la entrenará, se fue a la pieza de la noche anterior, cuando salió estaba vestida con un traje completo oscuro, que tenía un cierre al frente.
Esa jornada entrenaron duro, la mujer aprendió muy rápido, ella estaba segura que haber practicado toda su vida artes marciales le ayudó mucho. Al terminar el día ya lograba sentir el ki, hacer pequeñas esferas de energía, y mantenerse en el aire, pero siempre chocaba con algo y caía al suelo.
— Te vi moverte sin problemas en la Tierra, y acá chocas con todo — le dijo Piccolo al verla golpear una pared por enésima vez.
— El bastón me manda señales sonoras, así logró escuchar si hay algo delante de mí, pero en el aire esa onda no se transporta bien, y por eso no puedo calcular las distancias.
— Usa tus otros sentidos, dependes mucho de tu oído para todo.
El namek sonrió maligno y le tiró a la mujer una pequeña bola de energía que la hizo perder la concentración y el equilibrio, cayendo de nuevo al piso.
— A descansar, has progresado bastante para ser tu primer día de entrenamiento — ella al escucharlo no lo demostró, pero por dentro estaba muy orgullosa de sí misma.
Mientras el guerrero se acomodó para pasar la noche igual que la anterior, recordó que ella era mitad extraterrestre, por eso debe ser que pudo aprender tan pronto pensó, aunque pocas de las mujeres aladas tenían un ki grande, al menos no me aburriré estos días como creí, rió recordando cuando la tiro al piso, así se cobró el que lo haya acorralado en la mañana, con la camiseta suelta.
Ya al cuarto día de su viaje, en el desayuno, en vez que fuera Izbet quien le preguntara por él y sus amigos, el namek fue quien se le adelantó.
— Porque eres tan altiva, y soberbia con todos — la quedó mirando fijamente.
— Sé que todos me ven como una inútil, es solo una ciega sé que piensan, no ven nada más que eso en mí, cuando quede huérfana, todos me juzgaban sin conocerme, no sabían que podía andar en trineo hasta el pueblo casi sin chocar con los árboles, muchas veces podía saber cuándo alguien me tiraba algo y esquivarlo, hacía varias cosas sin ayuda de nadie, pero no, yo era a quien debían cuidar, y que no caminará sola porque la pobrecita se iba a caer, como si los que ven no se cayeran nunca, por eso me volví lo más fuerte e independiente que pude, con el tiempo me di cuenta que no sólo debía serlo físicamente, con la persona que me crió creamos el Conglomerado Heaven, y me volví una empresaria exitosa y temida... además... todos a quienes he querido han muerto, sólo me tengo a mí misma. No tengo familia. La madre de Videl era distinta, ella nunca me juzgo, fue mi primera y gran amiga, por eso DEBO salvar a mi niña, cuando su madre murió le jure protegerla, no dejaré que nada malo le pase, si tengo que morir para rescatarla lo haré.
El hombre verde meditó un buen rato mientras ella seguía comiendo.
— Es difícil perder a tus seres queridos, si no amas a nadie, no hay dolor ni miedo a perderlos, pero tampoco cariño en tu vida — recordó cuando conoció a Gohan y lo que vivió con él, interiormente reconoció que su alumno había cambiar mucho su forma de ver las cosas y a las personas. Ambos mantuvieron silencio pensando.
— Ya falta un día para llegar — la mujer prefirió no seguir contándole de su vida, eso la hacía sentirse vulnerable, por eso no entendía porque le dijo esas cosas — no sé si nos dejarán quedarnos, allá son muy orgullosos de su raza, y sé que no querrán que una mestiza ciega como yo llegue a romper su perfección — suspiró con resignación — apenas bajemos, quédate al lado mío, y por favor no digas nada, pase lo que pase.
— No por ser todos iguales quiere decir que son perfectos.
En su interior Izbet sintió que podía confiar en el guerrero, por eso tal vez le dijo todo eso, ni siquiera Videl sabía alguna de esas cosas, pero no quería confiar en nadie más que en ella para ayudar a su ahijada, no había podido olvidar que, en el pasado, por dejar las cosas en manos de otros perdió al ser más importante de su vida.
Al llegar al planeta del Pueblo Celestial, bajaron al lado del Palacio, las guerreras los estaban esperando cuando salieron de la nave, rodeándolos, la ciega usó su bastón, a su lado iba el guerrero.
— Soy Izbet Supay — dijo cuándo se detuvo al final de la rampa — hija de Zurra, exijo se me permita reunirme con la Sagrada Madre — gritó como presentación.
— No tienes permitido verla — dijo la que hacía de jefe de la guardia del castillo.
— Ni aunque quisiera, no podré VERLA nunca — respondió con ironía, riendo frente a ella.
— Quiero decir que no puedes ir a su presencia, no eres perfecta — contestó sonrojada de vergüenza la jovencita.
— Si no me llevas, dejaré tu perfecto rostro como rompecabezas — su voz era suave pero su expresión demostraba todo lo contrario, Piccolo sonrió al escucharla.
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Ángel Ciego 1. El Comienzo
FanfictionTodo comenzó con la inminente boda de Gohan y Videl, está última le pide a su mejor amiga, a quien ha sido "como una madre" en sus propias palabras, que sea su madrina de matrimonio, su pedido es concedido y al rato que su amiga conoce al padrino, c...