Capítulo 8: Cuando el fuego no se apaga una vez que está en ebullición

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La habitación estaba a media luz y su cuerpo estaba en llamas, delante de él se levantaba una imagen que no estaba seguro que fuera cierta. Desnudo y sobre él, estaba Matthew mirándolo con esa maldita seductora sonrisa que lo hacía aguantar la respiración. Harry sabía que también estaba desnudo porque podía sentir la brisa que entrar por la ventana media abierta que hacía a su piel estremecerse, o tal vez, ese temblor era por el tacto cadencioso de las manos de Matt que recorrían su cuerpo, realmente no estaba seguro de nada, su mente estaba entrando en una neblina de lujuria imposible de despejar.

Y le estaba fascinando.

Un gemido salió de sus labios debido a los besos húmedos que Matt comenzó a darle a su pecho, dedicándole mayor atención a sus discos de carne, mordiéndolos, chupándolos. Lo estaba volviendo loco. No pudo evitar el gemido de protesta al sentir el frío húmedo que dejó sus labios y poco a poco comenzó a ir más hacia el sur de su cuerpo, logrando que cada fibra de su ser saltara de anticipación. Cuando la barbilla de su pronto a ser amante rozó la cabeza de su miembro no pudo evitar estremecerse, sus caderas se elevaron y necesitó sujetarse de las sábanas para evitar... no estaba seguro que tenía que evitar.

—Por favor... Matt... —se escuchó rogar.

Harry necesitaba atención urgente en su pulsante erección o enloquecería, para su consternación, Matt solo lo miró y le mostró la más arrogante sonrisa que alguna vez le hubiera visto. Quería gritar de frustración, pero sus ojos dieron literalmente la vuelta cuando sin aviso fue tragado. Soltó un jadeo fuerte al sentir que la punta sensible de su miembro tocaba la parte de atrás de la garganta de Matthew; sus bolas subieron tanto a su cuerpo que pensó que desaparecerían, fue inevitable que el delicioso escozor característico en su espina dorsal le avisaba que tendría la madre de los orgasmos y estaba a punto de joder la boca ajena cuando su nombre fue dicho con imperiosa voz.

—¡Harry!

Con un gran sobresalto, Harry miró sin mirar a la persona que tenía delante de él. Necesitó enfocar bien la visión y frotarse los ojos para poder distinguir que era lo que sucedía realmente. Tenía todo confuso, vio a todos lados en busca de Mathew, desesperado porque huyera, corriera o algo.

Agitado, frustrado sexualmente y con su mente embotada, poco a poco comenzó a despejarse. Lo último que recordaba era que habló con Matt... o tal vez, no hablaron ¿lo vio siquiera? 

Ya no estaba seguro de nada.

« ¿Todo había sido un sueño?»

No podía evitar controlar su respiración agitada.

—... ¿Nene? —escuchó la característica voz de su novia hablándole con precaución. Harry no tuvo más remedio que enfocar su mirada a quien realmente tenía frente a él.

Su novia, no Matt.

Tragando saliva que no tenía, su respiración sin poderla controlar y su piel sensible, necesitó más tiempo para recuperarse de ese extraño y vivido sueño, pero no podía, su novia lo miraba entre curiosa y confundida. Él tendría que explicar lo que fuera que hubiera dicho.

« ¿Dije algo?» pensó aterrorizado.

Él y su novia habían hecho el amor ni bien regresaron a la habitación en la locación donde trabajaban y se quedaron dormidos casi inmediatamente. Harry quería patearse con una bota de hierro por haber tenido ese estúpido sueño y por más que deseaba quitar de su mente la sensación de haber estado realmente con él, no podía. Sin decir una palabra, se levantó de la cama ignorando la gran erección que todavía mostraba, se puso un bóxer y fue directo al baño sin decir una sola palabra a su intrigada novia.

Porque soy estúpidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora