LA CUARENTENA

283 22 1
                                    

"Turner, algo ha pasado en San Cristóbal. Precinta el lugar y asegúrate de que no lo toquen hasta que llegue García con los del forense. No dejes que se sepa de momento, ni una palabra de ésto. No queremos que cunda el pánico en la estación... Ah, otra cosa: como pille al que se lo ha soplado a Ransome, se traga la puta placa. Me salió con que Seegson tenía no sé qué privilegios y se enteró de todo lo que quiso y más. Este incidente es muy serio, lo ultimo que quiero es tener a Ransome dando por saco. Corto" Mariscal Waits, 13 de noviembre de 2137
. . . . . .

~ VLAD ~

No sabría decir cuánto tiempo he estado explorando este amasijo de conductos en busca de comida y un lugar seguro para descansar. El lugar es enorme y no logro encontrar la salida, además hay demasiados humanos rondando por allí, no han hecho nada más que aumentar en número desde que salí del cuerpo de mi anfitrión. Mal asunto. Mientras esté de este tamaño no podré luchar, ni atacar, así que limito todos mis movimientos a los conductos tanto como puedo, pero necesito comida urgentemente.

* * *

— Tenga — dijo Morley ofreciendo varias toallas de papel
— Gracias...

La doctora Lingard se veía muy perturbada, las manos le temblaban tanto que dejó caer varias hojas de papel al piso,  pero cuando vió en ellas la sangre de su paciente grandes lagrimas rodaron por sus mejillas y comenzó a estremecerse. El doctor Morley se sentó junto a su colega y pacientemente esperó a que ésta se desahogase.

— E-Ella... ya se veía mal, muy mal... — dijo ella entre sollozos — Esa cosa horrenda le salió reventándole el pecho mientras yo... yo solo... sólo trataba de...  ¡Oh Dios!

Morley se inclinó hacia delante en la silla, recargando los codos en las rodillas.

— No fue su culpa, Lingard — dijo encendiendo dos cigarrillos en su boca — Tenemos poco personal, hemos estado trabajado al menos 18 horas al día... — le ofreció uno — Pudo haberle pasado a cualquiera de nosotros.
— ¡Si, pero me pasó a mí doctor Morley! — Exclamó tomando el cigarro que le ofrecían y le dió una gran chupada. Sacó el humo antes de proseguir — No le pasó a Fernández el dentista, no le pasó a West el radiólogo, ¡¡Ni siquiera a ese drogadicto de Khulmann!!
— Venga — dijo él al tiempo que se levantaba — Le invito un café de la máquina, vera que cuando todo esto termine...
— ¡El doctor Khulmann! — exclamó Lingard de pronto
— ¿Qué pasa con él? — Morley sintió curiosidad
— ¡Los mariscales lo van a requisar todo después de lo qué pasó! Si se enteran de que Khulman se automedica...
— Sabrán también sobre el mercado negro.... — finalizó Khulmann

Lingard tenía razón. Había qué hacer algo.

— Uno de nosotros tiene que ir a la planta de abajo y cambiar el código del dispensario

El sonido de pasos apresurados los alertó de la presencia de alguien más que se acercaba a ellos. Cuando giraron la cabeza en la dirección en la que los pasos se acercaban vieron a uno de los mariscales. Ambos lo reconocieron como Harper, uno de los miembros más jóvenes en la oficina del mariscal.

— ¿Doctora Lingard? Doctora... — exclamó el joven cuando llegó hasta donde estaban — el mariscal Waits quiere hablar con usted

Morley miró a Lingard, pero no dijo nada.

— ¿Eh? Ah, s-Sí le... ¿le dijo porqué oficial? — preguntó ella tratando de parecer tranquila
— Van a poner este sitio en cuarentena, traeremos un equipo especial para atrapar a la cosa esa, Waits le dirá los detalles — dijo el joven tomándola del brazo y luego se giró hacia el compañero de Lingard — Doctor Morley usted también está invitado

Esta vez fué Lingard la que miró a Morley con ojos suplicantes. Él entendió la indirecta.

— Lo siento oficial — respondió Morley con presteza — Si van a cerrar este lugar, tendremos que despejar la enfermería y preparar a los pacientes de trauma para su traslado, me voy a la planta baja doctora Lingard — dijo dirigiéndose a ella, luego se giró hacia el joven — Por favor oficial, dígale al mariscal Waits que me mande un memo con los detalles, lo revisaré después. Oficial, doctora Lingard...

Morley se alejó de la pareja dando grandes zancadas. En verdad daba la apariencia de cumplir con su deber como doctor e ir a preparar a los pacientes. Lingard le agradeció el gesto en silencio y cuando se giraba para acompañar al joven oficial susurró:

— Vaya con cuidado doctor Morley...

* * *

~ VLAD ~

Por fin percibí un aroma nuevo por encima de los demás olores, y luego lo ví cuando pasaba cerca de un respiradero: la criatura ésa caminaba cerca de los humanos como si fuese el dueño del lugar, los miraba a todos despreciativamente pero al mismo tiempo como pidiendo algo de ellos, ¿algo de atención quizá?

El animalillo subió de un salto a una mesa en donde uno de los humanos comía seguro de conseguir lo que quería, pero éste lo echó bruscamente.

(Je, ¡tonto!)

Cuando vi que se encaminaba hacia unos contenedores apilados me adelanté, sabía que cerca había una entrada a los conductos principales ¡no podía desperdiciar la oportunidad! La criatura se había sentado sobre los contenedores cuando llegué, meneando la cola de un lado a otro molesto.

La entrada del conducto se abrió y me miró, yo estaba allí con mi mejor cara juguetona y meneando la cola justo como veía que él lo hacía. Se levantó, ladeó la cabeza con curiosidad, luego bajó de los contenedores y se acercó lentamente, olfateando, un paso a la vez. Yo también pretendí tener curiosidad de la criatura y me puse a imitar sus movimientos.

Finalmente decidió que valía la pena y entro de un salto hacia mí. Sus ojos se abrieron como platos cuando se dio cuenta de lo que pretendía pero era demasiado tarde: le sujeté fuertemente con mis dos patitas delanteras y enrollé mi cuerpo al suyo, con mi cola le rompí el cuello ¡Por fin tenía comida! Sólo había qué arrastrar a mi nuevo amigo peludo a un lugar tranquilo para poder alimentarme a mis anchas...

— ¿Jonesy? Gato tonto ¿en donde te has metido? Disculpe ¿ha visto un gato calicó por aquí?

EL EMPALADOR SILENCIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora