UN ORGANISMO PERFECTO

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"Aún no ehabéis comprendido a qué os enfrentáis. Un perfecto organismo. Su perfección estructural sólo está igualada por su hostilidad [...] Admiro su pureza, es un superviviente al que no afecta la conciencia, los remordimientos ni las fantasías de moralidad. [...] No voy a mentirles. No tenéis ninguna posibilidad, pero... contáis con mi simpatía"
Ash, 26 de septiembre, 2122
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~ RIPLEY ~

Cuando la compuerta automática se abrió, le entró un estremecimiento de pies a cabeza. Los pelillos de la nuca se le erizaron, y sintió como si de pronto cayera al vacío. Una extraña corriente de aire salió a su encuentro desde las entrañas de la clínica San Cristóbal y el hedor a muerte vieja mezclada con suciedad la rodeó.

— Venga, ayudémonos el uno al otro ¿eh? Por el beneficio mutuo — le dijo Khulmann desde el otro lado del grueso cristal en la recepción.

Amanda lo miró por encima del hombro unos instantes antes de entrar.

"¡Qué majo, el pavo éste! Me enmarrona hasta los ojos aquí el amigo, sí señor".

El lugar estaba en semioscuridad, había escapes de alguna clase de gas en una pared y chispas en la otra, mesillas y camillas volcadas, los utensilios esparcidos por el suelo aquí y allá. En seguida supo que había venido a meterse en un verdadero berenjenal ella sola... Pero bueno, el que algo quiere algo le cuesta, ¿no? — había oído muchas veces a su madre decirle — Y además no podía abandonar a sus compañeros ahora que por fin los había encontrado, no podía abandonar a Taylor así.

Sacó su recién adquirido detector de movimiento. Nada. Aún así el lugar no le gustaba nada.

— Sigue adelante — escuchó al doctor Khulmann por los altavoces — En esa zona teníamos a los pacientes más inestables, los que tenían problemas de adaptación al espacio profundo. Casos trágicos. No te preocupes, hace mucho que ya no están allí.

Si la apariencia del lugar le daba mal rollo, la explicación de Khulmann no había hecho más que aumentar el recelo que sentía por aquel lugar.

—Sólo dime a dónde ir Khulmann — pidió ella

Las instalaciones eran enormes, y sólo estaba en el área psiquiátrica, lo último que quería era permanecer más tiempo del necesario. Aún así tenía la oportunidad de recolectar suministros y cosas útiles que pudieran ayudarla a ella y a sus compañeros, si no a salir de la estación, sí a sobrevivir mientras buscaban una manera de contactar con Verlain, la capitana de la nave en que habían venido. El ruido de objetos cayendo a la distancia la alarmó, pero el detector de movimiento no captaba nada.

— No, por allí no — se oyó en los altavoces

Para ser un hospital había muy pocos suministros, por no decir ninguno. Y el lugar daba la sensación de que algo o alguien observaba desde algún sitio. Le dieron escalofríos. Al escuchas más sonidos, le entraron ganas de correr, pero de nuevo sacó el detector de movimiento. Nada.

— Es ese. Ese es el despacho de Morley. El código debería estar allí en algún sitio.

La oficina estaba toda patas arriba, como si la hubieran registrado por todas partes, sin encontrar lo que buscaban. Amanda se preguntó si habían revisado el ordenador. Efectivamente, no lo habían hecho. La persona que había desordenado todo no era muy lista o había tenido mucha prisa o había sido interrumpida. Tal vez fuera Khulmann, la verdad es que el tipo tenía algo que no le agradaba en absoluto. De pronto, las alarmas sonaron y los altavoces notificaron que era una alerta de tipo biológico.

EL EMPALADOR SILENCIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora