Viernes de diciembre, la escuela estaba a centímetros y Jongin caminaba lo más rápido posible para llegar antes que sus demás compañeros.
Ese día, la maestra quiso que salieran mucho más temprano al receso, ella limpiaría un poco el salón, mientras que los niños estaban jugando en el patio.
Allí estaba Jongin, solitario, y apartado en una de las bancas cerca de una maceta que olía como a tierra húmeda y al jabón que tenía en casa. Le dio un mordisco al sándwich que tenía en sus manos mientras observaba a sus compañeros haciendo una de las rondas que hacían casi siempre, cantando canciones que él ya se sabía de memoria. El chico ese era popular, estaba allí en uno de los columpios, rodeado de niños riendo y invitarlo a jugar, pero él solo negaba con la cabeza risueño. Jongin frunció el ceño y sintió como alguien se interponía en la visión que tenía antes.
Sehun.
-Tú no eres coreano, eres muy oscuro para poder serlo-
Este era uno de los niños que quería evitar, ¿por qué tenían que molestarlo a él?
-Eso no tiene nada que ver, mi madre es coreana-
-Quizás ella no es tu madre- respondió un chico con burla- quizás tu padre es un extranjero ilegal, y es por eso que pareces uno-
Los otros junto a él comenzaron a formar una ronda alrededor de él, Jongin ya estaba acostumbrado a cosas como un día sin almuerzo, o uno que otro golpe en la mejilla, pero esto era demasiado incluso para alguien como él, un niño de diez años.
Él chico de repente con una sonrisa mordaz, tomó el cabello del niño tan fuerte como pudo, y lo arrastró hacía el piso.
-¿Por qué no te vas de aquí? ¿eh?-
Tenía los ojos llorosos, y sentía escocer las mejillas, no quería contestarle, sabía que si lo hacía iba a ser peor, voltio su mirada hacia la multitud, y se dio cuenta que nadie tenía intención de ayudarle.
-¿Buscas a alguien? ¿siquiera tienes amigos?- Sehun rió y giró hacía los demás, Jongin sabía lo que venía. Dos de ellos lo tomaron de los brazos y lo sostuvieron.
El primer golpe dolió, el segundo no tanto, y el tercero dolió mucho más que el primero. El niño creyó morir, cuando vio todo nublado a su alrededor, y a más niños sumándose para golpearlo, estaba allí en el piso y no podía hacer nada más que llorar como lo hacía siempre. Algunas risas y otros ni siquiera interesados en lo que pasaba, así era la vida de Jongin, y aunque estuviese acostumbrado, también estaba cansado.
Más de siete arañazos en su rostro, y unos cuantos moretones en su cuello, el castaño se levantó del piso, luego de unos minutos, y fue hacía uno de los baños a limpiarse el rostro, estaba lleno de tierra y ardor.
Lloró un poco más, pero no tanto, porque faltaban seis minutos para entrar al salón de nuevo, Jongin tenía que calmarse, y inventar una historia que explicarle a la profesora, aunque de alguna forma, él creía que ella ya sabía todo, y no hacía nada sólo por pereza.
Salió de uno de los baños mirando hacía el suelo, por si se encontraba de nuevo con Sehun y sus amigos, y la levantó luego de un rato para mirar a Kyungsoo riendo con un chico castaño, en el mismo columpio de hace un rato, ¿Qué era lo gracioso?, ese mismo niño lo había amenazado ayer con que hiciera su tarea de biología y no parecía nada de tierno.
La sonrisa se transformó en risas, ¿Por qué él podía tener una vida normal? ¿Por qué él no podía ser molestado?, Jongin sintió rabia, un sentimiento extraño como para poder describir.
Los días pasaron del mismo modo, hasta algunos grados después, hasta que Jongin pudo defenderse, porque según sus propias palabras, que era las únicas que tenía, debía proteger a su madre. Jongin no tuvo amigos, ni alguien que cuidara sus heridas, sus propios consejos eran los mejores y no quería preocupar a su madre.
Fue así como recordó porque detestaba tanto a ese estúpido.
ESTÁS LEYENDO
Dark Skin
FanfictionJongin se siente terrible porque las personas lo juzgan por ser moreno y a Kyungsoo, su compañero, lo halagan sin que tenga una cualidad en especial.