Capítulo 5

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Luego de hablar con mis padres y mi abuela me fui a acostar, estaba muy cansada por lo que me quede dormida muy rápido. Al día siguiente me levante temprano para ir a buscar los suministros que los alienígenas nos reparten, los Súmps aprovechan el día de descanso para vendernos comida, agua y otras cosas necesarias para sobrevivir. El día veinte de cada mes, ellos nos dan una bolsa que nosotros debíamos llenar con suministros, el tamaño de dicha bolsa depende de cuántos integrantes haya en tu familia, luego debíamos ir al mostrador y pagar por lo que habíamos agarrado. Este sistema estaría bueno, si nos pagaran lo suficiente, muchas veces vemos cómo algunas familias de bajos recursos que no tienen el dinero necesario para llenarla, se van con media o un cuarto de bolsa. Esto nos a pasado a nosotros también pero cuando pasa, nos repartimos equitativamente lo que hayamos comprado. Además está el problema de que obviamente una bolsa (o menos) de comida al mes no alcanza para mantener a una familia, pero por suerte existen otros momentos a lo largo del mes en el que a las familias más necesitadas, se les entrega otra bolsa, más pequeña, con suministros. A los Súmps no les sirven que sus trabajadores mueran de hambre.

En fin, Martín, Jime, Diego y yo siempre íbamos a buscar las cosas para nuestras familias porque queríamos dejar que nuestros padres duerman todo lo posible - como es su único día libre, había que aprovecharlo, ¿no? - Cada veinte de cada mes nos encontramos en una placita cercana al límite de nuestra ciudad con la de los Súmps e íbamos juntos por las cosas. Esta vez no fué diferente, nos juntamos y luego nos acercamos al puesto donde estaban los alimentos.

Todo parecía ir normal hasta que de la nada un hombre que estaba a unos metros de nosotros empezó a correr con su bolsa de compras. Al principio creí que corría porque estaba contento de tener comida y agua,  aquel señor llevaba su bolsa llena hasta el tope; pero luego me dí cuenta de que no corría de felicidad sino que corría de los soldados Súmps, que ya habían comenzado a perseguirlo, al parecer el hombre había robado esas cosas y los aliens intentan atraparlo.

Miré a mis amigos y supe que todos pensábamos en lo mismo, ayudaríamos a ese hombre. Dejé la bolsa en el piso y arranque a correr hacia los dos uniformados, acción que los chicos no tardaron en imitar. Otro soldado, al ver que íbamos en la dirección de sus compañeros, dió la voz de alarma y enseguida se escucharon unos disparos, luego vimos a otro par de Súmps corriendo hacia nosotros. La gente gritaba como loca y ya había comenzado a irse a sus casas dejando sus cosas en el suelo. Dirigí mi mirada adelante y observe que estábamos llegando al centro de la ciudad que antes había sido la ciudad de Montevideo.

Inmediatamente después de doblar en una esquina vi que los Súmps que teníamos delante se separaban en una intersección de calles, iban a interceptar a el señor en la próxima esquina se lo dije a los chicos y nos separamos, Diego y yo fuimos a la derecha persiguiendo a un Súmp de cabello anaranjado y Martín junto a Jime a la izquierda persiguiendo al de cabello azul, los Súmp detrás nuestro también se separaron, ahora teníamos a uno de pelo violeta pisandonos los talones, Jime y Martín se habían quedado al rubio.

Cuando llegamos al cruce vimos como los dos Súmps que teníamos delante se acercaban al hombre, que se había caído al suelo, y le apuntaban con sus armas de plasma, su potencia era tal que un solo disparo de esa cosa basta para acabar con tres hombres. Tenía miedo pero a pesar de todo me acerque al hombre y me puse delante suyo, preparada para recibir cualquier disparo dirigido a él, mis amigos me siguieron y juntos rodeamos el cuerpo del señor, dispuestos a impedir que le hicieran daño.

- ¿Qué están haciendo? - Vociferó uno de ellos - ¡¡Quitense del medio si no quieren morir!! - El Súmp lo dijo con tono de advertencia, pero sé qué no lo decía de verdad. Si debía dispararnos, no lo dudaría ni un segundo.

Terra RebellioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora