La Plaza Sator era el epicentro de la Ankh-Morpork. Una plaza en la que podrías encontrar el hogar del Patricio, decenas de comercios y artesanos, centenares de cotillas y la puerta principal de la Universidad Invisible.
También, una vez a la semana, se montaba un pequeño mercadillo. Y como cada día de mercado, el archicanciller Candlemore tenía la sagrada costumbre de bajar el desayuno dando un paseo por la plaza Sator mientras echaba un vistazo a los diferentes puestos que la abarrotaban. Esto sería verdad si por "paseo" nos referimos a recorrer el trayecto entre la puerta principal de la Universidad Invisible y el primer banco en el pudiese descansar de tamaña hazaña.
Una vez en el banco, se dedicaba a observar a la gente: cómo regateaban, cómo robaban, cómo criticaban al prójimo, cómo trabajaban y en definitiva, cómo vivían.
El archicanciller Candlemore era un hombre que además de jactarse de medir lo mismo de ancho que de alto, de no llevar la barba llena de migas, de ser un fumador con buen gusto y de ser el mago más modesto de la Universidad Invisible, también también lo hacía de ser un gran observador. Quizá porque fuese cierto pudo ser consciente de que, ocupando su trasero la práctica totalidad del banco en que se había sentado, una figura envuelta en negro había podido encontrar un hueco para hacerle compañía; o bien porque esa figura medía casi 2 metros.
-¡BUENOS DÍAS!
-¿No crees que es un poco temprano para hacerme "la visita"?
-NUNCA ES TEMPRANO, NI TARDE. ES CUANDO TIENE QUE SER.
-Pues ahora es temprano.
-ESO DICEN TODOS.
Se hizo un silencio incómodo rellenado por la respiración nerviosa del Archicanciller y la tranquila no-respiración de Muerte.
-¿Cuánto hace que no nos vemos? -dijo para aflojar un poco la incomodidad que suponía estar sentado junto a Muerte.
-DESDE EL ENTIERRO DE TU ANTECESOR...
-Ah... Vaya, nadie se esperaba su... Bueno... Es que estaba muy sano.
-LO SEGUÍA ESTANDO CUANDO LO ENCONTRÉ EN EL ATAUD, AUN QUE ESO SÓLO DURANTE UNOS INSTANTES. ¿NO SÉ SI ME ENTIENDES?
-Paparruchas. Un mago de su nivel habría salido de esa caja sin problemas...
-QUIZÁS, SI LA CAJA HUBIESE ESTADO ABIERTA, SI NO HUBIESE SIDO DE OCTIHIERRO, SI ÉL NO TUBIESE LAS MANOS ATADAS Y LA BOCA TAPADA Y SI NO SE ENCONTRADO ENTERRADO A CUATRO METROS BAJO TIERRA...
-Hasta tú debes saber que a un mago se le entierra siguiendo un protocolo...
-CLARO. A LOS QUE ESTÁN MUERTOS- sentenció la muerte.
Candlemore decidió ignorar el último comentario y continuar observando como la vida fluía por la plaza, mientras que La Muerte se contentó con ser testigo de cómo llagaba a su final mientras su acompañante se sumía en sus propios pensamientos.
Pensamientos como que la Universidad Invisible había cambiado mucho. Los tiempos en que el único método de progresar en la institución de la magia era el magocidio habían acabado hacía mucho tiempo, pero eso no quería decir que un archicanciller no hiciese enemigos al tomar ciertas decisiones: cerrar algún departamento de investigación, prohibir la salidas a altas horas de noche o tratar de recortar gastos quitando las tartas de bizcocho de frambuesas del desayuno. Candlemore sabía que muchos jóvenes ambiciosos e inconformistas podrían haber sido capaces de intentar el asesinato del viejo, pero él prefería dejar pasar el tiempo y esperar a una muerte natural de alguien que ya había sobrepasado con holgura el siglo de vida. Que el difunto archicanciller fuese capaz de reducir su ritmo cardiaco para poder dormir más de veinticuatro horas de un tirón sin que se notase que respiraba, haciendo que todo aquel que lo encontrase en dicho estado se llevase un susto incalificable, no tuvo nada que ver con que el Prefecto Mayor de por aquel entonces, diera la voz de alarma al encontrar al anciano en su cama en pijama, arropado hasta la nariz y sin pulso. Tampoco fue sorpresa que siguiendo las instrucciones del proactivo Prefecto Mayor, el entierro se llevase a cabo dos horas más tarde siguiendo con el protocolo correspondiente: enterrar a cuatro metros de profundidad el ataúd, que debe ser de octihierro soldado con fuego draconiano para evitar que un archimago zombie decidiese volver a la tierra dispuesto a imponer un reinado de terror y un canal nuevo de televisión. Que dicho Prefecto Mayor, un hombre totalmente consciente de que una universidad no puede funcionar sin un líder, tomase posesión del cargo mientras Modo, el responsable de jardinería de la UI, cubría la sepultura como si alguien le hubiese regalado una carretilla último modelo con su nombre grabado en un lateral, solo era una inesperada coincidencia.
-Y bien –decidió romper el hielo el mago-. ¿A qué esperamos?
-YO ESTOY ESPERANDO A QUE VITO,EL CHOCOLATERO, TERMINE DE PREPARAR UNA REMESA DE BOMBONES. TENGO ENTENDIDO QUE SON LOS MEJORES DE LA CIUDAD.
-Tenía entendido que los esqueletos enfundados en el manto de la eternidad no tenía papilas gustativas... -dijo el mago sin ningún tipo de maldad mientras observaba cómo cruzaba la plaza una niña con un palo enorme que le recordaba terriblemente al bastón de un mago.
-A MI NO GUSTA EL CHOCOLATE TANTO COMO LA ARENA... PERO A MI NIETA LE ENCANTA.
-¿Tu qué...?
Y como si de una proyección de cine se tratase, las luces se apagaron y la película comenzó: por un extremo de la plaza irrumpió desbocado un caballo tirando de un carro, del que colgaban dos goblims con cara de haber descubierto una velocidad por encima de la del sonido; agarrado a la parte trasera del carro, lo que parecía un oso embutido en una camisa de cuadros dos tallas más pequeñas de lo que un sastre profesional habría creído necesario. Por casualidades de la vida, el caballo iba directo a la niña.
En una situación normal, el archicanciller se habría levando del banco, habría susurrado unas palabras en la lengua de los magos, habría convertido todo aquello en una curiosa anécdota para contar durante los postres. Pero la normalidad dista de estar cerca de Universidad Invisible y ésta quiso que Candlemore se quedase mirando con la boca abierta cómo el palo de la niña se iluminó como si fuera una forja; como el caballo, el carro, los goblims y el leñador furibundo acompañado de todas las personas y puestos del mercado se elevaban por encima de la cabeza de la niña sin que por ello nada de lo que estuviese pasando se detuviese, lo que propició el momento en que el carro sobrevolaba a la niña. Fue este el momento en que el bastón se quedó sin pilas y se convirtió nuevamente en un palo carente de luz. Esto hizo que todo volviese a su altura original, con el efecto secundario de que el caballo, el carro, los goblims y el leñador continuasen con su trayectoria. El choque contra el puesto de chocolates sólo habría sido más espectacular de haber ido acompañado de una explosión con fuegos artificiales y demás parafernalia.
La Muerte ya no se encontraba junto al mago. Candlemore se levantó de su asiento y se dirigió con paso vacilante al lugar del accidente sin dejar de mantener en su campo visual a la chica que se encontraba paralizada en el centro de la plaza. Entre el polvo y los restos del carro y del puesto, se podía suponer una figura alta y oscura acompañada de algo que parecía una sombra.
-TIENEN UNA PINTA DELICIOSA, VITO
-Si llego a saber que serían mi última obra habría puesto algo más de empeño.
-SI LLEGAS A SABER QUE SERÍA TU ÚLTIMA OBRA, TE HABRÍAS IDO CORRIENDO...
-¿No se le escapa una, verdad?
-ES HORA DE MARCHARNOS. ESPERO QUE PUEDAS HACERTE CARGO DE LOS VIVOS, ARCHICANCILLER.
-Oh, sí, claro. No te preocupes... No hace falta que vuelvas pronto por aquí.
Y desaparecieron, sin más. Atrás dejaron los gemidos de los goblims y quejidos de Bron mientras intentaba sacarse un trozo de praliné del oído. El caballo ya se encontraba en pie sacudiendo sus crines como si no hubiese tenido nada que ver con aquello.
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Homenaje a Mundodisco
FanfictionCarly es la última alumna en incorporarse a la Universidad Invisible este semestre y como no podía ser de otro modo, ha levantado un gran revuelo allí. Lo que no espera es que su presencia no sólo sea un evento inusual sino el comienzo de una pequeñ...