Este capítulo ha sido editado, si ven algún error ortográfico Díganme cual.
La guerra no es una cosa fácil, siempre existen alternativas diferentes para poder solucionar los conflictos, y sin embargo, los políticos y militares siempre hacen lo que, según ellos, era mejor para el pueblo pero no es así.
Esto es lo que a mí me pasó, una chica de 16 años de una pequeña ciudad al norte de Alemania al momento de iniciar la guerra. Pero para esto, debo primero empezar mi relato con algo de lo que podíamos ver cualquiera de los que habitábamos la región.
El término ghetto viene del nombre del barrio judío de Venecia, establecido en 1516. Durante la Primera Guerra Mundial, considerados distritos urbanos donde se forzaba a vivir a todos los judíos, por parte de los alemanes, en lo más horrible como condiciones de vida que un ser humano pudiera tener. Los alemanes consideraban la creación de los ghettos como una medida provisoria para controlar y segregar a los judíos.
Era espeluznante ver la forma en como éstos:
Estaban cerrados con muros, rejas de alambre de púas, o portones. Los ghettos eran extremamente insalubres y estaban atestados. El hambre, la escasez crónica, los inviernos duros, y la falta de servicios públicos resultaron en brotes epidémicos y una alta mortalidad.
Los nazis exigían a los judíos usar insignias o brazales que los identificaban como judíos y también que muchos hicieran trabajos forzados para el gobierno alemán. La vida cotidiana en los ghettos fue administrada por los consejos judíos cuyos miembros eran nombrados por los nazis, y la policía judía, que fue forzada por los alemanes a mantener orden dentro del ghetto y a facilitar las deportaciones a los campos de exterminio.
El gobierno alemán creó unas instalaciones para detener, encarcelar y eliminar a los que creen que son sus amenazas. La mayoría de los prisioneros en los primeros campos de concentración eran comunistas, socialistas, testigos de Jehová, homosexuales, y personas acusadas de comportamiento extraño o sospechoso. Por lo tanto las personas podían ser encarceladas sin ningún motivo en específico mientras que vivían en los campos de concentración, pero es completamente diferente un campo de concentración a un campo de exterminio, en los campos de concentración permanecías ahí sí de puro milagro podías durar suficiente tiempo para estar con vida, a diferencia de los campos de exterminio, estos se dedicaban a matarte. Cuando cumplías tu sentencia dictada por un tribunal alemán y salías, te esperaba otro juicio (hecho por la SS) y te juzgaban con el delito que habías cometido y consideraban si debías seguir retenido o te mataban si eras un peligro para la sociedad alemana.
En los campos de concentración construyeron cámaras de gas para aumentar la efectividad de que los futuros alemanes vivirían en un mundo mejor, pero también te mandaban a los campos de exterminio como dije al principio, los gobernantes piensan que es mejor para su pueblo; la verdad no creo que siempre hagan lo mejor; más bien lo hacen por su beneficio, casi no se preocupan si su pueblo se está muriendo de hambre. Pero bueno, el punto aquí es que mataban hasta a ocho mil judíos cada día. La mayoría de los niños judíos les iba mal cuando llegaban a los campos de concentración, los mandaban directo a las cámaras de gas.
Y es aquí donde comienza mi historia soy Bitania Bullrich una judía que vivió en una guerra despiadada, donde había crueldad en todas partes a donde ibas. En toda la oscuridad puedes encontrar una luz que te guía. Pero no siempre podías encontrar esa luz solo algunos afortunados la pudieron seguir, como en mi caso, pero no todas las historias terminan con un y vivieron felices para siempre.
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I would die for you
Ficción históricaHistorias de crueldad y desesperación que se vivieron durante el holocausto judío de la época de la Alemania nazi, se pueden contar por miles. Esta es una historia más en la que se palpa el amor y la fraternidad de la familia. La máxima prueba de a...