Seis de la mañana, me siento viejo sabiendo que me despierto como reloj a la misma hora.
Hice la rutina de siempre, ejercitarme, ducharme y tomar un buen desayuno lleno de proteínas. Iba a disponerme a checar pendientes cuando mi celular empieza a sonar.
— ¡¿Por qué llaman?! ¿Qué no pueden tomarse la molestia de ver a la gente en persona? Saben que detesto esto. — tome mi celular y vi que la llamada era de Itto.
— Diga. — conteste
— Tsuzuku... necesitamos que vengas al estudio ahora. Es una reunión urgente. — dijo aquel hombre de afro tras el teléfono. El hecho de que dijera "urgente" causó en mí las peores sensaciones.
Colgué la llamada y tome mi chaqueta de cuero, junto con mis llaves para salir lo más rápido posible de mi casa. Camine hasta la estación de metro y estuve impaciente durante todo el camino, sentía que algo andaba mal, espero que solo sea un mal presentimiento y no algo más.
Llegue a aquel gran edificio, debo admitirlo, tenía miedo de entrar a aquel lugar.
— Vamos Tsuzuku... no pasa nada. — jale la puerta y entre a aquel lugar, había gente por todos lados; insoportable. Camine hasta llegar al estudio en el cual estaba el resto de los chicos reunidos.
— Bien, ¿qué pasa? — me senté en una de las sillas de la sala de juntas, justo al lado del pelirosa, que por cierto, hoy llevaba el cabello suelto y se veía tan lindo.
— Quiero que nos tomemos un tiempo. — dijo el rubio apenas me senté. Tiene que estar de broma.
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— Quiero que nos tomemos un tiempo. — dije apenas Tsuzuku tomo asiento. Si las miradas mataran, estoy seguro que estaría muriendo lenta y horriblemente.
— ¡No somos una maldita pareja, MiA! Nosotros no nos damos "un tiempo" — hizo comillas con sus dedos — ¡¿para que quieres tomarte un tiempo?! — estabas más que histérico, juro que le debo la vida a Koichi, que si no fuera por él, mi hermoso rostro estaría hecho trizas.
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Maldita bola de imbeciles, sin mi no serían nada. — tome el quinto cigarro en lo que van de diez minutos. Si sigo así moriré por cancer de pulmón.
— Tsuzuku... — escuche una vocecita y vi una cabeza rosa asomarse por la puerta que daba a la sección de fumadores.
— ¿Qué quieres, Koichi? — dije en un tono frío. Pobre, el tipo está loco por mi, que mal que no sepa distinguir el compañerismo que tenemos en los conciertos. Nunca sería amigo de alguien como él y mucho menos saldría con él.
Vino a sentarme a mi lado, para después tomar mi mano entre las suyas. — ¿cómo estás? — se le podía notar la preocupación, pobre, quién lo manda a estarse preocupando por alguien como yo.
— ¡¿Cómo quieres que este, Koichi?! — dije con notable enojo, lo cual hizo que se asustara. — ¡MiA quiere dejar Mejibray! ¡¿Y me preguntas cómo estoy?! ¡Estoy enojado con todos ustedes, maldita bola de malagradecidos! — dije con notable enfado y salí de aquel lugar dejándolo a él solo.
Este por mucho, sería el peor día de mi vida.