Su cabello siempre ha sido un gran problema, se han formado difíciles enredos en él y ella debe batallar con eso cada día, levanta su cabeza y mira en el espejo su reflejo. Le gustaría no tener que hacerlo ella sola.
«Qué preciosa eres, solo mira era sonrisa»
Sonríe involuntariamente ante el repentino recuerdo que se apodera de su mente, continúa desenmarañando su cabello un poco mas de tiempo dando dolorosos tirones y arrancando algunas hebras, y finalmente consigue recogerlo en una trenza, sonríe satisfecha y se queda un momento sentada para descansar un poco del esfuerzo.
Se levanta después de un rato y plancha su vestido con las manos, da vuelta para mirar el precioso vestido verde que usa a través del espejo y ve que le queda de maravilla. Es uno de sus preferidos, le recuerda tanto a los que solía usar su madre Sarah.
De inmediato baja las escaleras de dos en dos y ve frente a ella se encuentra a Iza.
—Su padre la está llamando. —Dice sosteniendo en sus brazos una cesta llena de fruta. —Ya sabe donde encontrarlo.
La muchacha toma una manzana que sobresale de todas las demás y le da un mordisco, no puede evitar soltar un gemido al saborear y darse cuenta de que estaba apetitosa y jugosa.
—¿Dónde las has conseguido? —Pregunta señalando la fruta.
—Su padre me envió a hacer la compra y me lo han vendido todo en muy buen precio, en el mercado del pueblo señorita.
Sonríe sorprendida, hace mucho que no hay fruta fresca tan fácil de conseguir en ningún sitio. Termina su manzana sentada en uno de los escalones, cuando la hubo terminado va en busca de su padre.
Se dirige hacia la biblioteca donde el Rey se encuentra la mayor parte del tiempo concentrado en un libro, tomando una taza de té caliente o solo duerme recostado en su sillón preferido. Se queda parada frente a él y de inmediato el Rey levanta la vista hacia su hija, por lo visto estaba leyendo un libro de aventuras que ella ya había leído hace algunas semanas antes.
Kristen le sonríe ampliamente a su padre y éste trata de devolverle el gesto, pero parece mas una mueca.
—¿Me has enviado a llamar, padre? —Dice la muchacha.
—Sí, quería decirte que debo salir ahora. Tengo cosas pendientes hija y quiero que te portes bien.
La idea no le gusta nada, sabe que su padre debe salir a resolver peligrosos asuntos, como pueden ser idear nuevas estrategias para atacar el reino de Gregorio. Pero Kristen no protesta. Su padre le ha reñido cada vez que intenta hacerlo.
—Ve con cuidado padre. —Se limita a decir.
El Rey asiente serio y ella sale de allí sin decir otra palabra.
Se dirige a la cocina y toma una cesta igual a la que llevaba Iza antes y la llena de pan fresco, algunas frutas y recipientes con agua. Mientras sale de la calurosa cocina se despide de todo el personal que se encarga de trabajar allí, ellos se despiden contentos y vuelven a sus labores.
Kristen va hacia la puerta donde se coloca la oscura capa que suele usar cada vez que sale, cubre su cabeza con ella. Cruza el marchito jardín, el cual su padre se niega a reanimar llenándolo de flores como lo estaba hace ya once años.
Se dirige hacia el pueblo en uno de los caballos de los que nadie presta la mayor atención, de esta manera no levantará sospechas. Cabalga contenta mientras saluda a varias personas que la ven siempre pasar por ahí, les hace un gesto con la mano o les dedica una amplia sonrisa.
Al llegar al pueblo que ahora ha sustituido el feliz recuerdo que tenía por ser tan alegre y lleno de personas amables para convertirse en un lugar lleno de personas descalzas, con hambre, frío y sin un techo bajo el cual cobijarse. Baja del caballo y le da dos monedas de oro al hombre que suele cuidar siempre de los caballos que usa para llegar al pueblo.
Acomoda su capucha para evitar ser reconocida por alguien que pudiera darle aviso a su padre y toma la cesta entre sus manos.
Va caminando por el destruido lugar, observando las casas hechas polvo y las casas que aún quedan por descubrir, anda mirando para todos lados contando mentalmente a la cantidad de estructuras que han sido saqueadas y destruidas en la última semana. Mira con tristeza como se le acercan niños que no han tenido la oportunidad de darse un baño en varios días pidiendo caridad. Mira en ellos necesitad, una necesidad muy profunda.
Abre la cesta y saca de ella agua y pan para ofrecérselo a los pequeños niños que por supuesto deben estar hambrientos. Lo toman con sus pequeñas manos y agradecen a Kristen para luego desaparecer entre la gente.
A su derecha ve personas cocinando al aire libre, pendientes de que no llegue alguien mas a arrebatarles sus alimentos. Deduce que seguramente se quedaron sin casa gracias a esos atroces. A su izquierda mira animales de granja bastante descuidados y hambrientos, el pasto ya no es suficiente para todos ellos.
Reparte todo lo que le queda en las cesta a todas las personas que cree que mas lo pueden necesitar, aunque desearía poder ayudarlos a todos. Regresa al lugar donde ha dejado su caballo y como de costumbre vuelve a casa. Mientras recuerda lo fácil que era todo antes.
Desde que el Rey Gregorio apareció para lastimar a su familia todo se vino abajo.
«El Rey Enrique tras matar a Gregorio supo que se sentenciaría la guerra entre su reino y el de su amigo traidor, que decidió abusar de la Reina y de la confianza de Enrique.
Por desgracias para Sarah las cosas no fueron muy bien después de lo ocurrido, se encontraba llena de temores y traumas tras lo que tuvo que vivir, no podía complacer a su rey si pensaba constantemente en el rufián que la había herido tanto física como mentalmente.
Así pues, Sarah no pudo con la presión y decidió quitarse la vida lanzándose desde una de las mas altas ventanas de una de las torres del castillo. La primera en ver su cuerpo sin vida en el suelo fue la pequeña Kristen, que no pudo superar jamás la muerte tan trágica de su madre.
Desde allí ella supo que debía ser fuerte por el resto de su vida, no podría volver a ser débil y tenerle miedo a todo lo que la rodeaba, sería la persona mas valiente que alguien pueda conocer. Y así lo hizo mientras su padre que se encontraba cegado por la ira se juró a sí mismo que acabaría con el reino entero que alguna vez perteneció a su amigo del alma, aquel amigo que le había arrebatado a su amada esposa y la paz de todo su pueblo.»
Aprovechando que hace un buen día y que el lago que se encuentra lejos de la ciudad y lejos del castillo debe estar estupendo. No se lo piensa ni un segundo y cabalga hasta allí. A Kristen le encanta bañarse en ese lugar, está alejado del de todo, así le es mas fácil escaparse de la carga emocional que le ha dejado su pasado. Es su lugar favorito, donde puede simplemente desnudarse sin que nadie pueda verle y sumergirse para así olvidar por un momento lo mucho que ha sufrido.
Cuando llega se desviste sin recelo alguno y como es habitual deja sus ropas sobre una roca libre de humedad y se suelta el cabello para luego entrar lentamente al agua. Sonríe Y deja salir un suspiro de sus labios cuando nota que el agua está perfecta para ella, se sumerge y empieza a nadar con gran agilidad.
Recuerda aún cuando su madre la trajo por primera vez a este lugar, nadaron juntas toda la tarde y volvieron bastante al castillo mucho después de que ya había oscurecido, pero había valido la pena. Ese era el lugar secreto de ambas, donde nadie nunca las iba a buscar.
Ahora solo es el escondite de Kristen.
Su cuerpo sale lentamente del agua y su húmedo cabello se pega a su cuerpo, se siente muy bien después de todo, nada logra relajarla mas que ese lago y los recuerdos hermosos que tiene de su madre.
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Kristen, Cabello de fuego
Romance¡ATENCIÓN! CONTENIDO AUDULTO... Lee bajo tú responsabilidad. Un grave error del Rey Enrique, lo llevan a él y a todo su pueblo a una interminable guerra. Kristen, la princesa se ve obligada a huir de todo y de todos, no puede confiar en nadie. Par...