Bella Durmiente

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Fue la semana más monótona que habían vivido. 

El novenario por el abuelo de Aidan estaba por concluir. Elizabeth había recuperado poco a poco su ritmo de vida, por lo que Andrés pudo regresar al trabajo, incluso el carácter de Dafne se fue suavizando.

Aidan había comenzado a leer el libro que le había mandado la profesora. 

Agradeció el detallazo de Gonzalo de aparecer aquel miércoles informándole que Amina seguía luchando por su vida. No tener noticias era una buena noticia, sí, insuficiente, mas por el momento le bastaba, y su agradecimiento fue mayor al enterarse que el libro que debían leer había suscitado una serie de suicidios por desamor. Hasta pensó que solo a la profesora se le ocurría dejar ese libro en manos de adolescentes confundidos, deprimidos y sin una idea de qué es la inteligencia emocional, en especial lo pensaba por él.

 Hasta pensó que solo a la profesora se le ocurría dejar ese libro en manos de adolescentes confundidos, deprimidos y sin una idea de qué es la inteligencia emocional, en especial lo pensaba por él

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El fin de semana los seis Clanes se reunirían por primera vez para tomar decisiones sobre la reunificación de la Hermandad. 

Para los Primogénitos era una estupidez, dado a que ya habían acabado con la Imperatrix, como le pidió Gonzalo que la llamaran. Sin embargo, de llegar a algún acuerdo, se podrían olvidar antiguos rencores y empezar de nuevo, aun cuando, tal como les recordó Itzel, tener de nuevo a la Fraternitamen significa tener sus reglas otra vez.

Habían acordado reunirse todos en La Esquina Azul, un pequeño restaurante para chicos que tenía una excelente vista a la Isla Corocoro.

Ese miércoles fue un continuo sufrir para todos. Gonzalo les esperaría a las tres de la tarde en la playa, y el día se les estaba haciendo muy largo. 

Pero incluso, dentro del salón de clases de Aidan, todo estaba cambiando. La chica nueva estaba comenzando a ganar cierta popularidad en el grupo, y lo que más le fastidiaba a joven Aredre era que siempre buscaba quedar con él en las tareas en pareja. ¡Cuánto deseaba que Maia estuviera allí!

El timbre de salida les hizo correr por los pasillos. Necesitaban saber qué había ocurrido con Maia, hasta la misma Saskia, a la que no le simpatizaba mucho, tenía curiosidad por saber cómo estaba. Iban trotando por la calle, sintiendo los nervios a flor de piel.

Gonzalo los esperaba viendo al horizonte, con las manos dentro del pantalón de mezclilla tan desteñido que daba la sensación de ser muy viejo, y una franela blanca con detalles en turquesa. Su rostro era sereno, no tenía nada que ver con el ceño amenazador con el que se presentó la última vez. Contemplarlo fue un alivio para los chicos.

—¡Gonzalo! —le gritó Aidan, atrayendo su atención.

Este levantó la mano para saludarlos.

—Pensé que no vendrían.

—Sabes que no faltaríamos —le aclaró Dominick—. ¿Cómo sigue?

—Aún no despierta, pero sus órganos internos están muchísimo mejor. Ha reaccionado positivamente al tratamiento.

La Maldición de ArdereDonde viven las historias. Descúbrelo ahora