Capitulo 4

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La mejor semana de mi vida

La mañana siguiente escuche un ruido fuerte, como de animal, no podría decir con exactitud que hora de la mañana era pero se ve que era muy temprano. Todas mis compañeras de cuarto seguían durmiendo como unas rocas cuando me desperté.

Era Kibo. Me había olvidado por completo de él desde que llegamos al castillo. Le acaricié un poco la cabecita y le di los pocos dulces que me habían quedado al bajar del tren. Pronto tendría que llevarlo a la lechuzería del colegio y se quedaría allí lo que resta del año.

Dejé a Kibo comiendo en paz y entré a darme a una ducha rápida. Salí del baño y me puse mi túnica que ahora tenía el escudo de Gryffindor en él.

Iba a esperar a que Harry y Ron se despertaran para ir con ellos a la primera clase.

Me estaba arreglando el pelo cuando los demás empezaron a despertarse. Admito que fue muy simpático ver las caras de zombis que tenían al despertarse.

La primera en despabilarse fue Hermione que entró con paso decidido al baño de las niñas y salió de la misma forma.

Cuando la vi por primera vez en el tren pensé que su pelo había sufrido un ataque de humedad o que se había esponjado por alguna razón, pero luego de verla peinarse me dí cuenta que no. Su pelo era así de enmarañado naturalmente.

-Buenos días Hermione- le dije con un tono alegre.

Estaba muy emocionada por el primer día de clases. Creo que es la primera vez que me emociono por ir al colegio.

-Buenos días Linn- me respondió ella con un tono neutral. Estaba preparando sus cosas para las clases.

Toda esa felicidad que tenía desapareció cuando me di cuenta que no tenía idea de que materia tendríamos hoy.

-Emmm... Hermione, ¿me haces un favor?

-Si claro, ¿que necesitas?

-Por si acaso ¿no tienes alguna copia del horario de clases? o ¿no sabes dónde queda el comedor?

Fue la primera vez que la ví sonreír desde que la vi en el tren.

-Te facilitaré el horario esta semana, por el momento creo que te bastará con algunas hojas de pergamino y tu tintero. Yo iré a desayunar dentro de un rato, si quieres puedes acompañarme.

-Claro, déjame agarrar las cosas y te acompaño. Muchas gracias por la ayuda- le dije con una sonrisa tímida.

Junté algunas hojas de pergamino. Bajé hasta la sala común pero no vi a Harry o Ron ahí. Le iba a decir a Hermione que tenía la intención de esperarlos pero no me dio tiempo.

Ella agarró mi brazo y fuimos juntas hasta el salón con paso apurado.

Esta vez sí pude memorizarme el camino hasta el comedor. Vaya que estábamos lejos de él.

Me fue algo difícil de memorizar porque me distraía a cada rato con las pinturas que adornaban los miles de millones de pasillos y escaleras del colegio.

Al llegar al comedor nos sentamos en la mesa de Gryffindor y al rato se llenaron nuestros platos con comida recién hecha.

En el momento que el olor invadió mi nariz se escuchó un ruido ensordecedor causado por mi estómago. Tenía mucha hambre ya que ayer no había comido mucho en la cena.

Algunos niños que estaban cerca de nosotras empezaron a reírse por el ruido de mi pancita y sus risas me contagiaron.

Lastimosamente no puedo decir que la fiebre de risas se le contagio a Hermione, porque estaba en frente mío, mirándome con rostro severo.

Alina [La Piedra Filosofal]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora